La palabra entre rejas

Cerramos el otoño con 149 periodistas, nueve colaboradores y 112 ciberdisidentes encarcelados en todo el mundo. Y con dos adalides de la libertad de expresión recientemente laureados, Liu Xiaobo y Guillermo Fariñas, personificación de la lucha por la defensa de los derechos humanos, pudriéndose entre rejas. Con el agravante que ni al Nobel de la Paz 2010 ni al Sajarov de la Libertad de Pensamiento de este año se les ha concedido la oportunidad de personarse a recoger sus respectivos premios.

En China, la noticia fue mantenida en silencio por televisiones, radios y prensa escrita y paginas web. El departamento de propaganda del régimen dio consigna a todos los medios de comunicación para cortocircuitar cualquier referencia a la concesión del Nobel a Xiaobo.

Cuba ha tachado de provocación el hecho de haber dado el Premio Sajarov a la Libertad de Pensamiento a un periodista de los 24 encarcelados desde la «primavera negra» de 2003. Entre julio y octubre de 2010, 14 de esos periodistas encarcelados pudieron salir de prisión gracias a la mediación del gobierno español y de la Iglesia católica cubana. Entre ellos, el corresponsal de Reporteros sin Fronteras, Ricardo González Alfonso, fundador de la revista De Cuba. Pero su liberación tuvo un alto precio: el exilio forzado a España sin derecho a regresar a la isla.

China y Cuba, máximas cárceles de defensores de la libertad de expresión en todo el mundo, tacharon la concesión de ambos premios de intromisión en los asuntos internos del gobierno. Todos creemos que los derechos humanos no son opcionales y que ningún país puede sustraerse a la obligación de respetarlos y también de respetar las libertades fundamentales, particularmente la de circular sin trabas y las de informar y ser informado sin censuras. Todos esos derechos les han sido sustraídos, pisoteados, a Xiaobo, a Fariñas y al resto de los compañeros que penan entre rejas el delito de haber expresado una opinión contraria al sistema o de haber contado lo que los poderes, cualesquiera que sean, querían evitar que llegara a la opinión pública.

No sólo China y Cuba comparten «honores» en el ranking de países más represores con la prensa y los periodistas. Eritrea, Corea del Norte, Turkmenistán, Irán, Birmania, Siria, Sudán, Yemen, Ruanda, Laos, Guinea ecuatorial y un largo etcétera de países de Asia, África y Oriente Medio. En todos ellos hay periodistas encarcelados, condenados a largas penas de prisión, en condiciones de precariedad y falta de higiene inimaginables, sin atención médica, maltratados; en muchos casos, incomunicados.

¿Y los gobiernos responsables de tales atropellos, se atreven a proponerse como la gran alternativa a democracias consolidadas? ¿Tendremos que pensar que se está gestando un nuevo orden mundial? Puede que en el terreno económico o financiero. Puede que en el de ideologías caducas y/o corruptas. Pero nunca en el concepto de libertad de conciencia, de expresión y de prensa como primer principio garante de los sagrados derechos del ciudadano.

¿Cuál será el futuro de estos depredadores de libertades? Y la pregunta más importante. ¿Cuál será el futuro de esos prisioneros de conciencia, periodistas, disidentes, a los que arruinaron su vida al quitarles su libertad?

Guillermo Fariñas es esperado en Estrasburgo el 15 de diciembre, para la ceremonia de entrega del Premio Sajarov. Las autoridades de La Habana deben permitirle ir a recibirlo. Aún está a tiempo.

En un texto dirigido a Reporteros sin Fronteras en marzo de 2004, Liu Xiaobo escribía: «Ya no falta mucho para que se pueda cruzar la frontera de la censura y para que la libertad de expresión se convierta en una exigencia pública del pueblo». De eso hace más de seis años. Reporteros sin Fronteras asume la exigencia de todas las voces que piden libertad y a las que se les niega el sagrado derecho a la información.

María Dolores Masana, presidente de Reporteros Sin Fronteras.