La pandemia encendió el interés por el ajedrez, pero ‘Gambito de dama’ lo hizo explotar

'Gambito de dama' cuenta la historia de Beth Harmon y su búsqueda por convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo. La miniserie de Netflix es protagonizada por la actriz Anya Taylor-Joy. (PHIL BRAY/NETFLIX/Phil Bray/Netflix)
'Gambito de dama' cuenta la historia de Beth Harmon y su búsqueda por convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo. La miniserie de Netflix es protagonizada por la actriz Anya Taylor-Joy. (PHIL BRAY/NETFLIX/Phil Bray/Netflix)

Selena Lucien tenía el control, enfocada en los cuadros en su teléfono y con su oponente huyendo. En la planta baja de su edificio su amiga la estaba esperando. Habían acordado salir a dar un paseo por Toronto.

Pero Lucien no podía irse así nada más. Estaba en medio de una partida de ajedrez.

“Si saliera de mi departamento y jugara mientras camino, perdería”, dijo más tarde, con una risa medio apenada. “No podía correr ese riesgo”.

Así que siguió jugando, sin hacer caso a los mensajes de texto de su amiga, persiguiendo al rey de su oponente, un perfecto desconocido. Hasta que ganó. Y cuando por fin se reunió con su amiga incrédula, Lucien se encogió de hombros y culpó al terriblemente lento elevador de su edificio.

Hace ocho meses, recién encerradas y en cuarentena por el COVID-19, muchas personas en todo el mundo se distrajeron de las preocupaciones y experimentaron ocupar un tiempo libre que estaban descubriendo. Algunas se pusieron a hacer slime, otras se dijeron a sí mismas que ahí comenzaba un imperio de masa fermentada para pan, otras desempolvaron instrumentos musicales, ideas de guiones, larguísimas listas de tareas por hacer. Lucien es parte de millones que aprendieron, jugaron y poco a poco fueron consumiéndose en el ajedrez. Jugar es terapéutico. Ganar es como una droga.

“Sé que suena muy nerd”, dijo. “Puedo sentirlo, y me hace sentir un goce inmenso”.

Recientemente estos sentimientos se han intensificado, luego de que Netflix estrenara Gambito de dama. Ambientada en los décadas de 1950 y 1960, la serie tiene como personaje principal a una joven huérfana de nombre Beth Harmon, prodigio del ajedrez que escala en el circuito de Estados Unidos y en el internacional al mismo tiempo que lucha con traumas personales, inseguridad en sí misma y adicciones. Netflix dijo que en las primeras cuatro semanas desde su estreno, 62 millones de hogares vieron la serie. La compañía también dijo que fue la serie más vista en docenas de países.

El programa ha abonado a un renacimiento del ajedrez que de hecho comenzó en la primavera. Desde marzo el sitio chess.com ha añadido casi 13 millones de usuarios y usuarias nuevas según Nick Barton, el director de desarrollo de negocio de la plataforma. Más de 2.3 millones se inscribieron en el mes que siguió al estreno de la serie. Un torneo de ajedrez amateur llamado PogChamps se volvió una sensación en junio, acumulando un total de 50 millones de espectadores en la plataforma de streaming en vivo Twitch, convirtiéndose en el evento de ajedrez más visto de todos los tiempos.

Para el ajedrez “es uno de esos momentos de tormenta perfecta”, dijo Barton.

Este otoño Gambito de dama llevó el interés a niveles inesperados. Los tableros de ajedrez se agotaron y a finales de noviembre un ejecutivo de una compañía de juegos le dijo a NPR que las ventas de octubre aumentaron en más de un 1,000%. Seth Makowsky, quien usa el ajedrez para dar clases de entrenamiento en habilidades mentales a estrellas de los deportes y celebridades, dijo que el interés en su programa se ha disparado a tal grado que podría decirse que los tableros de ajedrez enrollables son ahora un inesperado artículo de moda.

“Es más grande que el ajedrez”, dijo Makowsky, entre cuyos clientes se encuentran el mariscal de campo de los Texanos de Houston Desahun Watson, la actriz Cameron Diaz y el equipo de natación artística de Estados Unidos. “En ese sentido es un momento emocionante para la sociedad, donde ser listo se ha vuelto cool”.

Lucien, una joven abogada en la firma canadiense Borden Ladner Gervais, dijo que se identificó con el personaje ficticio de Harmon por otras razones más allá del ajedrez. Luego de que el personaje descubre sus talentos, muy pronto tiene que hacerse un lugar en un mundo que le resulta ajeno y que está dominado por hombres. Al principio lo hace con tiento pero luego lo hace con seguridad, impulsada por el apoyo de sus mentores.

“Es como si un capricho de su intelecto y su amor por algo la llevasen a adentrarse en ese mundo”, dice Lucien acerca de Harmon, “y no permite que esas barreras se interpongan en su camino. Eso es algo empoderador, en especial en todos esos espacios donde una siente que no quiere destacar mucho porque desea ser incluida, no excluida. Y ella te dice que eso está bien”.

Lucien era una jugadora casual cuando era más joven. Miraba cómo dos niños de su vecindario montaban un tablero en el jardín de juegos, luchando por posicionarse y dominar los importantísimos cuadros centrales. A veces los niños jugaban en torneos de padres e hijos y Lucien deseaba en secreto participar también. Pero su padre estaba muy ocupado con el trabajo, dijo. Aunque Lucien y su hermana menor, Irma, juguetearon con el ajedrez, nunca desarrollaron una rivalidad particularmente intensa.

“La verdad no era algo que pudiera ocurrir en esa época”, dijo.

A inicios de la pandemia, Lucien tomó largos paseos en bicicleta y se puso al día con pódcasts. Descargó la app de chess.com y jugó unas partidas casuales. Las semanas se convirtieron en meses y cada mañana se hallaba a sí misma completando juegos de lógica basados en las reglas del ajedrez mientras se hacía el café de la mañana. Hasta que, como Harmon, Lucien empezó a ver el mundo casi a través del prisma del ajedrez.

Notaba “gambitos” en las respuestas al coronavirus en Canadá y Estados Unidos, y la elección presidencial de noviembre destacó dos lados opuestos poniendo en práctica estrategias dramáticamente diferentes. Lucien llegó a creer que el ajedrez puede simbolizar la vida, en especial la de una joven mujer profesional. Un avance puede ser lo que le sigue a maniobras hechas con decisión, para quienes pueden identificar patrones, de quienes están dispuestas a sacrificar.

Con lo caóticos y polarizados que han sido estos meses, dice Lucien, el mundo ha parecido tener más sentido en esos 64 cuadros que en ningún otro lugar. Un juego siempre es uno contra uno, guiado por las mismas reglas y limitaciones.

“No quiero llegar a un juego sintiendo que soy diferente”, dijo. “En la vida es muy difícil trascender esas fronteras. Entras a una habitación y ya hay un montón de asunciones acerca de ti. En el ajedrez no importa nada de eso”.

Sus oponentes pueden provenir de cualquier parte del mundo. El día que dejó a su amiga esperando, Lucien venció a un jugador de India.

“No saben que soy una mujer. No saben cómo me veo”, dice. “No llego a un juego sintiéndome diferente”.

Lo que sí importa, dijo, es cómo la hace sentir el juego: productiva y realizada, incluso si pierde. Hace poco empezó a jugar ajedrez en línea contra su padre y ha retado a algunos colegas. Esto le dio una idea a Lucien.

Antes de la pandemia, el bufete jurídico donde trabaja jugaba en una liga de voleibol contra otros grandes bufetes de Toronto. Su hermana trabajaba en uno de ellos.

Así que Lucien propuso comenzar la “Liga de ajedrez callejero de la bahía”, imaginando un enfrentamiento entre hermanas y la posibilidad de una dulce venganza. No sería precisamente un encuentro entre grandes maestros como Gambito de dama, pero luego de estos últimos meses y conforme se acercaba un invierno incierto, a Lucien le gustó la idea de una distracción divertida y una razón para tener esperanza.

Kent Babb is a sports features writer for The Washington Post, focusing on the NFL, college sports, the NBA, and the intersections of sports with social, cultural and political issues. He joined The Post in 2012.

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