La paz es posible, pese a Aznar

Al saber que el ex presidente del Gobierno español, José María Aznar, ha criticado la iniciativa del juez Fernando Andreu de investigar a las autoridades israelíes por crímenes de guerra, y sobre todo al leer sus declaraciones en una conferencia dictada el 5 de febrero en la Universidad Hebrea de Jerusalén, tuve ganas de recordarle unas cuantas verdades sobre este conflicto. Pero un hombre de derechas que apoyó la política mentirosa y criminal de su amigo George W.

Bush no cambiará. Pretende hacer creer que matar a cientos de niños y personas civiles inocentes es autodefensa. También ha declarado: "La seguridad de Occidente depende de la seguridad de Israel, reforzar su posición es la mejor inversión que podemos hacer en nuestra propia seguridad". ¡O sea, que piensa que ocupar un territorio, ponerlo bajo embargo y controlar la vida cotidiana de un millón y medio de gazenses es afirmar la seguridad de Occidente! Olvida decir que la cuestión es más complicada que eso, que en Palestina no sólo existe Hamas y que si mañana su propio país fuera ocupado resistiría con las armas y con los medios que estuvieran a su alcance.

José María Aznar, fiel a su ideología fanática, debería visitar los campos palestinos y ver con sus propios ojos cómo viven y se desesperan generaciones de jóvenes, hasta el punto de perder la razón y optar por el suicidio y la muerte.

Debería haber tomado ejemplo del primer ministro turco, Erdogan. Pero Turquía no es del todo Occidente, este querido Occidente que Aznar ha ido a defender a Jerusalén.

Como todo el mundo, excepto quizá Aznar, he visto el incidente entre el presidente israelí, Shimon Peres, y Erdogan, el primer ministro turco, durante un debate en Davos. Peres justificó la guerra de Gaza e incluso dijo que el Estado de Israel ha hecho esta guerra para lograr la paz. Es lo que le toca decir como presidente. Públicamente no puede dejar de secundar a su país y su política. Pero este hombre experimentado, este premio Nobel de la Paz, perdió una gran ocasión para ser un hombre de coraje, porque debería haber dicho la verdad. Y la verdad es que su ejército ha cometido crímenes de guerra horribles, ha matado a cientos de inocentes y ha perseverado en la destrucción usando armas que no sólo arrancan miembros del cuerpo humano sino que causan cánceres a los supervivientes. Hablo del fósforo blanco, arma terrible y prohibida.

Este hombre, si hubiera sido sincero y valiente, si hubiera tenido un poco de humanidad, habría tenido que decir lo siguiente en el foro de Davos: "Mi país ha cometido errores, mi país ha masacrado a la población civil, mi país ha bombardeado escuelas y hospitales, mi país ha reforzado a su enemigo Hamas, mi país ha hecho un gran servicio a este movimiento islamista extremista causando tantas víctimas inocentes y en tanto que hombre y padre de familia estoy indignado y pido perdón al pueblo palestino, especialmente a las familias que han perdido a uno o varios de sus hijos. En cuanto a Hamas, habrá que ayudar a la Autoridad Nacional Palestina para marginarlo y que no pueda lanzar más cohetes sobre el sur de Israel. Soy un presidente que es también un ser humano con sentimientos y comprendo el dolor y la inmensa pena de todas las madres palestinas y también israelíes que han perdido un hijo en esta guerra inútil".

Si Peres hubiera hecho este discurso, si hubiera dicho estas verdades, hoy sería un héroe, un símbolo de valentía y de dignidad, incluso hubiera merecido verdaderamente su premio Nobel de la Paz. Pero no. En lugar de eso prefirió justificar lo injustificable, lo cual provocó la cólera del primer ministro turco. Turquía no es un país árabe, pero como todos los pueblos del planeta este país se ha sentido horrorizado, escandalizado por las imágenes que llegaban de esta guerra. Ya en 1996, y para ganar las elecciones, Peres ordenó el bombardeo de Qana, en Líbano. Este hombre es un guerrero, un hombre a quien la paz le da miedo porque la paz supone vivir y respetar al vecino. Evidentemente, un respeto y un reconocimiento mutuos. Israel, o al menos ciertos líderes israelíes, no quiere esta paz porque no soportará vivir al lado de los palestinos, a quienes menosprecia y detesta. Ocurre lo mismo con los palestinos de Hamas, que no reconocen a Israel y pretenden recuperar todos los territorios palestinos de 1948. Pero en Palestina no sólo existe Hamas, hay otros partidos y otros movimientos que se mueven en el realismo político. Mahmud Abas no ha sido ayudado por Israel. Ha perdido su credibilidad porque ha consumido su tiempo en reuniones estériles con los dirigentes israelíes sin lograr nada, lo que ha dado a Hamas la oportunidad de presentarse a ojos de los palestinos como quien mejor los defiende. Al lanzar cohetes y sembrar el miedo en el sur de Israel, se presenta como quien lucha contra el ocupante y el enemigo de todos. Por eso Israel, al atacar Gaza y causar la muerte de 1.300 personas - 410 niños y 108 mujeres-y 5.300 heridos, al tiempo que sufría por su parte 13 muertos, 113 soldados heridos y 80 civiles heridos, ha sido acusado por el presidente de la Asamblea General de la ONU de haber "violado el derecho internacional" usando el sistema del castigo colectivo y atacando objetivos civiles como mezquitas, escuelas, viviendas y hospitales.

Es hora de que Israel haga examen de conciencia y actúe verdaderamente a favor de la paz. Yno es su amigo José María Aznar quien le ayudará en esta tarea larga y difícil.

Tahar ben Jelloun, escritor y miembro de la Academia Goncourt.