La peligrosa equivocación de Trump sobre la política exterior

Las acciones erráticas del presidente Donald Trump nos han llevado al borde del conflicto con Irán, y de otra guerra en el Medio Oriente que es lo último que necesitamos. Estoy agradecido de que nadie – ni estadounidense ni iraquí – haya muerto en el ataque de misiles iraní. Tanto Trump como los líderes de Irán deberían aprovechar la oportunidad para reducir las tensiones y tomar medidas efectivas para evitar más conflictos.

Pero no se equivoquen, las semillas de esta crisis fueron plantadas por el mismo Trump el 8 de mayo de 2018, el día que rompió el acuerdo nuclear con Irán en contra del consejo de sus propios asesores de seguridad nacional y le dio la espalda a nuestros aliados más cercanos y decidió que para él era más importante destruir el progreso realizado por el gobierno de Obama-Biden, que aprovecharlo para crear un mundo mejor y más seguro.

El acuerdo con Irán cortó de manera verificada cada uno de los caminos de Irán hacia un arma nuclear. Los inspectores internacionales confirmaron repetidamente el cumplimiento por parte de Irán, igual que lo hicieron nuestras agencias de inteligencia. Una de las mayores amenazas a la estabilidad en la región y a la seguridad mundial – que Irán tenga armas nucleares – se redujo enormemente.

Cuando el acuerdo con Irán estaba en vigencia, no teníamos el peligroso círculo vicioso de violencia con Irán que hemos visto en el Medio Oriente en el último año, y había un frente unido de aliados y socios para lidiar con las acciones desestabilizadoras de Irán por toda la región. El acuerdo no solo estaba logrando la misión crítica para la cual fue diseñado. También creaba un ambiente donde la diplomacia era posible.

Al romper el acuerdo y volver a imponer las sanciones diseñadas para ejercer “presión máxima” al régimen, Trump dijo que desalentaríamos la agresión iraní y lograríamos que Irán regresara a la mesa de negociaciones para obtener un muy augurado “mejor acuerdo.” De hecho, ocurrió lo contrario: no se materializó ningún “mejor acuerdo” e Irán se volvió más agresivo, no menos.

Todo esto era totalmente predecible. Aún así, el gobierno de Trump no tenía ninguna estrategia para prevenir, mitigar o desalentar provocaciones iraníes, o detener el cada vez más peligroso ciclo de acción y reacción que nos condujo a este momento.

Sin duda, Irán también buscaría demostrar que podría tomar acciones para hacernos las cosas más difíciles, reiniciando el enriquecimiento de uranio más allá de los límites permitidos bajo el acuerdo con Irán, llevando adelante supuestos ataques a buques petroleros en el estrecho de Ormuz, y derribando un dron estadounidense de vigilancia no tripulado.

Eventualmente, la milicia apoyada por Irán reinició los ataques con cohetes contra nuestras bases, y uno de esos ataques contra nuestra base en Kirkuk mató a un ciudadano estadounidense e hirió a otros. Fue una pérdida de vidas y un acto condenado por todos los estadounidenses.

En respuesta, Trump atacó cinco sitios en Iraq y Siria que están vinculados al grupo de milicianos. Murieron por lo menos unas 25 personas. Luego, los manifestantes iraquíes – organizados por una milicia que tiene el apoyo de Irán – atacaron la embajada en Bagdad y traspasaron el muro externo. No hubo reportes de heridos, pero Trump estaba avergonzado por las imágenes de la recepción de la embajada arrasada.

Trump ordenó que se realizara un ataque con drones para matar Qasem Soleimani – quizás el segundo funcionario más importante en Irán – y precipitadamente envió a miles de soldados a la región para lidiar con las consecuencias. Irán contratacó con el lanzamiento de una cortina de misiles contra dos bases iraquíes que albergaban a fuerzas estadounidenses y de la coalición.

Acción y reacción. Provocación y respuesta.

No tengo ninguna ilusión respecto de Soleimani o del régimen iraní. El régimen ha patrocinado a terroristas y ha amenazado a nuestros intereses desde hace mucho, y Soleimani era el arquitecto de esos esfuerzos. Irán sigue deteniendo a ciudadanos estadounidenses. El régimen ha matado a cientos de manifestantes de manera despiadada, y debería rendir cuentas por sus acciones.

Pero hay una manera inteligente de contrarrestarlos y hay una manera contraproducente. El método de Trump es obviamente contraproducente. Ya estamos viendo las consecuencias.

Irán declaró que ya no acataría ninguna de las limitaciones a su programa nuclear.
Nuestras tropas han suspendido su misión de contrarrestar a ISIS. A fin de protegerse a sí mismos, el parlamento iraquí votó por echar a todas las fuerzas extranjeras y el primer ministro iraquí nos ha pedido que nos vayamos del país.

Nuestras embajadas y nuestra gente están menos seguras. Más de 18.000 tropas adicionales han sido destinadas al Medio Oriente en el último año. El empeoramiento de las relaciones con los aliados de la OTAN durante la presidencia de Trump dificulta el logro de cualquiera de nuestros intereses vitales en la región, incluyendo el pedido de Trump de que nuestros aliados asuman una mayor carga en la zona, mientras que Rusia y China disfrutan de la posibilidad de que EE.UU. pueda empantanarse en otro gran conflicto en el Medio Oriente, lo que les deja espacio para seguir sus propios planes.

Aún así, en vez de ofrecerle al país consuelo y un camino claro en sus declaraciones públicas, Trump intenta engañar al país sobre el historial de Obama y Biden y culpar al presidente Barack Obama por las consecuencias de sus propias políticas fallidas.

Trump no tiene ninguna estrategia aquí. No tiene una meta final. La única salida de esta crisis es la diplomacia – una diplomacia clara y dura basada en una estrategia, no en decisiones unilaterales o imposiciones. Necesitamos una diplomacia diseñada para reducir la intensidad de la crisis, proteger a nuestra gente y proteger nuestros intereses regionales – incluyendo nuestra campaña contra ISIS.

La mejor forma de comenzar, por supuesto, sería que Trump se reincorporara al acuerdo con Irán y lo utilizara como base. Si Irán también vuelve a cumplir con sus obligaciones, se podría restablecer el consenso internacional sobre la manera de confrontar las amenazas provenientes de Irán.

Nadie quiere una guerra. Pero será necesario trabajar duro para asegurarse de que no terminemos en una por accidente.

Eso es lo que le debemos a esos hombres y mujeres valientes que dan un paso al frente para vestir el uniforme de EE.UU., a aquellos que dedican sus vidas al servicio de la diplomacia y a la comunidad de inteligencia, a aquellos que optan por ingresar a los Cuerpos de Paz, aquellos que representan lo mejor de nuestro país en todo el mundo, y que hoy corren mayor peligro debido a las acciones de nuestro presidente.

El ex vicepresidente Joe Biden es uno de los seis candidatos presidenciales que participará del debate demócrata el martes 14 de enero de 2020, a las 9 de la noche, hora de Miami en Iowa. Las opiniones expresadas son propias del autor. Traducción de William Montes.

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