La peor mudanza fiscal posible, en tiempos de desolación

Quiere el Gobierno a su progresista e indocumentada manera aumentar la recaudación fiscal apelando a una burda división de los ingresos fiscales entre el PIB, para dar gusto a sus posibles votantes con la doble excusa de converger con Europa y saciar el resentimiento envidioso contra los ricos que anida en su ideología.

Los argumentos socialistas de brocha gorda -la presión fiscal- se caen por su propio peso ante la avalancha de estudios hiperrealistas de brocha fina que desmontan tanto sus análisis como las propuestas de justiciera represión fiscal contra los ricos y las empresas.

Veamos que nos dicen sobre la fiscalidad española los mas solventes estudios internacionales que con datos reales y rigurosamente manejados del tema: Taxation Trends in the European Unión 2020 de la Unión Europea; International Tax Competitiviness Index 2020 de la Tax Foundation; Competitividad fiscal 2020 del IEE y Shadow Economy Around the World 2018 del Fondo Monetario Internacional.

Comenzando por la populista presión fiscal que tanto gusta a nuestro gobierno, resulta que en términos normativos es un 10,5% superior a la media de la media de la UE y en términos reales -ajustada a la economía sumergida- es equivalente: un 44,5% en España por un 45% en la UE.

El esfuerzo fiscal –presión fiscal en relación con la renta per cápita–, un índice cada vez más utilizado internacionalmente, España se sitúa con un 106,8% por encima del 100% de la UE.

La presión fiscal normativa del impuesto de sociedades en España es de las más altas del mundo: somos el 9º país entre 36 con un índice de 122,6 sobre 100 de la UE y 105,9 de la OCDE.

La presión fiscal empresarial efectiva –neta de la economía sumergida- de España, la 7ª de la UE, y un 28,1% superior a la media.

Las cotizaciones sociales a cargo de la empresa también nos sitúan en 7ª posición, esta vez entre los 36 países de la OCDE, con un 35% por encima de la UE y un 77% sobre la OCDE.

La contribución empresarial a la recaudación fiscal es el 31,9%, frente al 24,6% de la UE; la más alta de Europa occidental.

En el impuesto de la renta de las personas físicas nos situamos en la media de la OCDE con una puntuación de 6,3 sobre 10 del mejor país y 3,8 del peor.

En fiscalidad sobre la propiedad y la riqueza España es el peor país de la OCDE junto con Italia, con una puntuación de 3,8 frente a 10 del mejor país.

La imposición indirecta -el IVA- nos sitúa entre los países con menor recaudación; somos el 11º país –entre 36- con impuestos más bajos.

Los impuestos medioambientales de España están muy por debajo de la media de la UE; somos el cuarto país por la cola.

En índice de competitividad fiscal de la Tax Foundation sitúa a España en el puesto 28 entre 36 países, con 50,1 puntos sobre 100, mientras que la media de la UE es 64,7 y la de la OCDE es 60,9.

Cabe añadir que según los estudios históricos del Fondo Monetario Internacional, la economía sumergida representa en España un 22,1% del PIB, cifra solo superada en la UE-18 por Italia y Grecia y con la mitad de países por debajo del 10%. La política progresista de subir el salario mínimo y bloquear los alquileres contribuye a este vergonzoso liderazgo español.

Es de suponer que ningún ilustrado socialista tiene nada que oponer a todo lo dicho y menos aún si se ha molestado en aprender las lecciones que al respecto tienen dadas economistas socialistas serios como Miguel Sebastián, plenamente coincidentes con todo lo relatado.

Relato que pone de manifiesto que este gobierno pretende hacer, sin excepción, todo lo contrario a lo que habría que hacer, que por todo lo visto es muy claro. Sin aumentar el esfuerzo fiscal, habría que:

Rebajar los impuestos al trabajo, al ahorro y a las empresas.

Subir los impuestos indirectos y medioambientales, amén de las tasas fiscales.

Seguir insistiendo con un estrafalario impuesto al patrimonio prácticamente inexistente en el mundo y aumentar el impuesto de sucesiones, significa alejarnos del mundo civilizado para recaudar muy poco más: es pura demagogia fiscal.

España necesita normalizar su fiscalidad; es decir, acercarla a la de los países de referencia en vez de alejarla cada vez más de sus patrones. Pero, además, es perentorio mejorar la eficiencia y la eficacia del gasto público en lo que estamos a la cola con Portugal e Italia; algo ajeno por completo a las políticas de este gobierno.

Frente al consejo de San Ignacio de Loyola: En tiempo de desolación nunca hacer mudanza,.., este gobierno está empeñado en hacer la peor “mudanza fiscal” frente al criterio de los expertos y el sentido común.

Jesús Banegas

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