La política exterior de Hollande

Los partidarios del expresidente Nicolas Sarkozy han puesto en marcha una campaña contra el actual jefe del Estado francés, François Hollande, acusándolo de no defender el estatus de Francia en la escena internacional. Y comparan el activismo del expresidente con un supuesto inmovilismo del actual inquilino del palacio del Elíseo.

Es cierto que François Hollande, antes de su elección, no se había distinguido por una predilección acusada por los asuntos estratégicos. Durante el curso de la campaña electoral, de modo voluntario evitó pronunciarse sobre los temas espinosos. Pero curiosamente el entonces presidente Nicolas Sarkozy, que se suponía disponía de ventaja en este campo, no atrajo a este terreno a su rival durante el transcurso de la campaña. Apenas recién elegido, François Hollande se vio lanzado al gran baño diplomático encadenando la cumbre del G-8 con la de la Alianza Atlántica. Resistió las presiones del presidente estadounidense, Barack Obama, sobre la retirada anticipada de las tropas francesas desplegadas en Afganistán y, en cambio, no se le enfrentó respecto al escudo antimisiles. Pero, en términos generales, pasó el examen con un aprobado.

Desde entonces la prioridad absoluta de François Hollande ha sido la salvación del euro. Hollande tuvo el pasado año una profusión de cumbres europeas calificadas cada una de ellas como “la última oportunidad”, sin que ninguna de ellas finalizara con una solución perenne. François Hollande ha efectuado una síntesis entre los países de la Europa del Sur y la línea de la canciller alemana Angela Merkel, y ha obtenido el apoyo del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Sería prematuro decir que la crisis del euro se ha acabado. Pero también es cierto que el escenario que preveía su muerte inmediata apenas es ya evocado. La idea de imponer una tasa a las transferencias financieras lanzada por Hollande y otros socios europeos es hoy ampliamente apoyada a nivel de la Unión Europea.

Los principales ataques contra François Hollande han venido por su posición respecto al conflicto en Siria. Los partidarios de Nicolas Sarkozy destacaban la determinación con la que este actuó en el caso de Libia, frente a la impotencia de François Hollande para resolver la crisis siria. Si, como es evidente, una atroz guerra civil está teniendo lugar en Siria y no parece que vaya a finalizar pronto, la comparación entre ambas situaciones no es pertinente.

En primer lugar, porque los países occidentales modificaron el sentido de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia, pasando de la responsabilidad de proteger –que había sido aceptada por Rusia y China– a la del cambio de régimen. En la actualidad ni Moscú ni Pekín están de acuerdo en otorgar una nueva luz verde al Consejo de seguridad de las Naciones Unidas. Además, la situación estratégica y militar no es comparable. El ejército sirio tiene capacidades militares mucho más importantes que el ejército libio. Una intervención militar en Siria sin tener el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU correría el riesgo de desembocar en una catástrofe más que en un rápido éxito. Y también se puede subrayar que no existe en este momento, respecto de la crisis siria, un país que frene (Francia), frente a otros (Estados Unidos, Gran Bretaña) que quisieran ir rápido. En este caso todos los países que participaron en la guerra civil en Libia tienen una posición común de no participación en la guerra civil que tiene lugar en Siria.

François Hollande, sin embargo, ha puesto en marcha una política de reconciliación con países que estaban enfrentados con Francia desde la presidencia de Nicolas Sarkozy. Japón se había sentido vejado y no recibió en visita oficial al presidente francés a raíz de unos comentarios que este hizo sobre el deporte nacional nipón, el sumo, y que fueron juzgados insultantes en ese país. Nicolas Sarkozy repetía regularmente que Turquía no debía entrar en la Unión Europea; las relaciones eran también tensas con México después de que fuera anulado el año de México en Francia debido a que una ciudadana francesa estaba encarcelada en el país norteamericano. El discurso de Dakar del año 2007 en el cual Sarkozy declaró que el hombre africano no había entrado en la historia fue juzgado insultante en todo el continente. François Hollande tiene un temperamento más aglutinador mientras que Sarkozy es un hombre de más aristas. François Hollande es ponderado, Nicolas Sarkozy es más activo.

Pero más allá de los temperamentos de cada presidente, el estatus de Francia apenas ha cambiado. No es una superpotencia pero todavía es una potencia que tener en cuenta, y eso sea quien sea su presidente.

Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.

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