La privada en tiempos del Covid

Ante las puertas de la crisis sanitaria más importante en el mundo del último siglo, con decenas de pacientes falleciendo diariamente en nuestro país a consecuencia del coronavirus, el sábado pasado, en un programa de máxima audiencia, escuché, totalmente perplejo, a un líder político de izquierdas preguntarse si el sector sanitario privado iba a cobrar por la ayuda que se está prestando al sector sanitario público. En realidad, solo le faltó insinuar que la infección por el coronavirus era fruto de una conspiración por parte del sector sanitario privado para que la sanidad pública nos derive pacientes.

Desde el principio de esta enfermedad, el sector sanitario privado ha puesto la totalidad de sus recursos a disposición de la sociedad, sin cuestionar si nos van a pagar por ello o no, aunque ya hay quien tiene claro que deberíamos hacerlo sin contraprestación alguna. Además, en Madrid donde la epidemia lleva un par de semanas de ventaja, previamente y de forma voluntaria a la promulgación del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma, se ha paralizado toda la actividad programada, hemos hecho inversiones en tecnología -respiradores, por ejemplo- para atender una demanda que cuando acabe la crisis no nos va a hacer falta, y hemos iniciado multitud de obras en nuestros centros para aumentar la disponibilidad de camas de hospitalización y de cuidados intensivos. Por su parte, el sector asegurador ha dado cobertura total a los pacientes a pesar de que en sus condiciones con los asegurados excluye, de forma expresa, la epidemia o la pandemia.

Y todo esto lo hemos hecho y lo hacemos por responsabilidad social con nuestros conciudadanos, sin hablar, ni pedir en ningún momento ninguna contraprestación, porque por mucho que quieran dar a entender que somos el avaro de la chistera, todos los que conformamos el sector sanitario privado priorizamos la salud de los pacientes a nuestros resultados económicos. Porque entendemos que ahora lo prioritario y urgente es estar centrados en tratar de contribuir a salvar el mayor número de vidas posibles. A sabiendas que, con nuestra intensísima carga laboral, nuestras necesidades de inversión constante y nuestro coste en materiales y medicamentos, estamos literalmente quebrados si esta situación se prolonga unas pocas semanas, con independencia de que se nos pague o no nuestra colaboración con el sector público. No por la crisis, si no por haber reducido, insisto voluntariamente y antes de que el Real Decreto viera la luz, la agenda de la actividad programada a lo urgente e imprescindible, y entonces ¿qué pasará? Al final, está claro, que para algunos todo el esfuerzo realizado ni agradecido ni pagado.

A modo de recordatorio y para quien no quiera acordarse, el sector sanitario privado emplea a más de 300.000 trabajadores cualificados, de los cuales un porcentaje superior al 80% es fijo y una gran mayoría del mismo es empleo femenino. No hay un colectivo empresarial más estable ni más comprometido con la mujer. Empresarialmente suponemos el 3% del PIB y sanitariamente, como se está poniendo en esta ocasión de manifiesto, no solo somos un elemento complementario, si no que nuestra concurrencia es imprescindible para el día a día de la salud de nuestros ciudadanos dado que ponemos sobre la mesa el 30% de los recursos tanto en estos momentos como en circunstancias normales, aliviando las listas de espera o ahorrando recursos al sistema público a costa de que la población se pague un seguro sanitario.

Me paseo estos días por los hospitales y veo a las enfermeras, a las auxiliares, a los celadores y también a los médicos detrás de sus mascarillas y sus batas de aislamiento tratando a pacientes con el coronavirus con una absoluta entrega. No les importa si están en un centro público o privado. Solo les importa el paciente. En sus ojos se puede ver la emoción y la inquietud por lo que está pasando y por lo que queda por venir a sabiendas de que estamos en el principio del camino y que ya están agotados. Doblando turno, reforzando servicios en diferentes hospitales, tienen que ver cómo constantemente se les cuestiona su profesionalidad porque trabajan en la sanidad privada.

Vamos a vivir unos días terribles en el ámbito sanitario y unas semanas espantosas en la esfera económica y social, pero estoy convencido de que la sociedad sabrá poner las cosas en su sitio y entenderá por los hechos y no por las palabras que es compatible y licito atender a los pacientes bien, priorizando su salud, y en un momento determinado poder obtener un beneficio por ello, porque sabrá apreciar que cuando las cosas se pusieron feas el sector sanitario privado estuvo ahí, con total solidaridad anteponiendo a los pacientes a la seguridad económica de sus empresas y con ella las de sus miles de trabajadores.

Somos los primeros que apoyamos la existencia de un sector público fuerte y cohesionado para todos como forma mayoritaria para la administración y para la atención de la demanda en nuestro país, pero no alcanzo a entender por qué nuestra existencia genera tanta reprobación. En verdad puedo afirmar que a pesar de las terribles circunstancias que estamos viviendo, el sector sanitario privado está volcado y este compromiso lo mantendrá sin fisuras todo lo que sea necesario. No es a nosotros a los que nos preocupa en este momento si nos van a pagar o no, si no a aquellos que tanto nos odian.

Dr. Juan Abarca Cidón es presidente de la Fundación IDIS.

1 comentario


  1. Para mí modo de ver y criterio sin haber estado con el COVID-19, para poder evaluar con experiencia y conocimiento, lo que persivo es una colaboración humana y solidaria de parte del personal sanitario sin tener en cuenta clase social ni condiciones, la respuesta es para estar agradecido por los que arriesgan su vida, su integridad, su familia a cambio de tener una satisfacción "pienso yo" que es por estar comprometidos y haber hecho un juramento de salvar vidas y por ética profesional, no hay derecho que personas resentidas en vez de estar prestando una colaboración así sea con respetar las normas impuestas en esos momentos de una crisis mundial que solo hay que agradecer como se han tomado el compromiso de salir adelante con la factibilidad de cometer errores, porque es de humanos, mis felicitaciones es lo que me cabe decir, aquí estaría escribiendo tantas cosas que no terminaría porque las considero importantes, no le preste atención a personas que no aportan ni ven lo positivo que hay en todo este proceso, que se tenga la filosofía que sea no es normal y es un toque de alerta para llamarnos a la integración y la unión, FELICITACIONES, si tengo las condiciones de aportar dinero o colaborar en lo que pueda a las hospitales o personal privado con gusto lo haría, porque han demostrado con hechos y dado ejemplo de una verdadera solidaridad que en estos momentos es lo importante, no presté atención a los necios y personas negativas y contaminantes.
    Sólo merecen felicitaciones

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