La prohibición es paz

Por Antonio Basagoiti, presidente del PP de Vizcaya (ABC, 21/01/06):

LA convocatoria por parte de Batasuna de una asamblea en Bilbao y su posterior prohibición está dando lugar a una notable polémica entre quienes consideramos que un partido ilegal no puede convocar actos y quienes entienden que su celebración favorece la actual coyuntura política vasca. Los defensores de hacer la vista gorda con los batasunos, todos los que ahora gobiernan en España de una manera u otra, como el PSOE, ERC o el PNV, han justificado su postura argumentando que es necesario moverse para alcanzar la paz, acusando al PP de defender la prohibición en un intento más por perpetuar el llamado conflicto. Pero la realidad y la historia reciente van en contra de las posiciones políticas que hoy lidera Rodríguez Zapatero.

Al contrario de quienes por defender la legalidad vigente acusan al Partido Popular de franquista y de comportarse igual que aquellos con los que el PNV pactó en Santoña en plena Guerra Civil, yo sí creo que socialistas y nacionalistas tienen entre sus propósitos conseguir la Paz. Puede que haya quien quiera sacar ventaja de situaciones políticas concretas, pero no dudo que quieran el cese de la acción terrorista de ETA. El error está tanto en el camino emprendido, como en la política denostada.

Es un monumental error, y así nos lo demuestra lo ocurrido durante nuestra democracia, dar esperanzas a ETA de que puede conseguir algo a través de la violencia. Los terroristas que se dicen vascos siempre han interpretado la disposición de la democracia española como una muestra de debilidad para seguir extorsionándola. Los mensajes que traslada ahora el Gobierno al entorno etarra dejan patente una clara disposición negociadora, actitud que sólo contribuye a engrandecer las expectativas del terrorismo de conseguir sus objetivos. El error es de tal calibre que es bastante probable que a estas alturas ETA haya decidido aparcar la posibilidad de abandonar las armas, habida cuenta de lo mucho que está consiguiendo con la generosa voluntad de los actuales gobernantes. Su brazo político ha vuelto a convertirse en el eje de los principales debates políticos, se habla cada día con mayor insistencia de romper la España autonómica, se mira mejor a los terroristas presos, arrecian las críticas contra la Ley de Partidos, se aísla al PP, ha recuperado su presencia en las calles, ha conseguido salvar su representación en el Parlamento vasco y conserva expectativas sólidas de volver a los ayuntamientos en la próxima legislatura.

Por todas estas razones están equivocados también quienes creen que la celebración de la asamblea de Batasuna vendría acompañada de anuncios positivos. ¿Para qué? A ETA no le puede ir mejor, y para ello no ha tenido que renunciar a su actividad armada, a la extorsión y tampoco se ha sentido obligada a pedir perdón a las víctimas. No ha hecho ninguna renuncia y, sin embargo, se ha encontrado con un escenario absolutamente benévolo para sus intereses. No hay explicación lógica para justificar el cambio de posicionamiento del Gobierno socialista en relación con la lucha antiterrorista.

No es casualidad que la estabilidad del Gobierno Zapatero dependa en gran medida del apoyo de formaciones nacionalistas, especialmente interesadas en propiciar un escenario político marcado por la desmembración de la España autonómica. Nacionalistas vascos y catalanes han sabido aprovechar la precaria mayoría del Gobierno socialista para impulsar una estrategia compartida que tiene como denominador común el cuestionamiento del actual ordenamiento constitucional. Y el PSOE ha decidido poner España a los pies de intereses de unos y de otros, ignorando la insaciable demanda que acompaña a los nacionalismos y sin reparar -creámoslo así- en el irreparable daño que esta estrategia tendrá para el conjunto de España. Es decir, el Gobierno del PSOE ha decidido utilizar la estabilidad del conjunto de todos los españoles como moneda de cambio de la suya propia. Es incuestionable que hoy el futuro de nuestro país está en manos de aspiraciones y objetivos nacionalistas, situación que también ha sabido aprovechar el terrorismo etarra para salir de la delicada situación en la que estaba y que, por increíble que parezca, también se está encontrando con la aquiescencia del actual presidente de Gobierno.

La verdad es que la paz estaba más cerca hace dos años de lo que está hoy. Está demostrado que los terroristas sólo cesan en su actividad, y ahí está el IRA, cuando perciben que extorsionando o matando no sacan nada. Ahora están consiguiendo cosas, mientras que hace bien poco estaban prácticamente acabados. Hay que recordar que cuando la paz ha estado más cerca ha sido cuando ETA no tenía dinero, ni cargos electos, ni altavoces, ni presencia en las calles, cuando estaba desmoralizada, cuando todo el entramando que le acompaña asumía que estaba abocado a la disolución, cuando el PSOE estaba en la política antiterrorista en la que ahora ha dejado solo al PP.

Los etarras olían la derrota policial y sólo pensaban en una negociación de supervivencia personal o carcelaria. En cambio, en este momento tienen intención de conseguir compromisos políticos. La debilidad gubernamental, sumada al interés nacionalista, esta provocando que el precio de la paz suba más que la inflación. ETA ha vuelto a respirar gracias a la indecisión de un presidente de Gobierno incapaz de mantener los principios fundamentales que han hecho de la política antiterrorista el principal punto de encuentro de las dos fuerzas mayoritarias en España.

Por todo ello, la decisión de Grande-Marlaska nos acerca a la Paz, porque ETA y su mundo han visto que en España no vale sólo con la estrategia de un Gobierno indocumentado sobre Euskadi y benévolo con sus intereses, sino que hay una Justicia y unas leyes. Un Estado de Derecho es mucho más que un presidente y es un muro para evitar que alguien pueda sacar ventaja de haber matado. Hoy, tras la prohibición de la asamblea de Batasuna, la paz esta un poco más cerca porque ETA ha visto que en España hay todavía Justicia.