La promesa de la escolaridad de turnos múltiples

La promesa de la escolaridad de turnos múltiples

La necesidad de defender el derecho a la educación ha recibido mucha atención en los últimos años. Garantizar una “educación de calidad inclusiva y equitativa” para todos es uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados por los líderes mundiales en 2015. Pero lograr este objetivo para la fecha límite de 2030 de los ODS exigirá que hagamos un uso inteligente de los recursos limitados.

La escala del desafío es enorme. En Pakistán, por ejemplo, se calcula que unos 22,8 millones de niños no van a la escuela, de los cuales el 78% tiene entre 10 y 16 años. Un sorprendente 44% de los niños paquistaníes que terminan su educación primaria abandonan la escuela, en lugar de pasar a la etapa secundaria.

El problema no es que los niños no quieran estudiar. Por el contrario, como señalan la UNICEF y la UNESCO, el problema tiene que ver principalmente con barreras del lado de la oferta, desde una falta de escuelas accesibles (ya sea porque están demasiado llenas o porque están demasiado lejos) hasta la incompatibilidad entre los medios de subsistencia (como calendarios de cosecha) y los horarios escolares.

En los últimos años, se han lanzado una cantidad de iniciativas para ayudar a resolver estas deficiencias. Entre ellas hay un programa implementado en las provincias de Punjab y Khyber Pakhtunkhwa de Pakistán llamado Transición y Retención Sostenible en la Oferta de Educación (STRIDE por su sigla en inglés), que se centra en eliminar las barreras que enfrentan los estudiantes al pasar de los niveles de educación primario a superior.

En su primer año, el proyecto piloto STRIDE abarcó cuatro distritos, dándoles una segunda oportunidad a unos 8.000 jóvenes. En base a los resultados positivos iniciales, hoy se está escalando para incluir dos distritos más de Khyber Pakhtunkhwa. La clave del éxito será seguir utilizando datos para garantizar que la planificación, el financiamiento y la oferta de servicios sean específicos para cada contexto.

Los datos muestran discrepancias importantes entre los pueblos y los distritos en términos de transición y retención de los estudiantes. Mientras que alguien de afuera simplemente podría echarles la culpa a los alumnos, un análisis más detenido de la evidencia podría revelar que no existe ninguna escuela secundaria cerca o que la escuela más próxima ya tiene su capacidad colmada.

Es lo que le sucedió a Gul Muhammad, un marido de 22 años y padre de dos hijos del distrito Kohat de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa. Para permanecer en la escuela después de completar el octavo grado hace siete años, Gul habría tenido que viajar casi diez kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Era una distancia demasiado extensa para recorrer diariamente a pie, pero no tenía los recursos para hacer el trayecto en tren o en autobús.

De modo que Gul decidió trabajar con su padre en una granja, con la esperanza de poder continuar con sus estudios por su cuenta en su tiempo libre. A medida que pasaba el tiempo, empezó a preguntarse si alguna vez volvería a pisar una escuela, y temía que, si alguna vez lo hacía, su edad pudiera ser un impedimento para aprender.

Sin embargo, gracias a STRIDE, Gul comenzó la escuela secundaria en septiembre de 2017. Para facilitar su viaje diario a la escuela, recibió una bicicleta gratis. Más importante, ha podido sacar provecho de una “escolaridad de segundo turno”: las clases empiezan en la tarde, lo que les permite a los alumnos seguir trabajando por la mañana.

La escolaridad de segundo turno es una salvación para los estudiantes que trabajan. Por ejemplo, en Brasil, se introdujo un sistema de tres turnos para la educación secundaria superior, lo que les permite a los jóvenes ajustar sus horarios escolares según sus obligaciones laborales. La OCDE informa que, en 2013, el 43% de los estudiantes aprovechaban la opción del turno noche, mientras trabajaban jornada completa.

Es más, la escolaridad de turnos múltiples les da a los maestros locales la oportunidad de aumentar sus ingresos al trabajar por la noche, aprovechando al máximo la infraestructura educativa existente. Según la UNESCO, el argumento para una escolaridad de segundo turno es particularmente fuerte en los países en desarrollo, donde la tierra útil suele ser escasa, lo que hace aumentar el costo de las nuevas escuelas. Como parte de STRIDE, 180 escuelas en las provincias de Punjab y Khyber Pakhtunkhwa han sumado un segundo turno, con un ahorro de unos 12 millones de dólares en costos de construcción.

Luego existe un caso como el del Líbano, donde la llegada de niños refugiados de la vecina Siria ha sobrecargado el sistema escolar. Estos niños habrían perdido años de educación –y esperanza de un futuro mejor- si las escuelas del Líbano no hubieran introducido un segundo turno para acomodarlos.

La comunidad internacional coincide en que cada persona tiene derecho a una educación de calidad. Y, si bien no existe ningún consenso respecto de cómo defender ese derecho, dos imperativos parecen obvios. Primero, dada la amplia variedad de factores del lado de la oferta que afectan el acceso de la gente al a educación, las soluciones deben adaptarse a las necesidades y condiciones locales. Segundo, con presupuestos públicos al límite, las autoridades deben aprovechar al máximo los recursos disponibles.

La escolaridad de turnos múltiples satisfice estos dos principios. No hay prueba más convincente que Gul. No hace mucho, prácticamente había perdido toda esperanza de algún día regresar a la escuela. Hoy, ha pasado sus exámenes de noveno grado y está en décimo grado. Un segundo turno le dio –y le puede dar a millones de jóvenes como él- una segunda oportunidad.

Zara Kayani is a research fellow at the Institute of Social and Policy Sciences (I-SAPS) in Islamabad, Pakistan.

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