La purga de los presidentes de directorio del Kremlin

En los últimos años, el presidente ruso, Dmitry Medvedev, avanzó contra algunos de los hombres más poderosos en el Kremlin, entre ellos Igor Sechin, un vice primer ministro que tal vez sea la figura más cercana del primer ministro, Vladimir Putin –y que también es el presidente de Rosneft, la firma petrolera más grande de Rusia-. Un decreto firmado por Medvedev con la intención manifiesta de mejorar el clima de inversiones del país despojará a Sechin y a otros de la presidencia de algunas de las mayores compañías estatales de Rusia. Pero la purga puede reflejar otros objetivos más importantes.

Medvedev ha reconocido en el pasado la necesidad de atraer inversiones rusas y extranjeras, y también que el clima de inversiones del país es sombrío. Pero esta vez, al diseñar medidas específicas a ser tomadas y establecer plazos para implementarlas, sus acciones verdaderamente coincidieron con su retórica. Y, dado que las medidas probablemente enfrenten una oposición dura por parte de poderosos grupos de interés, las reformas están destinadas a ser una prueba importante de la verdadera fuerza de Medvedev –y de sus planes de presentarse para otro mandato como presidente-. Hasta un éxito parcial permitiría que se construyera una campaña reelectoral de Medvedev alrededor de temas como la anticorrupción y la transparencia.

La corrupción y la responsabilidad gubernamental probablemente sean las únicas cuestiones más importantes para la base electoral de Medvedev entre la creciente clase media y los votantes de “protesta” de Rusia. El desempeño deficiente del gobernante partido Rusia Unida en las recientes elecciones regionales demuestra que el electorado está harto del status quo y está dispuesto a votar por una alternativa.

El éxito del principal activista anticorrupción Alexei Navalny es otro llamado de atención para Medvedev. Lo que es más importante, muchas de las medidas propuestas por el presidente son similares a las recomendadas por Navalny: remover a funcionarios del gobierno de las juntas de las empresas estatales; asegurar el acceso por parte de accionistas minoritarios a documentos corporativos; y desarrollar un mecanismo para responder a quienes revelan casos de corrupción.

Medvedev pronunció un argumento simple y convincente: los que le temen a la transparencia son los que tienen algo que esconder. No es una acusación abstracta. Los repetidos pedidos de Navalny de minutas de las reuniones de directorio de varias empresas estatales generaron una enorme resistencia –dos empresas incluso intentaron, infructuosamente, modificar la ley para rechazar los pedidos de información por parte de los accionistas.

La más polémica de las medidas de Medvedev es la remoción de burócratas clave de las juntas corporativas. Sus órdenes enumeran 17 empresas estatales y establecen que los poderosos ministros y vice primer ministros sean removidos de las presidencias de los directorios para el 1 de julio (prometió una lista más larga para el 1 de octubre).

La lógica del presidente es clara: un funcionario del gobierno a cargo de una compañía petrolera o de un banco enfrenta un conflicto inherente de intereses. El presidente de un directorio debe responder por los intereses de la compañía –muchas veces a expensas de sus competidores-. Pero un funcionario del gobierno debe perseguir el interés público, que incluye preservar un contexto competitivo en el sector petrolero o bancario.

Remover a los funcionarios de las juntas de las empresas estatales ha sido un objetivo importante para Medvedev desde hace varios años. Introdujo la idea en su discurso en Krasnoyarsk durante la campaña electoral en 2008, e hizo realidad el anuncio de que decenas de directores independientes serían asignados a las juntas de empresas estatales.

Sin embargo, las presidencias de los directorios siguieron siendo el terreno de la burocracia. Ni una sola compañía estatal tiene un presidente independiente. Y la presidencia es una posición vital, ya que su ocupante marca la agenda y controla las discusiones.

Resulta difícil hablar de “estándares” de gobernancia corporativa en las empresas estatales rusas, ya que la mayoría ni siquiera tiene reuniones de directorio programadas regularmente, debido a la imprevisibilidad de las agendas de los funcionarios del gobierno. Esto puede parecer una nimiedad, pero tiene una implicancia fundamental: cuando no hay un cronograma regular para las reuniones de directorio, muchos directores independientes (especialmente extranjeros) muchas veces no pueden asistir. Si el presidente del directorio no es un funcionario del gobierno y puede comprometerse con un cronograma anual, se pueden ver atraídos directores independientes altamente calificados provenientes del exterior.

Como suele suceder con este tipo de iniciativas, la implementación es importante. Primero, no resulta claro quién reemplazará a los burócratas en las presidencias de los directorios. Dada su importancia, los nuevos presidentes deben tener las capacidades y la integridad necesarias. Se suele decir que Medvedev no tiene su propio equipo; las personas que asigne para estos cargos demostrarán si esto es verdad.

Segundo, no resulta claro si los nuevos presidentes de directorio en realidad dirigirán las compañías. El sistema legal de Rusia es imperfecto y hasta las violaciones graves de la gobernancia corporativa son difíciles de castigar. No parece impensable que el plano gerencial simplemente ignore a las juntas.

Finalmente, si bien algunos miembros de los directorios son verdaderamente independientes, otros reciben “directivas” del gobierno sobre ciertas cuestiones. Por lo tanto, es importante saber si los nuevos presidentes de directorio dirigirán sus juntas de manera independiente o según las órdenes del Kremlin. En el último caso, los nuevos (y costosos) presidentes serían tratados como apoderados del gobierno, lo que convertiría todo el ejercicio en una pantomima. La buena noticia es que el principal asesor económico de Medvedev, Arkady Dvorkovich, dijo que las directivas del gobierno también “serán reformadas”.

Si realmente se logran implementar estas mejoras de la gobernancia corporativa, el resultado quedará a las claras. Pronto sabremos (de hecho, antes del 1 de julio) si el presidente de Rusia puede implementar aunque sea una parte de su agenda –y si en el proceso está dispuesto a construir su propia base de poder y puede hacerlo.

Por Sergei Guriev, rector de la Nueva Escuela Económica en Moscú, y Aleh Tsyvinski, profesor de Economía en la Universidad de Yale.

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