La racha de éxitos diplomáticos de Putin

La racha de éxitos diplomáticos de Putin

Desde que Rusia invadiera Crimea el año pasado, Occidente ha confiado en una estrategia que combina sanciones económicas y aislamiento internacional para obligar al Kremlin a dejar de apoyar a los rebeldes del este de Ucrania, pero los últimos éxitos diplomáticos del Presidente ruso Vladimir Putin (particularmente con Irán, Corea del Norte y Paquistán) han puesto en evidencia la ineficacia de esa táctica.

Está claro que Putin sufrió un desaire en la cumbre del G-20 del mes pasado en Brisbane, en que los anfitriones australianos y los líderes occidentales lo reprendieron en las reuniones bilaterales por violar la soberanía ucraniana y generar conflictos con sus socios económicos occidentales. Putin se fue antes de tiempo, proclamando que en todo caso las sanciones occidentales dañaban más a las economías europeas que a Rusia.

Pero no sirvieron para disuadirle, pues procedió a anunciar importantes iniciativas con países de gran importancia para Occidente en el ámbito de la seguridad, que le han ayudado a fortalecer su posición diplomática y elevar su valor ante China, su socio más importante (aunque todavía reticente). Como declarara Putin en una entrevista reciente, su gobierno está comprometido a asegurar que Rusia no quede aislada internacionalmente tras una nueva Cortina de Hierro.

El Kremlin ha creado un banco en conjunto con Irán que hará posible a las empresas rusas ampliar el comercio bilateral sin usar las monedas ni preocuparse por las sanciones financieras de Occidente, en una iniciativa que se basa en el acuerdo de “petróleo por mercancías”, por el cual Rusia intercambiará sus productos por hasta 500.000 barriles de petróleo iraní al día.

Asimismo, se ha avanzado en la cooperación bilateral, con unos ejercicios marítimos conjuntos de tres días entre la Armada Rusa y la flota del Caspio de Irán. Hasta ahora, los intentos de debilitar su relación bilateral con Irán (por no mencionar a Siria, su otro aliado importante en Oriente Próximo) han fracasado una y otra vez. En octubre, Vitaly Churkin, embajador de Rusia ante las Naciones Unidas, criticó la iniciativa contra el Estado Islámico, encabezada por Estados Unidos, por no haber hecho partícipes a Irán y Siria, países a los que llamó “aliados lógicos en la lucha antiterrorista en la región”.

Más aún, Rusia ha firmado un acuerdo que asegurará que sus empresas sigan siendo los actores predominantes en el sector de la energía nuclear para fines civiles de Irán, incluso si se llega a un tratado que haga que las potencias occidentales suavicen sus sanciones. Bajo los términos del acuerdo, Rusia ayudará a Irán a construir al menos dos reactores nucleares más, y pueden llegar a ser ocho.

Las nuevas plantas, como el reactor construido por Rusia en Bushehr, estarían sujetas al monitoreo de la Agencia Internacional de Energía Atómica y usarían solamente combustible nuclear ruso que se almacenaría en Rusia  una vez utilizado, para evitar que Irán desarrolle tecnologías nucleares peligrosas. Aun así, Rusia ha acordado formar a más expertos nucleares iraníes y puede permitir a Irán fabricar algunos de los componentes de los cilindros de combustible de uranio.

En Corea del Norte, la diplomacia rusa ha hecho más avances todavía. El verano pasado Putin perdonó a este país el 90% de la deuda de $11 mil millones que arrastraba desde la época soviética y anunció que los mil millones restantes se podrían usar como parte de un programa de “deuda por ayudas” para financiar servicios de atención de salud, energía y proyectos educativos.

Con esto se abrieron vías para nuevos proyectos de desarrollo y una mayor inversión bilateral y regional. Por ejemplo, varias empresas rusas tienen planes de ayudar a reconstruir la red ferroviaria norcoreana a cambio de acceso a los recursos minerales del país, que están subexplotados.

Este año, Rusia ha recibido a más dirigentes norcoreanos que cualquier otro país, por ejemplo a Choe Ryong-hae, enviado especial del aislado líder Kim Jong-un y alto funcionario del gobernante Partido de los Trabajadores, que estuvo una semana entera en encuentros con líderes políticos y económicos rusos. De hecho, las autoridades rusas han indicado que Putin quiere ser el primer jefe de estado que se reúna con Kim, deseoso de profundizar sus lazos con Rusia para compensar su tambaleante relación con China.

Noviembre también fue un buen mes para la diplomacia rusa en Paquistán: Sergei  Shoigu se convirtió en el primer ministro de Defensa ruso en visitar el país desde 1969. Durante su estadía en Islamabad firmó con el Primer Ministro Nawaz Sharif un acuerdo sin precedentes que podría establecer un marco para ejercicios militares conjuntos, visitas portuarias recíprocas y un diálogo sobre una amplia variedad de temas relacionados con asuntos de seguridad regionales.

Más aún, el Kremlin ha relajado su oposición a que Paquistán sea miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghai, junto con China, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Y el gobierno ruso ha aceptado vender a Paquistán hasta 20 helicópteros de ataque pesado Mil Mi-35 “Hind E” para ayudarle a combatir el terrorismo y el tráfico de drogas.

Hasta ahora Rusia ha evitado vender a Paquistán equipos militares avanzados para no dañar su relación con India, pero a medida que se ha fortalecido la relación estratégica entre ambas potencias, que incluye un mecanismo conjunto  para adquirir y entregar armas de fabricación rusa al gobierno afgano, Putin se siente más confiado para fortalecer su cooperación con Paquistán. El anuncio de varios otros acuerdos bilaterales durante su reciente visita a India sugiere que tal confianza tiene sus razones.

Todo esto podría fortalecer la posición de Rusia ante China, interesada en aumentar su influencia sobre Irán, Corea del Norte y Paquistán, pero que ha buscado sutilmente explotar el aislamiento de Rusia. También le atraen las vastas riquezas de gas natural ruso, por las que negoció duramente en el reciente acuerdo de suministro de gas a 30 años por un valor de $400 mil millones.

Al dar a los principales países de la región alternativas a ceder a la presión estadounidense sobre temas como la no proliferación nuclear y la lucha contra el terrorismo, las recientes acciones de Rusia han complicado considerablemente las iniciativas diplomáticas de EE.UU. Si bien Putin no ha roto el consenso internacional sobre estos temas, podría bloquear los avances para que Estados Unidos cambie sus políticas hacia Ucrania, Siria y otros países, con lo que la situación de seguridad mundial, que ya es peligrosa, podría agravarse aún más.

Richard Weitz is Senior Fellow and Director of the Center for Political-Military Analysis at the Hudson Institute. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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