La rebelión de los oligarcas de Ucrania

Las elecciones parlamentarias de Ucrania el 28 de octubre no será ni libres ni justas. A ocho improductivos años de la Revolución Naranja del año 2004, la oposición democrática se encuentra desalentada y desmoralizada. Aun así, las elecciones pueden poner a prueba el poder del presidente Viktor Yanukovych.

Yanukovich llegó al poder en febrero del año 2010, mediante elecciones que se calificaron como libres y justas (celebradas en una época en la que “Freedom House” aún calificaba a Ucrania como un país democrático). Sin embargo, rápidamente él consolidó el poder y convirtió a Ucrania en un Estado ligeramente autoritario. Se ha condenado a prisión a una docena de políticos prominentes, entre ellos a la ex primera ministra Yulia Tymoshenko y al ex ministro del Interior Yuri Lutsenko.

Tymoshenko, quien fue y sigue siendo la líder de la oposición liberal y pro-occidental, fue condenada a siete años de prisión por un acuerdo con Rusia sobre gas por el cual ni siquiera se la acusó de haberse beneficiado personalmente. Sin ella, la oposición democrática no tiene un líder fuerte. Pero Yanukovich no paró en este hecho. Ejerce una fuerte presión sobre los canales de televisión privados, y ha bloqueado licencias y el acceso a la televisión vía cable del canal independiente de televisión TVI, canal que ha expuesto los casos de corrupción más graves de su administración. Por otra parte, utiliza de manera amplia al servicio civil y a las autoridades policiales para reprimir a la oposición y para promocionar a sus protegidos.

Y sin embargo, la próxima contienda electoral es importante. Ucrania tiene una sociedad civil dinámica y comunicaciones vía Internet sin restricciones. Pero la oposición, que aglutina a la mitad del país, está muy desmoralizada después de cinco años de estancamiento entre los líderes de la Revolución Naranja, por la cual la mayor parte de la culpa recae sobre el ex presidente Viktor Yushchenko, quien según casi todas las opiniones ha traicionado el avance democrático que representaba. Ahora lidera un partido que apoya a Yanukovich, que incluso ha permitido que Yushchenko permanezca en la residencia presidencial desde que dejó su cargo.

Los votantes ucranianos son volubles. Votaron en contra de quienes estaban en el poder en las elecciones presidenciales de 1994, 2004 y 2010. Pueden hacer esto de nuevo. La más reciente encuesta de opinión pública sugieren que el Partido de las Regiones de Yanukovich obtendría un 28% de los votos, y que su único aliado que va a superar el umbral electoral del 5% sería el partido de los comunistas, que obtendría el 11%, con lo que se supone que alcanzará a un total del 39%, en comparación con el 36% que sumarían los dos partidos de la oposición: el partido Patria de Tymoshenko que obtendría un 19% y el UDAR del campeón mundial de boxeo Vitali Klitschko que llegaría a un 17%.

La naturaleza depredadora del gobierno de Yanukovich no está exactamente bien escondida, sus familiares y leales partidarios controlan el aparato de seguridad y las principales agencias económicas. El susto que tiene a la oposición democrática está bien fundamentado, y Yanukovich está anulando a dicha oposición a través de toda forma que se considere razonablemente suave. Previendo que su partido podría perder las próximas elecciones si el sistema de votación proporcional de Ucrania se mantuviera, Yanukovych ha regresado al sistema electoral del año 2002, según el cual sólo la mitad de los 450 escaños se distribuirán proporcionalmente. Los restantes 225 escaños serán asignados al ganador se lleve las circunscripciones electorales uninominales – un cambio que otorga a los magnates regionales una gran oportunidad para comprar escaños.

Pero Yanukovych fue incapaz de prever que los magnates se atreverían a serle desleales. En un principio, su gobierno contenía nueve grupos de grandes empresarios, pero esa cifra se ha reducido gradualmente, e incluso los hombres de negocios más importantes se han visto marginados por sus principales partidarios, quienes según rumores ampliamente difundidos se enriquecen a costa tanto del Estado como de las empresas privadas. A diferencia del presidente de Rusia, Vladimir Putin, Yanukovych parece haber arrollado a demasiados hombres de negocio demasiado rápido, sobrevalorando su poder y reduciendo su base de apoyo. En efecto, parece que ha convertido en sus enemigos a todos los principales oligarcas de Ucrania.

Cada verano, el prominente hombre de negocios ucraniano Victor Pinchuk organiza una importante conferencia internacional, llamada la Estrategia Europea de Yalta (Yalta European Strategy), a la cual asiste la élite ucraniana como también prominentes personajes extranjeros. Este mes de septiembre, la lección aprendida en dicha conferencia fue que Yanukovych se ha aislado no sólo de Occidente y de Rusia, sino que también de sus principales partidarios en el país.

Los magnates ucranianos no son tontos. Ellos ven las próximas elecciones como su última oportunidad para hacerle frente a Yanukovych. Los muchos parlamentarios que serán elegidos en circunscripciones uninominales son más propensos a obedecer a dichos magnates que a Yanukovych. Bajo el sistema electoral vigente en el año 2002, el partido en el poder se desintegró rápidamente en nueve facciones oligarcas. Es probable que algo similar ocurra en esta ocasión.

Puede que los magnates no puedan expulsar a Yanukovych, pero pondrán a prueba su poder. Sus representantes públicos más locuaces son el vice-primer ministro Valeriy Khoroshkovskiy y el ministro de Economía, Petro Poroshenko, que fue una fuerza importante detrás de la Revolución Naranja.

La principal objeción que tienen los empresarios en contra de Yanukovych es que él prefiere mantener a Tymoshenko en la cárcel en lugar de obtener un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. El ya concluido acuerdo de libre comercio con la Unión Europea brindaría a Ucrania acceso a mercados y aumento de exportaciones que son muy necesarios, pero la UE no lo ratificará a menos que se libere a Tymoshenko y cese la represión de la oposición y de los medios de comunicación.

Del mismo modo, los magnates abogan por la restauración de la cooperación con el Fondo Monetario Internacional, porque quieren acceder a créditos a tasas de interés razonables. Pero Yanukovich se niega a liberalizar los precios del gas, una demanda clave del FMI.

La preocupación sobre que la postura pro-reforma de Occidente impulsaría a Ucrania hacia los abrazos de Rusia es en gran parte infundada. Las relaciones personales Yanukovich con Putin son tan deficientes que Putin prácticamente llega a todo menos a negarse a hablar con él – aparte de hacerlo para formular demandas absurdas.

El Occidente por lo tanto tiene un papel importante que desempeñar en la contienda electoral, y está enviando a dos mil observadores electorales con el fin de ayudar a garantizar una votación libre y justa. De hecho, los Estados Unidos y la UE, en especial, tienen un gran interés en el resultado. Ucrania es un país amigo – un país que siempre se une a “las coaliciones de voluntarios” que prepara Occidente. Sin embargo, es un país democrático caduco. Estos países deben ayudar a cambiar esta situación.

Anders Åslund, a senior fellow at the Peterson Institute for International Economics, is the author of The Last Shall Be the First: The East European Financial Crisis, 2008-10. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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