La responsabilidad de Hezbolá

Por Juanjo Sánchez Arreseigor, historiador y especialista en el Mundo Árabe (EL CORREO DIGITAL, 28/07/06):

Mal van las cosas en Líbano por culpa de Hezbolá. Los israelíes también tienen su parte de responsabilidad en la catástrofe y se quejan con amargura de que mucha gente les retrata como los únicos culpables. No comprenden que la evacuación de decenas de miles de extranjeros de múltiples naciones desarrolladas atrae necesariamente una amplia cobertura mediática. La gente de cada país recibe información sobre cientos de sus compatriotas escapando ante la ofensiva israelí; esa gente no huye de Hezbolá, huye de Israel. Los israelíes se quejan, y no les falta razón, de que su Gobierno se limita a responder a una injusta agresión contra su población civil. Pero la respuesta israelí ha sido la de una salvaje e indiscriminada agresión contra la población libanesa no combatiente y las infraestructuras civiles como puentes, carreteras, aeropuertos, etcétera. ¿Eso no es estrategia! No importa lo fuerte que seas, para ir a la guerra hace falta un plan. Se piensa primero y se dispara después. El primer ministro israelí, Olmert, dispara, pero no piensa. Por lo tanto los israelíes pueden perder esta guerra. Ellos alegan que su represalia es justificable y proporcionada, pero mientras Chipre esté abarrotada de refugiados, muy pocos les creerán. Acusar a la gente de antisemitismo es más sencillo que hacer autocrítica y evitar meterse a ciegas en una trampa.

Lo cierto es que Hezbolá ha ganado ya el primer asalto. Ellos alegan que atacaron para ayudar a sus hermanos palestinos en Gaza. Una historia muy hermosa: mientras los suníes y chiíes de Irak parecen a punto de iniciar una guerra civil, los chiíes libaneses de Hezbolá acuden en ayuda de los palestinos suníes de Gaza. Hermoso, pero falso. La ayuda militar que realmente necesitan los palestinos consiste en armas antitanque y por encima de todo, misiles antiaéreos. Todo lo que se insista en este vital aspecto será poco. También les hacen mucha falta toneladas de instrucción militar, disciplina y cohesión de grupo. Al igual que la mayoría de los árabes, los palestinos son buenos guerreros, pero pésimos soldados. No hay motivo alguno que les impida llegar a ser buenos combatientes, como ya lo han sido en el pasado reciente, pero de momento no parece haber nadie entre ellos que conozca el arte de la guerra. Israel no es el culpable de esta carencia. Ellos han asesinado selectivamente a decenas de líderes palestinos, pero la mayoría eran terroristas. Poner bombas a civiles es una cosa, pero crear una fuerza militar eficaz es algo muy diferente. Hezbolá podría hacer algo al respecto. Ellos forman una de las pocas fuerzas de combate de cierta calidad entre los árabes de Oriente Medio. En vez de ello, optaron por condenar a su propio país.

Hezbolá no podía ignorar las consecuencias de sus actos. Todos veían lo que Israel estaba haciendo en Gaza y era evidente que a Líbano le harían lo mismo en caso de ataque. Hezbolá podría devolver los golpes a pequeña escala, pero no podría defender el país ni proteger a las gentes. Líbano está siendo sacrificado en beneficio de Hezbolá. De momento todo va según lo previsto: arrojas unos cuantos cohetes sobre la población civil israelí y entonces el Gobierno de Tel Aviv embiste a ciegas como un toro ante un trapo rojo. Se meten de nuevo en el avispero del sur de Líbano, en el que ya estuvieron empantanados largos años sin obtener resultado alguno hasta que tuvieron que tirar la toalla y marcharse durante el mandato de Ehud Barak. A muy pequeña escala, Líbano fue el Vietnam de Israel y Hezbolá el Vietcong. Ahora se han metido de nuevo en la misma trampa. ¿Cuándo comprenderán los aficionados como Olmert que la potencia de fuego jamás es suficiente por si sola?

Suele afirmarse que Hezbolá es el peón de Siria o de Irán, de manera que sus acciones obedecerían a un plan perverso tramado en Damasco, en Teherán o en ambas a la vez. En realidad Hezbolá es un jugador, no un peón. Otra cosa es que existan enemigos comunes y que, por lo tanto, los intereses puedan coincidir. Irán no necesita esta guerra en Líbano; le divierte ver en apuros a los israelíes, aunque este embrollo no le beneficia en nada. Sabe que Israel está muy lejos y que Estados Unidos no puede invadirles debido al fiasco de Irak. En cuanto a Siria, este asunto les pone en grave peligro. Estados Unidos no puede invadir Irán, pero sí el territorio sirio. Si el lector mira el mapa, verá que Siria tiene un tercio de la extensión de España y 18,4 millones de habitantes. El terreno es muy llano, salvo junto a la costa, y desde Irak no hay barrera alguna que detenga a un invasor. Si además ponemos en la costa mediterránea a la Sexta Flota y a los marines, todo está hecho. Incluso sin Israel uniéndose a la fiesta desde los Altos del Golán, la ocupación total del país tardaría poco más de una semana, en vez del mes largo que se tardó en ocupar todo Irak.

Hezbolá no es el caballo de Troya sirio para reconquistar Líbano. Ellos son integristas y el Gobierno sirio es una dinastía laica con una retórica pseudo marxista vagamente atea. Para un chií ortodoxo y fanático, la secta alawi a la que pertenece la dinastía Assad y casi todo el alto mando sirio es un grupo de pérfidos herejes prácticamente infieles a los que se debería exterminar.

Cuando los israelíes abandonaron Líbano, Hezbolá obtuvo un gran prestigio en todo el país y no sólo entre la minoría chií, donde coexisten Hezbolá y otros partidos. Hezbolá se convirtió en un partido político pero a largo plazo su carácter confesional chií le impuso un rígido techo electoral. ¿Puede ser ésta la verdadera estrategia de Hezbolá? ¿Usar la guerra para convertirse en un movimiento patriótico nacional libanés, o por lo menos para abrirse paso hacia el electorado suní o druso? ¿Aunque para ello deba sacrificar a miles de inocentes provocando ellos mismos el conflicto?