¡El CERN demuestra que la investigación básica también ofrece una rentabilidad inmediata!
La profunda y persistente crisis económica está desorientando las prioridades presupuestarias en las sociedades avanzadas. La urgencia por contener y reducir el déficit está llevando a que inversiones destinadas a la ciencia y la investigación básica se consideren con un rango de prioridad menos elevado. Sin embargo, existe un amplio consenso entre los economistas sobre la importancia crucial de la ciencia para preservar y fortalecer la competitividad de los países y aprovechar las oportunidades derivadas de la globalización.
A lo largo de sus más de cinco décadas de existencia, el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) ha ofrecido importantes ejemplos del impacto de sus descubrimientos en el desarrollo de nuevos sectores empresariales. Su aportación, realizada en colaboración estrecha con los institutos nacionales de sus 20 Estados miembros, no se puede reducir solamente de forma simplista a las investigaciones sobre el origen de la materia y del universo y ocultar su participación activa en la base de los grandes cambios tecnológicos que han modificado radicalmente nuestra forma de vida.
La World Wide Web ha posibilitado la revolución de Internet, el grid computing ha impulsado la economía en la nube, y el PET (tomografía por emisión de positrones) ha supuesto un logro decisivo para las tecnologías de la salud sin olvidar su contribución a la construcción de aceleradores de uso médico para el tratamiento del cáncer de cerebro. Los avances registrados en el ámbito de la superconductividad en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) —proyecto estrella del CERN— contribuirán al reto energético de nuestro planeta.
La crisis económica actual ha puesto de manifiesto que aquellos países que, como Alemania, Suecia, Dinamarca o Finlandia, vienen apostando claramente por la inversión en investigación básica han logrado establecer un modelo tecnológico y productivo mucho más competitivo y resistente. Mientras España se ha visto afectada por dos recesiones consecutivas, los países mencionados han conseguido mantener tasas de crecimiento positivas y preservar el empleo. Frente al falso dilema de optar entre la investigación básica y la investigación aplicada, quienes mejor han sabido afrontar la crisis lo han hecho impulsando un modelo de colaboración público-privada que asegura la interacción entre ambos planos de la investigación.
De esta manera, el conocimiento fluye y los científicos comparten con los innovadores ideas y tecnologías cada vez más avanzadas. Los países de mayor éxito contra la crisis, como Alemania o Suecia, continúan invirtiendo en infraestructuras científicas con una elevada visibilidad, lo que atrae el talento de los jóvenes hacia la investigación y fomenta el diálogo entre la ciencia y la sociedad.
En las tres últimas ediciones del Foro Económico Mundial he tenido la oportunidad de acudir a Davos para tratar de convencer a los principales líderes políticos y empresariales sobre la necesidad de otorgar mayor importancia a la ciencia en la agenda económica internacional. De ello depende el bienestar de las nuevas generaciones y el futuro del planeta. Es necesario propiciar una reflexión pública, con un mínimo de rigor científico, sobre cuestiones vitales como el cambio climático o las energías renovables. Las grandes infraestructuras científicas como el LHC del CERN y proyectos científicos globales, como la búsqueda del bosón de Higgs, nos ofrecen una oportunidad para reconciliar a la sociedad con la ciencia y recuperar el entusiasmo colectivo por la investigación. Y también constituyen un inestimable escaparate para convencer a los líderes políticos y empresariales de que incorporen en su toma de decisiones información contrastada y rigurosa sobre los perjuicios que acarrean los recortes presupuestarios en ciencia para la capacidad de nuestras sociedades para salir de la crisis.
En el caso de España, es esencial subrayar que somos conscientes del importante esfuerzo financiero con el CERN en un contexto de crisis económica. Es un claro testimonio del compromiso del Gobierno con nuestra organización y de su voluntad de cumplir con sus compromisos internacionales. En estos momentos de crisis que favorecen el cuestionamiento de las prioridades, la voluntad del CERN es de obrar para el reconocimiento del papel de España y de sus centros de investigación universitarios en sus éxitos.
Una de las enseñanzas de la actual crisis económica está siendo la necesidad de recuperar la ilusión en un proyecto europeo compartido. El CERN representa un ejemplo exitoso de la colaboración entre los diferentes Estados europeos, España incluida. Asimismo, el CERN ejemplifica la apertura de la investigación básica europea a la globalidad. En el CERN colaboran miles de científicos del mundo entero que aportan su talento a los diferentes programas de investigación. Experimentos del CERN como ATLAS o CMS se han convertido en auténticos referentes de la innovación abierta a nivel planetario. Junto a sus 20 miembros europeos, en el CERN también participan, en calidad de observadores, potencias científicas como EE UU, Japón, Rusia o India.
La participación en el CERN proporciona una magnífica oportunidad a las empresas de los Estados miembros —130 en el caso de España en el 2012— para acceder a la vanguardia de los nuevos desarrollos tecnológicos. Las empresas españolas han desempeñado un papel fundamental en ingeniería civil, eléctrica o mecánica y también en servicios, de electrónica, tecnologías de vacío y baja temperatura para el experimento ATLAS y para el LHC. Asimismo, empresas españolas colaboran con el CERN en proyectos de I+D dirigidos al diseño de los aceleradores del futuro, a través de la innovadora tecnología del acelerador lineal compacto (CLIC). Y su capacidad tecnológica resulta esencial para la mejora del LHC y de la infraestructura de separación de isótopos ISOLDE.
La colaboración del CERN con el tejido empresarial español está contribuyendo claramente a la transferencia de conocimiento y tecnología, mediante la formación de ingenieros y técnicos en áreas clave, lo que contribuye a abrir nuevos nichos de mercado para los productos y servicios de las empresas españolas.
La recuperación económica de España y de Europa ha de basarse en potenciar las empresas intensivas en conocimiento y tecnología, proporcionando el entorno adecuado para su creación y expansión. La ciencia y la investigación básica constituyen uno de los elementos fundamentales de ese entorno, gracias a su impacto decisivo en la cualificación de los recursos humanos, la transferencia del conocimiento y la tecnología, así como en el fortalecimiento global del tejido empresarial.
Para aquellos líderes políticos vacilantes ante la ciencia, no hay mejor contestación que la que ofreció en el siglo XIX el científico Michael Faraday a William Gladstone, ministro de Hacienda británico, cuando le interrogó sobre la utilidad práctica de la electricidad: “Sir, estoy seguro de que pronto podrá usted gravarla con impuestos”.
Rolf Heuer es director general del CERN.