La respuesta está en la Red

La revolución digital ha generado un impacto definitivo en los modelos de negocio tradicionales de las pequeñas y medianas empresas, que deben adaptar sus ingresos al nuevo ecosistema virtual para sobrevivir, mientras las nuevas iniciativas observan el mercado global con la mirada ambiciosa que proporciona la gran lupa de Internet. Si el emprendedor es americano o asiático, el arranque está garantizado y el éxito es factible. Si es europeo, estará en desigualdad de condiciones. En Europa sólo algunos proyectos privilegiados con vocación global y potente músculo financiero pueden aspirar a una iniciativa digital con negocio en el ámbito paneuropeo.

La solución al problema es compleja y tiene múltiples aristas: 27 normativas diferentes en aspectos tan importantes como el IVA, los derechos de propiedad intelectual, las reglas contables o la resolución de conflictos en las transacciones online, por citar sólo algunos ejemplos, que obligarían a cualquier iniciativa empresarial a establecer una oficina en cada uno de los 27 estados para poner en marcha un proyecto de comercio digital paneuropeo. Pero la problemática no acaba aquí. Más allá de la dificultad de implantación, esta amalgama normativa se traduce en inseguridad jurídica y en falta de transparencia y, por tanto, en ausencia de confianza, un elemento indispensable para promover el comercio electrónico.

En Europa hay más de 23 millones de empresas que generan 175 millones de puestos de trabajo y ofrecen bienes y servicios a 500 millones de consumidores. ¿Puede desaprovecharse el potencial de un mercado semejante en una época como la que vivimos? ¿Es posible que sea precisamente en Internet, ese campo abierto y libre, donde Europa encuentre fronteras que desaparecieron hace décadas sobre su geografía?

El nuevo entorno nos ha demostrado que la necesidad de innovación es una constante y que no hay lugar para la contemplación. Vemos un triste ejemplo en Nokia. Hasta hace sólo dos años, era líder mundial en venta de terminales, pero hace ya tiempo que dejó de serlo en sistemas operativos y en tecnología móvil superada ya por coreanos, japoneses y norteamericanos. No hemos sabido innovar a tiempo. Y lo que es peor aún, no hemos interiorizado que la innovación debe ser una constante para adaptarnos a la economía digital desde la posición de una Europa definitivamente unida.

Las dificultades que atraviesa el euro y con él Europa, la falta de crecimiento, el estancamiento del consumo y el incremento del paro, en especial del paro juvenil, son, en mi opinión, algunos de los problemas que afrontamos como consecuencia de un mercado único que no existe, o al menos no completamente. Un mercado fraccionado en 27 mercados nacionales, un mercado con 27 voces cuya solución pasa sin duda por hacer más Europa. Una Europa capaz de desarrollar todo su potencial con una voz común.

El mercado único digital es la gran oportunidad para reactivar el consumo y podría ser el primer paso hacia la consolidación del comercio europeo. Se trata de una apuesta segura para fomentar el crecimiento y crear empleo, sobre todo para los más jóvenes. La crisis únicamente podrá reforzar a Europa si es capaz de adaptarse a las demandas de un mundo globalizado. Hay preocupantes estudios que afirman que, de seguir así, en 2050 no representaremos más que el 7% del PIB mundial, una pérdida de competitividad casi letal para Europa. El 99% del tejido empresarial de la Unión Europea está integrado por más de 23 millones de pequeñas y medianas empresas. Si cada una de ellas creara mañana un puesto de trabajo, el problema del paro se solucionaría de un plumazo. Es evidente que entre todos, los organismos reguladores y las instituciones responsables, tenemos la obligación de facilitar la implantación y el crecimiento de nuestras Pymes, un propósito que adquiere ahora, más que nunca, una relevancia primordial.

Si no queremos que la actual brecha se haga insalvable, es fundamental adaptar nuestro mercado digital a estas empresas, la base de nuestras economías. Si logramos que compitan en igualdad de condiciones que los «gigantes» de Internet y puedan vender sus productos en todo el ámbito paneuropeo habremos dado un verdadero impulso a nuestra economía y solucionado en gran parte el problema del desempleo. El Parlamento ha aprobado esta semana la resolución «Completando el Mercado Único digital», orientada, precisamente, a mejorar este panorama de luces y sombras e impulsar definitivamente la economía digital.

Estoy convencido de que Internet puede ser la llave que reactive el consumo, impulse el crecimiento y genere nuevos puestos de trabajo. Valga un dato para ilustrar esta afirmación: por cada empleo que se destruye en Europa en la economía tradicional, la economía digital crea 2,5 nuevos. Aprovechemos la sólida base de la tradición europea sumándole el motor de la innovación para ser verdaderamente competitivos. La salida de la crisis tiene formato digital.

Pablo Arias Echevarría, eurodiputado del Partido Popular Europeo.

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