La reválida presupuestaria

Se acerca la hora de la verdad en la negociación presupuestaria. El Gobierno carece del sustento parlamentario suficiente y la búsqueda de socios que permitan sacar adelante las cuentas del año próximo y, de facto, garantizar la supervivencia del Ejecutivo hasta el final de la legislatura se ha cerrado a una sola opción posible: el PNV. El presidente del Gobierno se lo juega todo a un examen que no puede permitirse suspender. Una reválida que puede habilitar o frustrar un nuevo horizonte para el Partido Socialista.

En primer lugar porque una prórroga presupuestaria no es una opción realista. El nuevo presupuesto es el de los ajustes y la redistribución interna sobre las cuentas de este año, corregidos en la práctica para afrontar el abismo fiscal sobre la realidad vigente. De un nuevo diseño más ajustado a esa realidad de austeridad imperiosa depende todo el entramado de reformas que ha sido necesario acometer para apaciguar a los mercados, con sus especuladores internacionales, y a la propia Comisión Europea.

Rodríguez Zapatero, y por extensión el conjunto del PSOE, afronta esta negociación conocedor de que en el otro lado de la mesa hay un socio difícil. Leal cuando las circunstancias lo han requerido, pero con su propia agenda de intereses y prioridades. Por eso mismo no sentó nada bien en las filas aberzales la recomendación de CiU al PNV de que no apoye las próximas cuentas del Estado. No son las de los nacionalistas vascos las mismas circunstancias que las de los catalanes. Ni están en la antesala de unas elecciones ni ven virtud en forzar la caída del Gobierno de Zapatero. De hecho, este último extremo no es siquiera una buena opción para CiU, que podría encontrarse, todavía, con una convocatoria electoral simultánea el 28 de noviembre si la falta de acuerdo presupuestario hace ingobernables los compromisos asumidos. Desde esa perspectiva, la propia coalición se vería más beneficiada con un acuerdo presupuestario del PNV y el PSOE dado que ella misma cerró las puertas con excesiva antelación, en la expectativa quizá de una convocatoria electoral más anticipada por parte del president Montilla.

Pero en las últimas semanas a Rodríguez Zapatero también le recomiendan que se aleje del PNV. No podría haber recomendación más interesada que la del presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti. El líder popular vasco se permitía una amenaza que es un brindis al sol. Basagoiti reclama al PSOE que evite compromisos con el PNV que puedan echar a perder el pacto PP-PSE que permite a Patxi López gobernar en Euskadi. Ni en las filas socialistas ha sido hasta ahora asumible someter la gobernabilidad del Estado a la de la comunidad autónoma vasca ni el propio PP vasco está para soportar las consecuencias de una ruptura de la que sería responsable único. Basagoiti esconde que, si de verdad cree en un pacto de socialistas y populares, debería disputar esa batalla en el seno de su propio partido, que se ha encastillado negando el pan y la sal en la lucha contra la crisis. Aparte de sus obsesiones identitarias, se hace difícil identificar un reto superior que hubiera hecho más justificable un pacto de Estado por encima de intereses políticos y cálculos electorales.

Para el PNV el pacto presupuestario pasa por cerrar antes los compromisos de la negociación de los presupuestos del pasado año. Concretamente, la transferencia de políticas activas de empleo, sometida a una pugna de importes no ya entre ambos gobiernos -vasco y español- sino entre los más de 300 millones de euros en que cifra la transferencia Patxi López y los más de 400 millones en que la sitúa Iñigo Urkullu. El camino que está tomando la negociación exigirá al lendakari ser buen encajador, porque no es previsible que el PNV deje pasar la ocasión de ponerle en evidencia mediante un acuerdo con una dotación económica superior a la que reclamaba el Gobierno vasco.SFlb

Nuevamente, en esta tesitura, las fechas son importantes. La primera debería ser la aprobación del proyecto de presupuestos, que Rodríguez Zapatero comprometió en septiembre. Esto achica el margen al viernes día 24 o a un Consejo de Ministros extraordinario antes del viernes 1 de octubre o, directamente, a saltarse la previsión. Ninguna de ambas fechas parece factible para propiciar antes un acuerdo con el PNV. Desde luego no para asegurarse su respaldo frente a las enmiendas a la totalidad que se tienen que afrontar un mes más tarde. Hasta ahora, PNV y PSOE no han hablado realmente de los presupuestos del 2011 más que como una aproximación, y los nacionalistas no van a entrar a debatir en profundidad sobre ellos hasta que quede cerrado el acuerdo sobre la transferencia de las políticas de empleo.

De modo que la reválida presupuestaria está más en el 24 de octubre -cuando se afrontan las enmiendas a la totalidad- que en el 30 de septiembre, cuando Rodríguez Zapatero espera tener aprobado un proyecto de presupuestos. Serán esas las semanas en las que se negocie la configuración de esas cuentas y empiece a verse la flexibilidad o rigidez del PNV. Lo de ahora lo consideran los jeltzales deberes del curso pasado.

Iñaki González, periodista.