La segunda apertura del Japón

El Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, va a visitar Tokio en un momento excepcional de la historia de mi país, en el que su economía está adentrándose por una nueva senda de crecimiento estable que aprovechará plenamente su posición geográfica. El Japón ya no se considera el “Extremo” Oriente, sino que estamos en el centro mismo de la Cuenca del Pacífico y somos vecinos del centro de crecimiento mundial que se extiende desde el Asia sudoriental hasta la India.

No cabe duda de que ese centro de crecimiento seguirá impulsando la economía del Japón en el futuro previsible. La inversión japonesa directa está aumentando en el Vietnam y la India, por ejemplo, lo que impulsará la demanda de maquinas-herramienta y bienes de capital japoneses.

Pero, para aprovechar al máximo sus oportunidades, el Japón debe abrir aún más su economía y llegar a ser un país que cuente con capitales, recursos humanos y conocimientos extranjeros. El Japón debe ser un país capaz de crecer encauzando la vitalidad de un Asia que crece.

Para ese fin, hemos acelerado profundamente el ritmo de negociaciones sobre los acuerdos de asociación económica con diversos interlocutores de todo el mundo. Este mes, el Primer Ministro de Australia, Tony Abott, y yo concertamos un principio de acuerdo de asociación económica Japón-Australia. El siguiente será el Acuerdo de Asociación Transpacífico (AAP), que uniría a doce países de la mayor zona comercial del mundo.

Tanto el Japón como los Estados Unidos atribuyen una gran importancia a las normas, respetan los principios de libertad y democracia y cuentan con las tecnologías e industrias más avanzadas. Nos proponemos superar nuestras diferencias y forjar juntos, mediante el AAP, un orden económico en Asia y el Pacifico para el siglo XXI, que haga de cimiento inquebrantable para el crecimiento.

Además, mi gobierno está esforzándose al máximo para hacer realidad un acuerdo de asociación económica con la Unión Europea. Como los EE.UU. y la UE ya están celebrando negociaciones comerciales, un acuerdo de asociación económica entre el Japón y la UE, junto con el AAP, crearía un mercado en verdad inmenso: un único y enorme motor de crecimiento que beneficiará a toda la economía mundial.

Pero las fronteras económicas del Japón se extienden mucho más allá de Asia y el Pacifico y hasta América Latina y África, mayor razón para abandonar nuestra perspectiva centrada desde hace mucho tiempo en nuestro país. Un gran número de jóvenes muy motivados y ambiciosos han acudido ya al Japón procedentes de todo el mundo, en particular de los países asiáticos vecinos, para estudiar o trabajar. El Japón debe seguir siendo su esperanza. No debemos ser irrespetuosos con ellos y debemos recibirlos siempre con los brazos abiertos. Yo creo que el Japón es esa clase de país.

En el próximo futuro, designaremos seis zonas estratégicas nacionales para el crecimiento económico –Tokio, Kansai, prefectura de Okinawa y las ciudades de Niigata, Yabu y Fukuoka– a fin de que hagan de modelos para el resto del país. En materia de procedimientos de salud pública, educación, agricultura y empleo, estamos determinando las políticas y procedimientos que han quedado desfasados respecto de las necesidades actuales y vamos a apresurarnos a reformarlos. Las zonas estratégicas nacionales para el crecimiento económico introducirán la reforma en nuestro sistema de reglamentación, que ha quedado endurecido como una roca.

Otro hábito que los japoneses debemos cambiar es nuestro omnipresente pensamiento masculino. Ya hemos decidido velar por que al menos el 30 por ciento de todo el personal contratado por el Gobierno de la nación sean mujeres. También estoy instando ahora a las empresas cotizadas públicamente a que añadan al menos una mujer a su consejo de administración. Cuando no sea noticia que una mujer o un ciudadano no japonés desempeñen la función de director gerente, el Japón se habrá reinventado a si mismo y habrá recobrado su verdadero espíritu innovador y dispuesto a afrontar riesgos.

La womenomics (“una economía que cuente con las mujeres”) nos indica que una sociedad en la que las mujeres participen dinámicamente tendrá también una mayor tasa de natalidad. Mi gobierno se propone abordar urgentemente la necesidad de aumentar los servicios de guarderías y otras infraestructuras semejantes como fundamento para una sociedad que se beneficie de las aptitudes y talentos de todos sus miembros.

Estamos perfectamente capacitados para cambiar; de hecho, nos encanta, como verá el mundo en los próximos meses y años, pero ciertos aspectos del Japón son inmutables y algunos no se deben cambiar.

Uno de ellos es nuestra trayectoria, que abona nuestra ambición de ser un “contribuyente proactivo a la paz”. El Japón ha hecho contribuciones financieras a las Naciones Unidas y sus organizaciones mayores de lo que le corresponde, tanto en el pasado como en el presente. Y nuestra aceptación de nuestros deberes mundiales comprende también a las Fuerzas de Autodefensa. Miembros de ellas demostraron una cooperación ejemplar con las fuerzas armadas de los EE.UU. y de Australia a raíz del gran terremoto ocurrido en el este del Japón en 2011 y se han granjeado un profundo aprecio y respeto dondequiera que han prestado sus servicios, incluidos Haití, Indonesia y, más recientemente, las Filipinas.

Hacer una contribución proactiva a la paz significa que el Japón cumplirá con la parte que le toca en el deber de velar por la seguridad que garantiza la prosperidad y la estabilidad mundiales. Cooperando con países con los que compartimos valores e intereses comunes, salvaguardaremos y cultivaremos los bienes públicos, desde el espacio y el ciberespacio hasta los cielos y los mares.

Como el mundo verá durante la visita de Obama, el Japón está de vuelta y prosperando y su regreso es indispensable para la estabilidad y la prosperidad mundiales.

Shinzo Abe is Prime Minister of Japan. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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