La segunda muerte del general Marshall

La segunda muerte del general Marshall

La situación en EE.UU. con Trump en el despacho oval, es la antítesis de lo que sucedió en otros tiempos; los del Plan Marshall, de 1947 y después. Y en este primer artículo mío en EL ESPAÑOL, veremos cómo la política proteccionista a ultranza que ahora se ha adoptado en Washington DC va históricamente en contra de una globalización que empezó en los años 40 del siglo XX.

En ese sentido, EE.UU. tuvo dos presidentes altamente favorables al libre comercio y políticamente universalistas: W. Winston, virtual promotor de la Sociedad de Naciones (SDN), y F.D. Roosevelt, impulsor de las Naciones Unidas. Pudiendo decirse que H.S. Truman fue el auspiciador del Plan Marshall que hizo entrar a Europa, y luego a todo el mundo, en la senda de la integración y la globalización.

La prodigiosa aventura del Plan Marshall empezó el 21 de febrero de 1947, cuando se recibió una llamada telefónica de la embajada británica en Washington DC solicitando una urgente entrevista con el secretario de Estado, George Marshall: para pasar a EE.UU. el protagonismo que hasta entonces tuvo el Reino Unido en Grecia, Turquía e Irán, para ayudarles frente a una URSS avasalladora. Una retirada británica debida a los graves problemas económicos de postguerra en Gran Bretaña.

Por entonces, Marshall acababa de retornar de China, donde había decidido retirar la ayuda USA a los corruptos nacionalistas de Chank Kai-Chek, en el avance de los comunistas de Mao en la guerra civil: no quería enredar a EE.UU. en una larga guerra asiática y perder la victoria en Europa en la Guerra Fría.

La respuesta de EE.UU. a la petición británica de sustitución en la asistencia a Grecia, Turquía e Irán no se hizo esperar. El 12 de marzo de 1947, el presidente Harry S. Truman se dirigió solemnemente a una sesión conjunta del Congreso anunciando la decisión de "apoyar a los pueblos libres frente al intento de ser sometidos por minorías armadas o por presiones exteriores". Era la doctrina Truman, que se ampliaría por el luego llamado Plan Marshall, formulado por primera vez en el luminoso domingo del 5 de junio de 1947 durante un discurso histórico de Marshall en la Universidad de Harvard.

Era el Plan de Recuperación de Europa (nombre oficial del proyecto), a esbozar con los países del Viejo Continente, y al cual EE.UU. daría su decidido apoyo. Se trataba, en definitiva, de una política keynesiana, de cebar la bomba (pump priming policy) para que la economía europea recuperara su capacidad de crecimiento autosostenido.

Tras rechazar Moscú el plan imperialista propuesto por Marshall, Reino Unido y Francia convocaron a todos los países de Europa Occidental, salvo a la España de Franco, por no democrático y por ser antiguo compañero de viaje de Hitler y Mussolini. Y meses después, en abril de 1948, se firmó en París el convenio constitutivo de la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE); con la ulterior donación de EE.UU. a Europa de 22.000 millones de dólares en cuatro años: 1948/1952.

Y hubo otro aporte esencial del Plan Marshall, en 1949, cuando Paul Hoffman, director ejecutivo del mismo del lado USA, se expresó en términos nítidos muy claros ante el Consejo de la OECE:

"Una tarea ha de afrontar Europa durante la segunda mitad del Plan Marshall: lograr una economía en expansión, mediante la cooperación, que podría ir seguida de la integración económica, para la formación de un único y gran mercado europeo. Dentro del cual desaparecerían las restricciones cuantitativas a la circulación de mercancías y las barreras monetarias a los pagos; y eventualmente, los aranceles podrían ser suprimidos para siempre".

En definitiva, los recursos del Plan Marshall tuvieron consecuencias muy importantes en la ulterior prosperidad de Europa, con los milagros económicos alemán, italiano, etc. Y así lo reconoció Jean Monnet, uno de los padres de Europa, al manifestar en 1963, que “desde el Plan Marshall… el apoyo americano para la unión de Europa jamás disminuyó… siendo el más grande valor en la acción que condujo al punto a que hemos llegado en la unificación de Europa”. La CECA fue el primer caso de integración económica en Europa, y siguieron la CEE, la CE y la UE, y a escala mundial, la globalización.

En duro contraste con las evocaciones hechas, ahora, 72 años después, se plantea todo lo contrario con Trump, un violento giro político que nadie imaginaba hace dos años: la vuelta al proteccionismo con todas sus posibles consecuencias de tensiones políticas e incluso militares; despreciándose a la UE con el apoyo del magnate al brexit. Y procurando la desglobalización económica universal (tratados de libre comercio de EE.UU./Pacífico, EE.UU./Europa, etc.). Una política que podría terminar en depresión general si no se le pone remedio. Para muchos, la única solución, con tales amenazas, no es otra que el impeachment.

Y en el caso de Europa, parece como si Trump quisiera la segunda muerte del general Marshall.

Ramón Tamames es catedrático de Estructura Económica, cátedra Jean Monnet de la UE y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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