La segunda vida del general Marshall

Lo del brexit lo está complicando todo, y parece ahora como si el Reino Unido (UK) hubiera sido la pieza fundamental de la UE, en toda su evolución desde el Tratado de Roma. Del que, por cierto, se celebra en pocos días su 60º aniversario, pues se firmó el 25 de marzo de 1957.

En relación con las turbulencias actuales UK/UE, será bueno recordar que Inglaterra -que es la madre del cordero, sobre todo ahora desde el referéndum del 23.VI.16-, no fue socio fundador de la CEE. Y que no consiguió entrar en ella hasta 1972, después de un primer intento fallido en 1963, cuando el general De Gaulle, tras almorzar en el Palacio de Rambouillet con el primer ministro Mcmillan, en un grato paseo por el jardín, dijo aquello de: “No pueden ingresar en la Comunidad, porque vds. son el caballo de Troya de los EE.UU. en Europa”.

Y efectivamente, Inglaterra cumplió primero con su papel de Trojan Horse, cuando EE.UU. tenía su principal preocupación en Europa en un general que estaba ante todo por su Grandeur. Y luego, Londres funcionó como perro del hortelano, a lo Lope de Vega, retrasando la verdadera unión de Europa en materia de política exterior, defensa, tabla de derechos humanos, etc.

“En cualquier caso -podría decir un castizo- si entrar los hijos de la Gran Bretaña en la Unión fue difícil, más problemática será la salida”, por los muchos cabos sueltos que han de atarse. Para que ni el cuerpo menor de Britannia, ni el mayor de la hija de Agenor –que fue raptada por Zeus-, perezcan en la difícil cirugía de extirpación que se anuncia.

Además, el brexit se complica con el populismo emergente. Está claro: por un lado la sra. Le Pen ya está diseñando el llamado frexit; ganas que tiene, porque no conseguirá el 51 por 100 de los votos franceses en la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Francia el próximo mayo. Y lo propio está sucediendo con el sr. Wilders en Holanda. En tanto que en Italia, la región del Véneto quiere escapar del dominio de Roma, pero permaneciendo en Europa. Sin olvidar a “los cuatro de Visegrad”: Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría; casi siempre como hoscos segundos actores en el Dramatis Personae del gran teatro europeo.

“Y éramos pocos y parió la abuela”, que también dijo el castizo de turno, refiriéndose a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, que el 1 de marzo de 2017 hizo su ya célebre repertorio de cinco puntos para solucionar la crisis de Europa. Que van, gradualmente, desde desmontar la propia UE, hasta la propuesta de un formato tipo Estados Unidos. Que parece el más racional, como ya planteó Churchill en 1946, hablando desde Radio Zúrich en 1946.

Así pues, ahora, como consecuencia del brexit, vamos a tener que discutir, durante dos años, qué clase de Europa aspiramos a tener sin Inglaterra tras un periodo de lucha y controversia; como diría Thomas Kuhn, desde su teoría de la evolución científica, a fin de configurar un nuevo paradigma europeo.

Y en ese sentido, hacemos aquí nuestro propio diseño rápido: tendrá que venir la Europa que querían De Gaulle y Adenauer. Que no dudaron en plantear en 1961 la práctica unión política de Los Seis; soñando incluso con una Confederación Germanofrancesa, o Francoalemana.

Claro es que hemos de darnos cuenta de otros factores de la enrevesada cuestión: la UE se vio duramente afectada por la crisis económica y financiera mundial iniciada en 2007, que todavía hoy está haciéndonos padecer, con el crecimiento mediocre de un 1,7 de promedio en 2016. Tras una recesión de casi seis años, que dejó maltrechas muchas estructuras humanas y políticas.

Y ahora, superada ya la Gran Recesión, el principal problema de la economía europea es la falta de demanda suficiente, por la debilidad interna, desaceleración de los países emergentes, unos EE.UU. a medio gas, etc. Y es así cuando podemos confirmar el título del presente artículo: “La segunda vida del General Marshall”, que enlaza con el primero que escribí en EL ESPAÑOL el 15 de febrero pasado, sobre la segunda muerte del propio generral: si Trump está rompiendo la política de cooperación e integración, globalización en suma, que se inició con el hecho histórico del Plan Marshall, para ahora volver al proteccionismo y al bilateralismo, frente a todo eso, deberíamos estar pensando en una segunda vida para el general, a fin de que el Hemisferio Euroafricano sea escenario de un verdadero proyecto de destino común en los próximos 50 años: una Europa dinámica, debería ofrecer a los países africanos una suerte de nuevo Plan Marshall, para cambiar a mucho mejor la mitad Sur de nuestro hemisferio, en un plazo relativamente breve; con resultados que podrían ser formidables para África, y también para Europa; con un crecimiento sostenible mucho más fuerte.

Claro es que para los detalles del proyecto, deberán esperar vds. a mi tercer artículo en EL ESPAÑOL.

Ramón Tamames es catedrático de Estructura Económica, cátedra Jean Monnet de la UE y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *