La seguridad marítima hoy: la mar nunca está en calma

(1) Resumen
En este ensayo el autor expone la importancia de la seguridad marítima, su imbricación en el ámbito internacional y los riesgos y amenazas que la reducen. Proporciona una clasificación de todos los peligros que afectan al entorno marítimo y deduce las medidas posibles para paliar la incidencia y efectos tanto de riesgos como de amenazas. Finalmente, propone una serie de recomendaciones concretas para desarrollar y llevar al nivel operacional la recientemente aprobada Estrategia de Seguridad Marítima Nacional.

(2) La seguridad marítima hoy

La importancia del ámbito marítimo
Europa ha sido históricamente y sigue siendo hoy un emporio marítimo de primer orden, y España ocupa dentro de ella un lugar destacado, especialmente en los sectores más tradicionales. Nuestra nación es, dentro de la UE, líder indiscutible en tamaño de flota pesquera (24% del tonelaje total de la UE) y consecuentemente en tonelaje de pesca extraído (16%), así como en acuicultura (21%). En tonelaje de bienes transportados por mar, España es cuarta, con el 11%, tras el Reino Unido, Italia y los Países Bajos. Valencia y Algeciras están entre los primeros 50 puertos del mundo por volumen de tráfico, seguidos en importancia por Barcelona, Las Palmas y Bilbao, que hacen a España el país de la UE con mayor número de puertos en la lista de los 125 primeros, y tercero del mundo. La contribución española, sin embargo, al turismo marítimo y navegación de recreo es considerablemente más modesta, pero su dependencia de ello no es despreciable, siendo el turismo –como receptores– una de las grandes industrias nacionales.

En cuanto a explotación de otros recursos marinos más alejados de los tradicionales, como energía y minería, nuestra nación está lejos de ocupar los primeros puestos, aunque su segundo lugar en la producción mundial de energía eólica, gran parte de la cual está en zonas costeras, hace presagiar un buen futuro para la aplicación de esta tecnología al ámbito marítimo, ya que la experiencia adquirida en tierra es directamente utilizable para el desarrollo de las llamadas windfarms.

Pero independientemente del puesto que ocupamos en las diferentes estadísticas, nuestra dependencia de la mar es absoluta. Nuestro comercio exterior se lleva a cabo en más de un 85% por mar, y por mar nos llega la inmensa mayor parte de los combustibles fósiles y nucleares que alimentan nuestras centrales eléctricas. Incluso el 90% del tráfico mundial de Internet –y por lo tanto del español– se conduce a través de cables ópticos submarinos.

Finalmente, la posición de la Península Ibérica a caballo entre el Océano Atlántico y el Mediterráneo y su posición dominante en uno de los estrechos más importantes de mundo, el de Gibraltar, que ve pasar más de 100.000 buques al año, adjudican a España importantes e indelegables responsabilidades de control y seguridad de las rutas que besan nuestras costas.

Toda esta actividad genera una riqueza que no se restringe a los hombres de mar, sino que permea toda la actividad económica de las zonas costeras que producen servicios, desde los astilleros hasta el comercio al por menor, que no podrían existir sin un sector marítimo como motor primario.

Pero como toda actividad humana, la marítima está sujeta a los caprichos de la naturaleza y a las acciones imprudentes o maliciosas del hombre, es decir, a riesgos y amenazas que, explotando las vulnerabilidades del ámbito marítimo, suponen un peligro para la pacífica y legítima explotación de lo que la mar nos ofrece. Analicemos, pues, estos peligros.

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Fernando del Pozo, Almirante (ret) y director de Wise Pens International Ltd

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