La solidaridad europea con el Mundo en la vida real

A menudo la ciudadanía, cuando oye hablar de la Unión Europea (UE), piensa en un ente lejano y brumoso llamado «Bruselas», en complicados reglamentos y directivas, en coordinación económica, rescates y crisis, en vigilancia de los déficits, o... en la política agrícola común. Y aunque todo esto es cierto y de ello sin duda se ocupa la UE, poca gente sabe que uno de los objetivos fundamentales de la Unión es la solidaridad con el resto del mundo con vistas a conseguir un planeta más justo, estable y democrático. La UE no tiene ejército, ni aviones ni barcos; pero ejecuta su misión de solidaridad de forma pacífica, usando la diplomacia internacional y sobre todo siendo el mayor donante mundial de ayuda humanitaria, al aportar cerca del 50 por ciento del total a la escala global. En estos tiempos convulsos que vivimos, con grandes conflictos geoestratégicos y con crisis humanas en plena ebullición a nuestras mismas puertas, es más necesario que nunca que la UE asuma su responsabilidad internacional y ayude a los más necesitados.

Y como el movimiento se demuestra andando, entre otras muchas iniciativas destinadas a este fin, acaba de lanzar este año 2014 una que me parece el reflejo más certero de los valores humanistas que inspiran todo el proyecto de la Unión desde su fundación. Me refiero al nuevo Cuerpo de voluntarios de ayuda humanitaria de la UE. Se trata de un programa para entrenar y desplegar 20.000 voluntarios europeos en proyectos humanitarios por todo el mundo durante los próximos siete años. La iniciativa llega en una época en que las organizaciones humanitarias están al borde del colapso debido al gran número de crisis simultáneas, y la llegada de voluntarios europeos bien preparados sin duda servirá para aliviarlas.

Los participantes, que serán formados previamente con financiación de las instituciones europeas, tendrán una variedad de opciones: desde la realización de tareas en línea desde casa, pasando por el trabajo en organizaciones humanitarias dentro de la UE, hasta el despliegue en operaciones humanitarias financiadas por la UE en países terceros. Se primará la cooperación con organizaciones internacionales humanitarias que ya operan sobre el terreno, así como otros agentes locales y regionales, y siempre en estrecha coordinación con la ONU.

¿Requisitos? Los voluntarios deberán tener una edad mínima de 18 años y deberán representar una amplia variedad generacional y de perfiles diversos. Con la entrada en vigor este año del reglamento europeo que regula el nuevo Cuerpo, los voluntarios tienen ahora un estatuto jurídico claro y sólido, condición previa fundamental para que se puedan desplegar en países fuera de la Unión con la seguridad jurídica necesaria.

Como decía antes, la UE no es solo legislación aburrida, economía áspera e instituciones farragosas. También es solidaridad en acción. En 2012 la UE recibió el Nobel de la Paz por su contribución al avance de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa. Pero ese premio Nobel también reconocía implícitamente la influencia de la UE a través del mundo. Y todos podemos ser parte de esa influencia positiva. No es tarea fácil, y no está exenta de riesgos. En los últimos años la UE ha contribuido a aliviar crisis muy graves y peligrosas: en Siria, en el Sahel, en la República Centroafricana, en Haití y en Filipinas, por mencionar algunas de las principales. También de vez en cuando incluso en nuestra propia casa (incendios forestales o inundaciones masivas). Los retos continúan en otros entornos muy volátiles, con nuevas emergencias y catástrofes: Gaza, Ucrania, Sudán del Sur, Siria/Irak, crisis del ébola, etc. Y habrá más, sin duda.

Los europeos somos los primeros donantes de ayuda al desarrollo y ayuda humanitaria del mundo por dos razones fundamentales: la primera y primordial es que se trata de algo moralmente justo y ético per se, y los europeos lo hacemos porque esos son nuestros valores fundamentales. Y la segunda es que nos va la vida en ello: solo mantendremos nuestro modo de vida y nuestra prosperidad en Europa si solucionamos los conflictos que nos rodean y creamos una vecindad y un entorno geopolítico más estables y sostenibles.

Nos cuenta Pete Townshend, el líder de The Who, en sus memorias ( Who I am), que una posible explicación a la revuelta de sexo, drogas y rock & roll de los años 60 sería que se trató de una respuesta nihilista y epicúrea al pesimismo intergeneracional de sus padres y abuelos que veían como inevitable una III Guerra Mundial que podría destruir el planeta. Pues bien, desde esta Europa confortable en la que la paz forma parte de nuestra rutina, es necesario gritar de nuevo, desde el optimismo y el activismo, ¡larga vida al rock & roll!: si deseas actuar y no quedarte pasivo en tu sillón, y quieres contribuir a la solidaridad y la paz en el mundo, no dudes en informarte cuanto antes sobre cómo convertirte en voluntario europeo.

Francisco Fonseca, director de la Representación en España de la Comisión Europea.

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