La super gran coalición

El nuevo pluralismo político crea una magnífica oportunidad para que la política española se acerque a los usos democráticos característicos de Europa mediante la formación de un Gobierno de super gran coalición con populares, socialistas y liberales, es decir, con el PP, el PSOE y C’s.

Esta fórmula de gobierno permitiría desarrollar políticas públicas de consenso, llevar a cabo reformas institucionales que requieren acuerdos supermayoritarios y apuntalar la profesionalidad de los organismos independientes, especialmente la justicia. Para ello no basta con un acuerdo para la investidura. Se necesita un pacto para la formación de Gobierno, con documentos escritos y públicos en los que cada partido se moje, asuma compromisos concretos y rinda cuentas después.

El buen ejemplo viene de Europa. En este momento, hay Gobiernos de coalición multipartidista en 21 de los otros 27 países miembros de la UE, 13 de los cuales, empezando por Alemania, son Gobiernos de gran coalición con partidos de derechas y de izquierdas. Asimismo, tanto la mayoría legislativa estable del Parlamento Europeo como la Comisión elegida por el Parlamento están formadas por los partidos Popular, Socialista y Liberal europeos, los cuales reúnen cerca de dos tercios de los votos y los escaños. La super gran coalición centrista europea es la base para la toma de decisiones con un amplio consenso y la cooperación interinstitucional.

España ha sido hasta ahora una chusca excepción: es el único país de Europa en el que no ha habido nunca un Gobierno de coalición y en el que todos los Gobiernos de un solo partido se han apoyado en una minoría de votos populares. La media de apoyo electoral de los Gobiernos españoles desde 1977 ha sido del 41%. Ahora, el apoyo del partido más votado es menos del 29%, por lo que un Gobierno de un solo partido, aunque recabara apoyos parlamentarios, sería una receta segura para la frustración social, la polarización política, la ausencia de reformas, la parálisis institucional, la caída de la economía y las elecciones anticipadas.

Para el PSOE y C’s, una abstención conjunta sin entrar en el Gobierno, además de despedazar la gobernanza del país, sería una autoinmolación. La contribución de C’s, aunque numéricamente no sea estrictamente necesaria, es crucial: puede hacer viable el acuerdo entre la “vieja derecha” y la “vieja izquierda”, como dicen ellos, y evitar que la gran coalición se convierta en una colusión para bloquear el sistema y taparse mutuamente las vergüenzas. Asimismo, C’s solo podrá configurar con claridad su posición centrista si participa en el pacto con los otros dos.

Una coalición de gobierno se basa en la cooperación entre los partidos. Pero en una configuración nueva y fluida como la actual, los partidos, mirando al futuro, querrán mantener también elementos de competencia. Por ello algunos cabezas de lista podrían preferir quedarse fuera del Gobierno, de modo que cada uno de los partidos mantenga su perfil, pueda vigilar el cumplimiento de los compromisos contraídos y apoyar, presionar y, en caso necesario, criticar e instar cambios. Esto puede crear una buena oportunidad para nombrar ministros independientes y expertos competentes y elevar la calidad de la gestión gubernamental.

El papel arbitral y moderador que la Constitución confiere al Rey puede ser de mucha ayuda. Como hizo su antecesor en varias ocasiones, Felipe VI puede actuar de un modo discreto pero efectivo. El Rey, entre cuyos poderes constitucionales está el de nombrar un nuevo presidente del Gobierno, puede persuadir a los líderes partidistas a que se pongan de acuerdo en un candidato aceptable. La sugerencia ya surgió con motivo de su proclamación, pero el momento ha llegado tras las primeras elecciones desde que está en el cargo y con un Parlamento más fragmentado que nunca.

Todo esto no es fácil. Requiere verdaderos líderes innovadores. Pero es la única vía para evitar el mayor peligro: un Gobierno de un solo partido con un apoyo electoral más minoritario que nunca que solo conduciría a un gran desengaño colectivo y una incertidumbre general. La súper gran coalición es, por el contrario, la fórmula para que la democracia española deje de ser una anomalía en Europa y pueda abordar con consenso y credibilidad los gravísimos problemas del país.

Josep M. Colomer es profesor de economía política en la Universidad de Georgetown.

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