La tiranía del «tú»

«A veces para ser entendido hay que exagerar». Desde esta máxima debe leerse el título de esta Tercera. Sin esa razón la titularía: «El abuso del tú». El idioma es hijo del tiempo y por ello cambiante. Durante siglos el tuteo se utilizaba solo en situaciones particulares y ambientes de familiaridad. Desde hace cinco décadas, y en aras de una comunicación más cercana, viene desterrado el «usted» por considerarlo una barrera entre quienes se relacionan. Una sociedad que propicia la falta de formas, impone la «kultura» del «tú» invadiendo y monopolizando toda relación social.

Preguntas claves, a priori de una posterior reflexión, serían: ¿el tratamiento es mera formalidad o se corresponde, según su modo, con realidades personales o circunstancias sociales? ¿Debe darse el mismo trato a jefes, empleados o compañeros; amigos o conocidos; profesores o alumnos; jóvenes o viejos, etcétera? ¿Existen reglas? ¿El «usted» es anticuado, distante o clasista? Algunas de estas interrogantes tratan más de suscitar preguntas al lector que de ofrecer respuestas.

En el siglo IV d. C. aparece en latín el «vos», restringido al Emperador. Pronto se generaliza como signo de respeto y más tarde de cortesía. Don Quijote recibe el trato de «vuesa merced» -de donde deriva «usted» en el siglo XVII- y lo emplea con personajes de alto rango, pero cuando habla con Sancho emplea un «tú» natural y afectivo.

Hoy, no en el idioma español, sino en España, el uso del «tú» es mucho más frecuente que en la mayoría de los países de nuestro entorno. En italiano concurrían el «tú» y el «voi», nuestro «vos». El «Lei», «usted», se generaliza por la presencia española en el Reino de las dos Sicilias. Las formas más solemnes son femeninas, así las expresiones: «La ringrazio» o «Felice di conoscerla», utilizadas todavía en ámbitos formales. En inglés solo existe el «you», si bien se entiende de forma diferente por el contexto. En francés el «vous» se emplea muy frecuentemente, incluso entre personas con relaciones de confianza. Además, «madame» y «monsieur» están muy presentes.

Nuestros jóvenes utilizan el «tú» para todos, porque nadie les ha acostumbrado a usar otro pronombre. De la escuela a la Universidad se ha generalizado el tuteo, a veces incluso impuesto por los profesores. En las redes sociales el «usted» está fuera de lugar. Los políticos lo eluden para no aparecer como personas de relieve y los personajes públicos que aparecen en los medios tratan y se les trata de «tú».

A mi juicio, el «usted» debería emplearse cuando nos dirigimos a persona desconocida, así en comercios, oficinas o restaurantes. En estos casos, debe ser recíproco y ceder solo de mutuo acuerdo. También debe utilizarse con las personas mayores, hasta que éstas lo apeen. Esta regla está en quiebra pues muchas personas de edad se molestan al llamarlas de «usted». Y responden: «Me haces viejo». Pero no es que el tratamiento les haga viejos, es que lo son; y el «tú» no posee la virtud taumatúrgica de devolverles la juventud. Se trata de mayores que han sucumbido a «programas basura» que, además de cambiarles muchos de sus valores, les modificaron sus formas de expresión.

Asimismo, procede el «usted» al dirigirse a personas por razón de su «autoridad o ministerio», con independencia de su rango, así el guardia civil lo mismo que el almirante y el sacerdote que el cardenal. En los medios de comunicación los presentadores de programas no recreativos, sobre todo los informativos, deberían tratar de «usted» a espectadores y entrevistados. Por último, en las relaciones institucionales, quien representa a un ente jurídico, público o privado, debería tratar y ser tratado de «usted».

Son muchos los jóvenes, en constante aumento, que no saben conjugar en «usted» los tiempos verbales. Una familia obligaba a sus cinco hijas a hablarse una mañana del fin de semana de «usted», para que se soltasen en su utilización y no les resultara raro. También muchos extranjeros residentes en España, que aprenden el idioma sin estudiarlo, solo usan el «tú» pues es lo único que oyen en los ambientes en que se mueven.

El tuteo expande su influjo más allá del tratamiento, al influir en muchas formas de comunicación. Así, en los saludos y despedidas, las «buenas tardes», o la más respetuosa, «que tenga “usted” un buen día» han sido sustituidas por «hola», «hasta luego» o «ciao» (con pronunciación italiana), incluso hacia aquellos a los que se le habla de «usted» profesores, curas y personal sanitario han generalizado el «tú» entre sus alumnos, fieles o pacientes, pretendiendo ser más afectuosos. En los comercios te reciben con un «¿puedo ayudarte?». En los bancos nuestro asesor personal, para crear complicidad, nos dice: «Te conviene esto o lo otro». En restaurantes, el camarero bolígrafo en ristre se acerca y dice: «¿Habéis decidido?». Y animándose continúa, para que nos sintamos como en casa: «Si sois carnívoros, pedir el solomillo o el entrecot, ¡están de muerte!». En vez de decir: «Si les gusta la carne, les sugeriría...».

Otra costumbre, hoy generalizada, es que en una llamada de teléfono, desde un número ignoto, un desconocido inicie la conversación y te pregunte por tu nombre de pila para utilizarlo en la conversación comercial que te propone. Así, te ofrece un producto y, en jerga familiar y en tu supuesto interés, te dice: «Federico, me llamo Beatriz y quiero informarte de nuestra promoción...».

Finalizo y retorno al inicio, cuando confesaba la exageración del título. ¿Existe tiranía del «tú»? Entiendo que sí, aunque con carácter excepcional. Se da cuando el interlocutor te obliga a usarlo so pena de ser tildado de soberbio y engreído, cuando no de déspota. Razona diciendo: «¿Quién se cree éste?». Y habrá casos en que haya motivos para pensarlo. Pero en otros, se lo aseguro, el «usted» solo es cuestión de educación..., ni siquiera me atrevo a decir, «de buena educación».

Federico Fernández de Buján es Catedrático de la UNED y miembro numerario de la Real Academia de Doctores de España.

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