La transformación libia (2)

Cuando Italia fue derrotada en la Segunda Guerra Mundial, los aliados victoriosos se reunieron para decidir qué hacer con Libia. Estados Unidos quería dejar la cuestión en manos de las Naciones Unidas y la Unión Soviética pedía que se optara por una solución en régimen de fideicomiso, mientras que Francia se inclinaba por devolver Libia a los italianos, que por su parte deseaban que se les devolviera. Los rusos, que abrigaban esperanzas en el sentido de que los comunistas subieran al poder en Italia, cambiaron de postura y suscribieron la opción italiana. Cuando la guerra fría empezó a pesar en la mentalidad de las potencias occidentales y el empuje de los comunistas italianos dio señales de amainar, los británicos se pasaron al plan francés de devolver Libia a Italia. Sin embargo, esta idea evocaba indudablemente recuerdos de acontecimientos demasiados recientes y dolorosos, de modo que "el problema libio" se puso en manos de las Naciones Unidas, donde se decidió dar la independencia al país y traer del exilio a Idris, el líder sanusi que había vivido en Egipto bajo protección británica durante la guerra y que ocuparía el trono con el nombre de Idris I.

El gobierno de Idris I se caracterizó por el caciquismo, la corrupción y la farsa. A nadie le importó demasiado y lo cierto es que su ejecutoria no dio pie a motivos especiales de elogio.

La población del país sumaba alrededor del doble de la de la Barcelona actual y el país no representaba una amenaza para nadie. En el platillo de la balanza y en relación con los restantes problemas mundiales, Libia no atraía la mirada de nadie.

Pero entonces el mando aéreo estratégico estadounidense reparó en la base aérea: situada a las afueras de Trípoli, la antigua base germano-italiano-británico-estadounidense caía dentro del radio de acción (capacidad de bombardear) de la Unión Soviética. Además, el límpido cielo de Libia constituía un lugar ideal de entrenamiento de los pilotos de la OTAN. De modo que los estadounidenses se hicieron cargo de la base y la convirtieron en una localidad estadounidense de 5.000 habitantes. Cuando la vi, como he dicho en estos artículos, me convencí de que el Gobierno que la había alquilado a los estadounidenses no podría tenerse en pie durante mucho tiempo. Y así fue, aunque la base en cuestión continuó existiendo. Es una ironía que fuera empleada posteriormente por la fuerza aérea soviética y, aún más adelante, sería bombardeada (el 5 de abril de 1986 y en marzo del 2011) por Estados Unidos.

El campo de aviación no fue la única atracción de Libia para los extranjeros durante la posguerra. Espoleadas por el hallazgo de petróleo en Argelia, las empresas francesas, británicas y estadounidenses empezaron a buscar petróleo en Libia.

Diecisiete años después, en 1959, Esso descubrió el primer yacimiento y dos años después inauguró un oleoducto en el pequeño puerto mediterráneo de Brega. A este siguieron en seguida nuevos hallazgos. Cuando los pozos fueron bombeando producción, Libia alcanzó una exportación de petróleo cifrada en millón y medio de barriles al día, de los que un 85% iba con destino a Europa y, de esta proporción, un 10% con destino a España. En la actualidad, en tanto que la producción ha quedado suspendida casi por completo, el precio del petróleo ha aumentado casi un 20%. No es de extrañar que numerosos libios piensen que la implicación de la OTAN en la guerra obedece de hecho a la cuestión del petróleo.

Mientras el petróleo salía, el dinero entraba. La relativamente colosal afluencia de dinero aumentó enormemente las posibilidades de enriquecimiento de los círculos oficiales del entorno del rey Idris. Intermediarios y conseguidores infestaban el Gobierno y los aspirantes a las concesiones se repartían enormes sumas de dinero. El rey y los personajes de su entorno se hicieron palacios y se desplazaban en limusina mientras que la mayoría de la población libia, que vivía con el equivalente de 30 euros al año, miraba airada desde la barrera.

La desigualdad entre ricos y pobres, multiplicada por la corrupción, el huero autobombo de los líderes, la complacencia del Gobierno hacia los extranjeros, su debilidad y caciquismo saltaban a la vista en la Libia que vio llegar a la edad adulta a Muamar el Gadafi.

En sus primeras declaraciones en que nos anunció el golpe, Gadafi nos dijo que su guía era el héroe de la guerra contra los fascistas italianos, Omar al Muqtar. No era una identificación vaga o teórica pues, como él mismo proclamó desde entonces, su padre había sido camarada de Al Muqtar. A mi juicio, el significado que Al Muqtar revestía para Gadafi y para los oficiales de su generación guardaba relación con dos factores principales: Al Muqtar y sus seguidores tribales eran auténticos nacionalistas y, por terrible que fuera su odisea, no se rindieron. Como Al Muqtar, Gadafi y la mayoría de los jóvenes oficiales eran de origen tribal. Era indudable que debido a los relatos oídos de boca de parientes y amigos sobre las crueles campañas italianas que estuvieron a punto de exterminar a su pueblo, despertaron profundas sospechas en su ánimo acerca de los extranjeros, no sólo los italianos que seguían aspirando a controlar Libia aun después de la Segunda Guerra Mundial, sino también los franceses que ocuparon Fezzan (la gran región desértica de Libia) hasta 1955. Bajo la pálida piel de todos los occidentales - creían-latía el corazón del imperialismo.

En consecuencia, ¿qué traducción tiene todo esto en los acontecimientos actuales? Al fin y al cabo, a nuestros ojos nuestra propia intervención parece justificada (por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas) e indudablemente parece contar con base moral (proteger a los rebeldes que, al menos al principio, eran civiles no armados). Para Gadafi y sus partidarios parece ser otra cosa. ¿Cuentan con fundamento sus sentimientos?

Saben, porque se filtró a la prensa, que los británicos tenían un plan (conocido como el plan Radford) para intervenir en Libia precisamente a fin de impedir lo que llevó a cabo Gadafi, el derrocamiento de la monarquía. Como la mayoría de los habitantes de Oriente Medio, los libios suelen creer - con satisfacción los opositores al régimen actual y airadamente los que lo apoyan-que los agentes secretos occidentales se infiltran constantemente en el país. Durante las últimas semanas, tales convicciones se han visto corroboradas en la práctica : un grupo de agentes del MI6 británico fue capturado con las manos en la masa en una situación de lo más comprometida, al tiempo que el Gobierno estadounidense ha reconocido que agentes de la CIA y fuerzas especiales operan en este momento en suelo libio. Por tanto, nos guste o no, la que suele motejarse de paranoia árabe se apoya tanto en la historia como en los hechos actuales. El Gobierno libio debe preguntarse en qué condiciones tales agentes pueden ser eficaces: la respuesta dice que "únicamente si cuentan con apoyo de algunos libios". Sin apoyo local, los agentes extranjeros no pueden permanecer allí mucho tiempo. Actualmente, es evidente que quienes los apoyan son rebeldes opuestos al régimen.

Gadafi considera que los opositores a su régimen son hijos e hijas del pueblo que apoyó a los italianos, los sumisos,que ahora se han aliado con un nuevo grupo de extranjeros. Asimismo, probablemente se halla poseído de rabia por la que debe juzgar como falta de agradecimiento por lo que él ha hecho por ellos. E hizo mucho. Cuando visité Libia en 1963, antes del golpe de Gadafi, hasta el propio Trípoli alojaba barrios marginales donde muchas viviendas, hechas de chatarra y desechos, carecían de agua y electricidad. Cuando se hizo con el poder, Gadafi mejoró enormemente sus condiciones de vida. En la actualidad, viven más allá de los sueños de sus padres y abuelos.

Por William R. Polk, miembro del consejo de Planificación Política del Departamento de Estado durante la presidencia de John F. Kennedy. Traducción: José María Puig de la Bellacasa.

:: La guerra libia (1) :: Hay que parar la guerra libia (y 3) ::

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *