La UE puede vacunar al mundo. Debe hacerlo

Las campañas de vacunación en los países ricos, entre ellos Francia y España, avanzan a toda velocidad. La Unión Europea se felicitaba el pasado 31 de agosto de haber alcanzado el objetivo del 70% de la población adulta vacunada. Mientras tanto, a miles de kilómetros de las polémicas asociadas a las campañas europeas, la tasa de vacunación de los países en desarrollo o pobres es ínfima.

Esta realidad, unida a problemas endémicos de infraestructuras sanitarias y de servicios, además de las negligencias e irresponsabilidades de muchas élites dirigentes, desemboca en focos de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos de los que quizá nunca conoceremos los números reales. Lo vemos en las desgarradoras noticias procedentes de India y Brasil, y no lo vemos —pero sabemos que ocurre— en las no noticias de numerosos países africanos.

El mundo desarrollado tiene que garantizar la vacunación de la mayoría de los habitantes del planeta. Hay dos razones. Cada uno puede elegir la suya, o las dos a la vez: debemos hacerlo por altruismo y solidaridad; pero también debemos hacerlo por egoísmo, por el interés obvio de evitar que un virus que se ríe de las fronteras siga propagándose y mutando.

Vamos a los datos, dolorosamente claros. Se han administrado casi 6.000 millones de dosis en todo el mundo que alcanzan al 30% de la población; el 80% de estas dosis han ido a países de renta media o alta. El número de dosis por cada 100 habitantes no deja lugar a dudas: 102 en Europa, 98 en América del Norte, 83 en Asia y solo 9,1 en África.

La brecha es abrumadora. Si no cambiamos rápidamente de estrategia y proporcionamos vacunas a los países más pobres, corremos el riesgo de prolongar innecesariamente la pandemia, dando oportunidad a que aparezcan nuevas variantes resistentes a las vacunas. El impacto de no tomar las medidas necesarias ahora podría ser devastador. No podemos permitirnos ninguna recaída después de las catástrofes económicas y sanitarias del último año y medio.

Es urgente actuar. Pero nos quedamos sin tiempo, porque falta liderazgo a nivel global. El G7 se ha comprometido a entregar 1.000 millones de dosis entre 2021 y 2022 a través de COVAX, el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19. Es una cantidad significativa, pero insuficiente a la hora de alcanzar las tasas de vacunación necesarias para frenar el avance del virus.

Tanto el Fondo Monetario Internacional como el GAVI, la organización de la OMS encargada de las vacunas, calculan que con 4.000 millones de dólares podríamos cubrir al 30% de la población de los países de renta media y baja en 2021, evitando miles de muertes y limitando el riesgo de nuevas variantes. Además, simplemente con garantizar el libre flujo de materias primas y vacunas en fronteras y donar el excedente de vacunas de los países ricos podríamos inmunizar al 60% de la población global en 2022. Eso nos colocaría cerca de la inmunidad de grupo.

Esta es la realidad. Estos son los datos. Ante este escenario y después de haber negociado con éxito un paquete histórico de recuperación económica, es hora de que la Unión Europea dé un paso al frente y vacune a todo el planeta. Contamos con los instrumentos necesarios para hacerlo de manera eficaz y rentable.

Nuestra propuesta consiste en liberar de forma inmediata 4.000 millones de euros sin asignar del presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027. Esta cantidad está reservada para poder dar respuesta a nuevos retos y prioridades que surjan en cualquier momento. La pandemia es una de esas prioridades y, desde luego, es urgente. Esta cantidad permitiría a COVAX dar respuesta a sus necesidades inmediatas de financiación, y alcanzar así el objetivo ya mencionado de inmunizar al 30% de la población en países de renta media y baja en 2021.

El mundo, y la UE, necesitan esos fondos ahora, no en 2027. No es momento de ser precavidos, es momento de ser eficaces.

Es una gran operación humanitaria. Pero —de nuevo el argumento egoísta— es una gran operación económica, porque supondría un acelerón global de la recuperación. Además, Europa invertiría también en su reputación, y no es un asunto menor: en un momento de alta inestabilidad geopolítica y de retroceso de la democracia en varias partes del mundo, es importante demostrar nuestro compromiso con el multilateralismo y los valores sobre los que se ha construido la UE.

Europa debe liderar aquí y ahora. Vacunar a todo el mundo es la mejor inversión de la historia.

Luis Garicano y Stéphane Séjourné presiden las delegaciones de Ciudadanos y Renaissance dentro de Renew Europe, el grupo liberal del Parlamento europeo.

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