¿La última oportunidad de Irán?

Acaba de comenzar la última ronda de negociaciones sobre el programa nuclear de Irán entre este país y el llamado grupo “5 + 1” (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: los Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Francia y China, más Alemania). Tras más de un año de punto muerto, después de que las negociaciones celebradas en enero de 2011 no dieran el menor resultado, este diálogo es, para muchos, la última oportunidad de encontrar una solución pacífica para un conflicto que se ha prolongado durante casi un decenio (y en el que yo participé estrechamente de 2006 a 2009 como negociador principal de Occidente con Irán).

El objetivo de las conversaciones, presididas por la jefa de la política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, y el negociador jefe de Irán, Saeed Jalili, sigue siendo el de convencer a Irán de que ponga fin al enriquecimiento de uranio y cumpla las resoluciones del Consejo de Seguridad y las obligaciones que le impone el Tratado de no proliferación nuclear, pero varios factores confieren mayor importancia estratégica a las negociaciones actuales.

En primer lugar, la situación económica y política de Irán ha experimentado un marcado cambio desde la última ronda de negociaciones. La presión internacional ha aumentado desde que el Organismo Internacional de Energía Atómica confirmó en el pasado mes de noviembre que el programa nuclear del país estaba avanzando hacia la producción de armas nucleares, y no de electricidad o isótopos médicos, y se impusieron nuevas sanciones a las exportaciones de petróleo y a las transacciones con el Banco Central de Irán.

Aunque el aumento de los precios mundiales de la energía ha dado a Irán un respiro en los últimos meses, las sanciones se han dejado sentir más que nunca entre los consumidores iraníes. El rial ha perdido el 40 por ciento de su valor desde octubre (con lo que las importaciones resultan menos asequibles) y las transacciones financieras han pasado a ser más costosas y laboriosas para el Gobierno, las empresas y las familias.

Además, la dirección de Irán está fragmentada y débil. Las relaciones entre el Presidente Mahmoud Ahmadinejad y el Dirigente Supremo Ayatolá Ali Jamenei siguen deteriorándose, al tiempo que aumentan las tensiones dentro de la Guardia Revolucionaria. Está por ver qué repercusiones tendrán esa evolución política en las negociaciones.

En segundo lugar, el entorno regional se ha visto afectado por la ola de rebeliones árabes, donde Irán no ha sido referencia para nadie, con la excepción de Siria; país decisivo, dadas sus relaciones estratégicas con Irán y con Rusia. De hecho, Siria es el principal aliado de Irán en Oriente Medio, además de ser el único país no perteneciente a la antigua Unión Soviética en el que Rusia tiene una base militar. La necesidad por parte de este país de conciliar su papel en dichas negociaciones con sus intereses en Siria dificulta aún más un diálogo ya complicado.

También la estrategia en el entorno de las monarquías suníes del Golfo ha cambiado. Actualmente, esos países están más enfrentados con Irán y Siria que durante los decenios anteriores. Encabezados por Qatar y Arabia Saudí, han reconocido claramente la posibilidad de armar a los rebeldes sirios para derrocar al Presidente Bashar Al Asad. Además, las reservas de petróleo de Arabia Saudí le permiten dar un apoyo decisivo a las sanciones aplicadas a la exportación de petróleo de Irán al compensar la pérdida de suministro mundial.

China, con su dependencia energética cada vez mayor de los Estados del Golfo, tendrá que sopesar cuidadosamente ese factor en la mesa de negociación. Junto con Rusia, China ha respaldado a Siria en el Consejo de Seguridad y recientemente se supo que Irán la había ayudado a desafiar las sanciones internacionales facilitando un buque para transportar petróleo desde Siria hasta una empresa de propiedad estatal de China.

En tercer lugar, Israel, ya descontento con el resultado de la anterior ronda de negociaciones, se muestra cada vez más inquieto. En vista del avance del programa nuclear de Irán y de la incertidumbre política que se cierne sobre la región, Israel apoya una operación militar contra Irán en 2012, antes de que, como ha dicho su ministro de Defensa, Ehud Barack, cruce la “zona de inmunidad”, más allá de la cual significa que no hay marcha atrás.

El Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en el discurso que pronunció el mes pasado en la conferencia de la AIPAC, el mayor grupo de presión proisraelí de los Estados Unidos, subrayó la urgencia de la situación, pero las negociaciones durarán mucho tiempo, tendrá muchos altibajos, y, para complicarlas más, se están celebrando durante un año electoral en los EE.UU., con el Partido Republicano de la oposición más alineado con la posición de Netanyahu.

Por último, el Presidente de los EE.UU, Barack Obama, sabe que su reelección depende de no cometer errores sobre este asunto, pero, ¿cómo llevar a cabo una negociación que requerirá tiempo sin dar la impresión de que se beneficia a la parte que desea ganar ese tiempo? Encontrar ese equilibrio será una parte muy importante de dicha negociación. De momento, Estados Unidos mantienen abierta una vía para el diálogo directo con Irán (como avisó a Ehud Barack el Secretario de Defensa de los EE.UU., Leon Panetta, hace unos meses).

Convivir con un Irán nuclear conlleva grandes desafíos. Pero si queremos tener garantías de que Irán nunca tendrá un arma nuclear, más allá de invadirlo, habría que cambiar su deseo de poseerla. Y la mejor vía para encontrar una solución sigue siendo, hoy por hoy, la negociación y no el uso de la fuerza. Nadie ha calculado las consecuencias de una guerra. Todos tienen serias razones para sentarse a negociar. De momento, Jalilí aceptó el primer día de las negociaciones en Estambul la petición de Estados Unidos de una reunión bilateral en el marco de las negociaciones, y la valoración de los líderes al término de la primera jornada fue positiva. Un paso en la buena dirección.

Javier Solana was Foreign Minister of Spain (1992-95), Secretary-General of NATO (1995-99), and EU High Representative for Foreign and Security Policy (1999-2009). He is currently President of the ESADE Center for Global Economy and Geopolitics. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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