La única certeza en la lucha contra el cáncer

Este último año hemos aprendido una lección de gran crudeza: la civilización humana es frágil. Ya no son las guerras, ni las creaciones humanas las que matan y ponen a la humanidad en peligro. Tampoco es una fuerza sobrehumana ni orquestada por malvadas corporaciones.

La humanidad es, simple y llanamente, frágil. Las amenazas globales han resultado ser agentes infecciosos como el virus Sars-Cov-2 causante de la enfermedad de la covid-19, como ya lo fueron en su día la peste o la gripe española. En un futuro no muy lejano, las amenazas seguramente tendrán que ver con el cambio climático y sus consecuencias devastadoras para los ecosistemas y la salud de nuestro planeta. Y, quizás, a largo plazo, pueda ser un evento catastrófico extraterrestre (el impacto de un meteoro, por ejemplo).

Igual que nuestra civilización, los humanos también somos frágiles. Somos finitos, mortales. Desarrollaremos enfermedades, algunas curables y otras no. Y entre las enfermedades más temidas están algunos tipos de cáncer. El cáncer es también un reto global, al igual que otras enfermedades asociadas al envejecimiento, ya que su incidencia va a aumentar en las próximas décadas debido al envejecimiento demográfico de la población. Además, aunque en el primer mundo la mortalidad por cáncer ha ido disminuyendo gracias a la investigación y ronda el 50%, en países con sistemas de atención primaria y prevención poco desarrollados puede llegar a ser muchísimo más alta. Esta semana, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que tengo el honor de dirigir desde 2011, conversamos con el embajador de Afganistán en España, quien nos dio la escalofriante cifra de que su país tiene un 75% de mortalidad por cáncer, principalmente cáncer de mama entre las mujeres.

En nuestro país, solo este año se diagnosticarán unos 270.000 nuevos casos de cáncer y el 90% de las causas de muerte se producirán por la metástasis (cuando las células del tumor anidan en distintos órganos) que sigue siendo un proceso poco estudiado a nivel molecular. Por eso, el CNIO ha decidido apostar como reto futuro por el estudio de la metástasis. Un descubrimiento en el CNIO puede desarrollarse en un nuevo tratamiento, en acuerdos con empresas internacionales. En el CNIO ya hemos transferido algunos de nuestros descubrimientos a la industria con la esperanza de que pronto lleguen a los pacientes.

Por lo tanto, creo firmemente que la única manera de estar preparados y poder prevenir y sobrevivir a las amenazas futuras, ya sean globales o individuales, es el camino de la ciencia y la investigación científica. No es un camino definido ni fácil porque la ciencia transita en el terreno de lo desconocido, pero sabemos que es el único para la consecución del bienestar humano. Solo tenemos que pensar en cómo era nuestro entorno hace un siglo. Les recomiendo leer el libro Factfulness, de Hans Rosling, donde pueden tener datos de cuánto mejor estamos ahora que a principios del siglo XX. Así pues, la ciencia es modernizadora, cataliza el bienestar humano, y es un bien común.

El sistema científico, además, tiene otra virtud, esencial para afrontar retos globales, y es que opera de una forma global. No hay una ciencia española diferente de la ciencia alemana, la ciencia se hace igual y con el mismo método en cualquier sitio del mundo que tenga un sistema científico decente. Los científicos somos internacionales y estamos conectados, y los resultados de la ciencia se exponen en reuniones y revistas internacionales. Esa naturaleza global de la ciencia ha hecho que en apenas unas semanas se consiguiera averiguar el virus que produce la covid-19, y que en menos de un año tengamos la esperanza puesta en decenas de nuevas vacunas y tratamientos. En el CNIO también hemos contribuido. Entre otros proyectos covid, estamos desarrollando un ratón humanizado para entender las consecuencias para el organismo de la infección por el virus Sars-Cov-2, estudiando cómo el virus agota la regeneración de tejidos, así como diseñando un test rápido para detectar el virus sin necesidad de un laboratorio.

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero nos decía en un seminario de la Oficina de Mujer y Ciencia (WISE) en el CNIO algo que a los científicos nos gustaría oír más a menudo: “Si hay algún hecho incontestable en la idea de progreso, la emancipación del pensamiento libre que arranca del afán por la ciencia, de la superación histórica de ataduras a visiones y cosmovisiones del mundo del hombre y su evolución es sin duda alguna la ciencia, es la verdad más incuestionable que podemos tener en nuestras vidas. El progreso es fruto de los avances tecnológicos y científicos de la ciencia”.

Si frena la ciencia, frenará el avance del bienestar humano, y se esfumarán las esperanzas de hacer del cáncer una enfermedad más curable. Por ello, ¡necesitamos todo vuestro apoyo! En el CNIO estamos orgullosos de nuestra iniciativa Amigos/as del CNIO, que permite a los ciudadanos que quieran contribuir a traer nuevo talento investigador al CNIO. Pero también necesitamos que los responsables políticos y sociales se comprometan a aumentar la inversión pública y privada en investigación como el camino más certero para resolver los futuros retos de la humanidad.

Maria A. Blasco es bióloga molecular y directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

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