Por Javier Elzo, catedrático de Sociología en Deusto (EL PERIÓDICO, 03/07/06):
El pasado viernes 23, en el Parlamento Vasco, Carlos Urquijo, parlamentario del PP, afirmó que "burukides responsables del PNV como Gorka Agirre se dedican, vamos a decir presuntamente, a colaborar con la extorsión terrorista a empresarios". Añadió que "está visto que algunos, en vez de reprobar el terrorismo, prefieren colaborar con él". Por si hubiera duda, más adelante calificó a Gorka Agirre de "recaudador". La réplica vino del parlamentario del PNV Xabier Agirre, quien recomendó a Urquijo que "antes de decir las cosas que ha dicho, pregunte a varias familias de Vizcaya del PP lo que han solicitado del señor Gorka Agirre en este tema del impuesto revolucionario". (El Diario Vasco, 24 de junio).
Pero no solamente el PNV, también el secretario general del PSE-EE en Guipúzcoa, Miguel Buen, defendió la presunción de inocencia de Gorka Agirre y consideró que puede haber actuado "por razones humanitarias". Afirmó incluso que "si eso significa la comisión de un delito, a lo mejor nos vamos a tener que poner en una fila, como de aquí a Zaragoza, cientos o miles de cargos públicos, que lo somos o lo han sido en este país".
Grande-Marlaska, temeroso quizá de que Gorka Agirre huyera con la ambulancia a cuestas, se desplazó a Bilbao a tomarle declaración, y lo ha imputado por un delito de colaboración con organización terrorista porque, supuestamente, intermedió en el pago del impuesto revolucionario.
Conocí a Gorka Agirre en Lovaina a finales de los 60. Estudiamos juntos, él Ciencias Económicas, creo recordar, y yo Sociología. Éramos amigos, y si escribo en pasado no es porque hayamos dejado de serlo. Sencillamente, nos vemos poco, pero, cuando nos vemos, es como si la víspera hubiéramos tomado una cerveza en el bar de la facultad lovaniense. Gorka es un hombre callado, tímido, reservado. Es un hombre muy del PNV. Ya siendo estudiante, su entrega a la causa nacionalista era total. Aún le veo preparando las reuniones de la Internacional Demó- crata Cristiana, de la que formó parte el PNV hasta que le echó Aznar, aunque de donde le echó Aznar poco tenía que ver con la Internacional en la que lucharon los Agirre, Gorka y su tío, el primer lendakari vasco.
¿Gorka Agirre colaborador de ETA? Cuando casi nadie hacía frente a ETA, en la Lovaina de finales de los 60, Gorka ya les plantaba cara y mantenía el principio peneuvista de rechazo a la violencia. Postura nada fácil en Lovaina, donde había mucho refugiado político y, aunque la división entre ellos era ya muy fuerte, entonces ETA era prácticamente intocable.
QUE HAYA intermediado Gorka en algún pago no me extrañaría. Los que vivimos en el País Vasco y hemos afrontado la lacra terrorista, sabemos los dramas de muchas familias ante insoportables presiones, auténticas torturas morales, por parte de ETA. Veo la angustia de la mujer de un amigo con la carta que le llegó a su madre, nonagenaria, pidiéndole el impuesto revolucionario. La Ertzaintza les recomendó no pagar. Algunos han podido resistir. Otros no. Todos sabemos que muchos han pagado. No seré yo quien les eche piedras. Tampoco a quienes, a su demanda, les han aliviado de sus torturadores.
Lo que no entiendo es la actual actitud de la justicia. Ese celo de algún juez, y del sector propuesto por el PP en el Consejo General del Poder Judicial, me habría gustado haberlo encontrado hace 10 y más años cuando nos insultaban, cara a cara, en la calle, los batasunos al reclamar la liberación de los secuestrados Ortega Lara, Iglesias Zamora, Aldaia... ¿Dónde estaba la justicia cuando nos coreaban gritos de "Gora ETA Militarra" o, peor aún, "ETA, mátalos", una justicia que ponía mil remilgos a instalar videocámaras para poder identificar a los que proferían semejantes amenazas? ¿Cómo se puede entender una justicia que entonces permaneciera sorda, ciega y muda, y ahora llame a declarar a intermediarios-aliviadores, a empresarios temerosos que, quizá, han pagado a ETA, una justicia que acepte a trámite una querella contra el actual lendakari vasco solo porque hable con Otegi? ¿Va a hacer lo mismo con Josu J. Imaz y con Patxi López cuando se reúnan con él?
No podemos perder esta ocasión de librarnos de ETA. La sociedad vasca, ciertamente unos más que otros, ha sufrido mucho con los casi 40 años de presencia de ETA, casi tantos como con el régimen de Franco, aunque este último le haya superado largamente en la lista de crueldades. Todavía quedan muertos por desenterrar de la guerra civil.
AHORA VIVIMOS un momento de esperanza. La sociedad vasca juzgará con rigor la labor de los políticos, de los medios de comunicación y de las personas con proyección pública, y la vara de medir será muy simple: qué partidos, personas y organismos de todo signo están apoyando el llamado proceso de paz y cuáles dificultándolo. Quiénes desbrozan el camino, e incluso lo abren, y quiénes ponen palos en las ruedas. Quiénes establecen puentes y quié- nes los impiden construir e incluso destruyen los trabajosamente levantados. En Euskadi nos conocemos todos. Además, como en pocos sitios de España, tenemos prensa, radio y televisiones de todo color político. Basta cambiar el dial y pasar de la COPE a Radio Euskadi. (Por cierto, cuando se analicen las audiencias conviene saber que muchos nacionalistas dicen escuchar un ratito a Jiménez Losantos por la mañana "para cargar las pilas". No precisamente para alimentar su españolismo-). Sí, en el tema del finiquito a ETA nos sobran discursos. Queremos hechos. Y punto final. Después nos quedará, ciertamente, cómo gestionar el periodo post-ETA con el debido reconocimiento a sus víctimas.