La verdadera seguridad y la retórica

Tommaso Padoa-Schioppa es columnista del Corriere della Sera (EL MUNDO, 15/07/05).

La reunión extraordinaria de los ministros del Interior en Bruselas y la intervención del titular británico de dicha cartera ante la Eurocámara son ejemplos claros de que la cooperación europea es reconocida como un elemento esencial en la lucha contra el terrorismo.

Que las acciones comunes decididas tras los atentados de Madrid se estén llevando a cabo con lentitud es una prueba más de que la capacidad de la UE para actuar como sujeto de pleno derecho político es todavía insuficiente.

Es indudable que una Europa realmente unida podría hacer mucho más en este campo. Sin embargo, el ministro del Interior británico dijo que la colaboración europea «marcó la diferencia» a la hora de permitir la rápida identificación de personas probablemente implicadas en los atentados de Londres. En Bruselas se ha discutido una más rápida adopción de medidas de cooperación en materia de archivo de datos telefónicos, intercambio de información o control de las transferencias de fondos y de explosivos.

La suspensión por un mes de los acuerdos de Schengen por parte de Francia, de la que ya había hablado el ministro Pisanu en el Parlamento italiano, hay que verla y juzgarla en este contexto.

Los acuerdos de Schengen crearon un espacio común dentro del cual se moviesen libremente personas y mercancías. Dichos acuerdos entraron inicialmente en vigor en 1985 entre Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y Luxemburgo, en un Tratado firmado al margen de los mecanismos jurídicos e institucionales de la Comunidad Europea. Hoy están adheridos a dicho tratado 13 países. No forman parte de él ni el Reino Unido ni Irlanda ni los 10 que son miembros de la UE sólo desde el mes de mayo de 2005. Los propios acuerdos prevén que se puedan retomar, en circunstancias excepcionales, los controles en las fronteras nacionales.

No tiene, pues, nada de sorprendente que, en una fase de grave peligro, dicha cláusula sea utilizada. No se trata de una ruptura del espacio común, sino de un reforzamiento de su protección.Es una medida que, en cualquier momento de emergencia o de peligro inminente, vemos tomar en el interior de las fronteras de cada uno de nuestros países. Interpretar la decisión francesa como la ruptura de una demasiado débil e ineficaz Europa de la seguridad sería una falsificación de los hechos, de acuerdo con la euroretórica tan de moda en la actualidad.

Nos lo recuerda el hecho mismo de que el Reino Unido, el país europeo donde acaba de golpear el terrorismo, no está adherido a Schengen. Desde hace casi 15 años, la dinámica evolutiva de la Unión Europea apunta a la línea de conjunción de la unión económica y política. Simplificando, se podría decir que el objetivo de la primera es la riqueza y el de la segunda, la seguridad. Está claro que forma parte de esta red precisamente la frontera -no geográfica, sino funcional- del progreso de la Unión hacia un espacio no sólo de bienestar, sino también de paz interna.