Por Ariel Cohen, miembro investigador de estudios rusos y euroasiáticos en el Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales de la Fundación Heritage (GEES, 06/04/06):
El partido Kadima (Adelante) de Ehud Olmert ganó menos de un cuarto de los escaños disponibles del Knesset en las elecciones parlamentarias israelíes que fueron el 28 de Marzo. Parece que una variedad de votantes se inclinan por la retirada unilateral de Judea y Samaria (Cisjordania) y por políticas económicas de izquierdas. Algunos alegan que se ha abandonado la ideología de la Tierra de Israel, que incluye las reivindicaciones de Judea y Samaria, histórico lugar del nacimiento de la nación israelí.
Pero la falta de socio palestino para la paz no presagia nada bueno para la seguridad y la prosperidad del estado judío. La ANP controlada por Hamás exige la destrucción de Israel y es probable que empiece una nueva guerra terrorista. Estados Unidos debe reconocer esto y prepararse para el duro camino que espera más adelante.
Un terremoto político
Israel tiene un historial de descomunales cambios políticos y de exitosos partidos centristas nuevos (Yahad en 1977, Shinui en 2003). Las encuestas predijeron una enorme victoria para el Kadima, partido creado por Ariel Sharon. Por primera vez, se suponía que un nuevo partido se iba a convertir en la fuerza dominante en el centro, apartando al Partido Laborista y al Likud, casi se hace realidad.
Las elecciones – con la más baja participación en la historia israelí (63%) y con algunos escaños que probablemente serán impugnados – revelaron varias sorpresas que los encuestadores fallaron en predecir:
*El colapso del Likud, encabezado por el ex primer ministro Benjamín Netanyahu. El partido sólo consiguió 12 escaños. Netanyahu, impopular desde su temporada 1996-1999 como primer ministro y por haber buscado grandes recortes en la red de seguridad social bajo el mando de Sharon, llevó a su partido a su más grande derrota desde que Sharon y Menachem Begin lo fundaron en 1975. Varios líderes del Likud dejaron el partido para irse al Kadima, por ejemplo Olmert, el ex ministro de Defensa Shaul Mofaz y la ministra de Exteriores Tzipi Livni.
* El partido Israel Beitenu (Nuestra Patria Israel) – que representa a los inmigrantes de habla rusa y que es liderado por Avigdor Liеberman, nacido en Moldova – se ha convertido ahora en la segunda fuerza de la derecha, con 11 escaños.
* El Partido Laborista – liderado por el ex sindicalista, nacido en Marruecos, Amir Peretz – lo hizo bastante bien, llegando segundo con 19 escaños. Peretz, paloma de la paz populista que apoya las políticas socialistas de gravar y gastar, carece de estudios superiores, de credenciales en política exterior y de seguridad, por lo que las élites israelíes no se fían ni un pelo de él.
* El partido de Los Jubilados liderado por el veterano del Mossad israelí Rafi Eitan, lo hizo sorprendentemente bien ganando 7 escaños y recogiendo apoyos de las masas de jóvenes que frecuentan los cafés en Tel Aviv, algo que los analistas israelíes describen como el voto postmoderno.
Avanzar para la retirada
Kadima se presentó con una plataforma que ofrecía la retirada unilateral israelí de Cisjordania, sin ningún acuerdo político recíproco como un tratado de paz o siquiera un alto el fuego a largo plazo por parte de los palestinos. La retirada que se ha propuesto y que forzará al traslado de 80,000 residentes judíos, resultará en una mayor ruptura de la sociedad israelí y puede acabar en una resistencia violenta.
Después de las elecciones, Olmert necesitará forjar una coalición con los laboristas para poder implementar su política. Probablemente Peretz exigirá un paquete masivo de medidas sociales para dar marcha atrás a los recortes de presupuesto de Netanyahu y eso enviará a Israel a los negros días de 2003 cuando la economía se tambaleó ante una serie de ataques terroristas continuados. Puede que partidos más pequeños, como el Shas, se unan a la coalición a cambio de dinero para sus programas sociales. Los partidos que son agresivos en cuestiones de seguridad, sin importar la política doméstica, quizá no tengan muchas ganas de aliarse con el nuevo gobierno. Como resultado, la coalición de Olmert puede terminar siendo estrecha y divisiva.
No hay opción de paz
Olmert anunció que buscará un socio palestino para hablar de paz. Pero Hamás se niega a reconocer a Israel, exige su destrucción y no denuncia el terror. Hamás es un retoño de la Hermandad Musulmana, organización radical y a menudo violenta, que busca establecer un estado regido por la sharía en todo Oriente Medio e incluso más allá. Es apoyado por Irán y Arabia Saudí, reivindica que toda la Tierra un waqf islámico (posesión sagrada del islam). Hamás ya le ha dado permiso a al Qaeda y a Hizbolá para ofrecer entrenamiento terrorista y que empiecen a reclutar en Gaza.
Bajo estas circunstancias, probablemente una retirada unilateral será como una invitación a mayor violencia. A pesar de la retirada de Gaza, Israel sufre diariamente los disparos de misiles Qassam y Katyusha contra sus pueblos y ciudades y hay una amenaza contra una de las centrales eléctricas clave del país. Si Israel abandona Cisjordania, Hamás controlará esa cadena de montañas estratégica que domina las planicies costeras de Israel. Los misiles disparados desde Cisjordania podrían amenazar la densamente poblada llanura central de Israel así como el aeropuerto internacional Ben Gurion. Y puede que Hamás, responsable de docenas de ataques que han matado y herido a cientos de israelíes, regrese a esas tácticas mientras establece su control político.
Recomendaciones para la Administración Bush
Las prioridades estratégicas de Estados Unidos en Oriente Medio están en juego al igual que la credibilidad americana. Estados Unidos se debe mostrar firme para enfrentarse a organizaciones terroristas – incluso aquellas que ganan elecciones – cuando son una amenaza para la tolerancia, la sociedad civil y el imperio de la ley. Los intereses americanos también pagarán las consecuencias si Israel se convierte en un problema de seguridad o si se ve desbordado por el terrorismo. La Administración Bush y el Departamento de Estado deberían dar dos pasos importantes:
* Liderar una campaña mundial para aislar a Hamás, no sólo entre aliados occidentales sino también en la ONU, Rusia, China, el mundo árabe y musulmán. Esta campaña debería incluir el cese de toda ayuda económica a la ANP ya que en el pasado, cientos de millones de dólares destinados para ayuda se consignaron a otras cosas y terminaron en cuentas bancarias offshore controladas por Yasser Arafat, sus compinches y miembros de su familia. Esa ayuda exterior, al ser fungible, seguramente le servirá a Hamás para usos terroristas como la compra de armas y pagos a las familias de terroristas suicidas.
* Exigir que Hamás no sólo reconozca a Israel, abandone la violencia y se adhiera al mapa de ruta, que incluya el desmantelamiento de sus muy bien pertrechadas milicias, sino que también deben acabar con el sistemático lavado cerebral de la población palestina, incluyendo a los niños, para convertirse en terroristas homicidas bajo la apariencia de “guerreros santos” (mujaidines).
Conclusión
Los votantes israelíes han demostrado nuevamente que desean apoyar un compromiso de paz de largo alcance. Hasta ese momento – mientras que los palestinos encuentran unos líderes realistas, deseosos de llegar a acuerdos y negociaciones – Estados Unidos debe poner muy en claro que Israel tiene el derecho a protegerse contra cualquier amenaza terrorista con todos los medios necesarios, tal y como lo hace Estados Unidos.