La vida, el bien más sagrado

Por Bárbara Dürhkop, europarlamentaria y miembro de la ejecutiva del PSE-EE (ABC, 22/11/05). Réplica al artículo de Rosa Díez (PSOE) Lo más sagrado.

Titulas tu artículo «Lo más sagrado». Te diré que para mí lo más sagrado es la vida. Lo más sagrado que tengo como persona y como ciudadana vasca, española y europea es la vida. Y te diré también que, como socialista, necesito la libertad para dar sentido a mi vida. Si no la tengo, no vivo. Únicamente sobrevivo.

Porque para mí y para el conjunto de los socialistas la libertad es como el aire que respiramos. Sin ella, como te decía, no hay vida. Y junto a la libertad, da sentido a mi vida la pasión por la igualdad. El concepto que, como decía bien Norberto Bobbio, distingue a la izquierda de la derecha.

Y para garantizar el ejercicio de la libertad por todos y cada uno de los ciudadanos vascos y españoles, también de nuestros adversarios políticos, arriesgo mi vida a diario, como tú. Y por defender esa libertad de todos, incluida la tuya de poder descalificar a tu secretario general sin hablar previamente con él, y en el medio de comunicación más conocido de la derecha española, asesinaron a mi marido, Enrique Casas, hace veintiún años. Y también para él, la vida era el bien más sagrado. Y se la arrebataron porque defendió con pasión, brillantez y respeto la libertad, la igualdad y el Estado de Derecho.

Y el Estado de Derecho, garante de nuestras libertades, no supuso para él ni para mí ningún muro infranqueable. Las Leyes que emanan del Estado de Derecho no son muros, sino que son los instrumentos que garantizan nuestros derechos. Y las Leyes Fundamentales, la Constitución española de 1978 y el Estatuto de Autonomía de Gernika, no son muros contra ningún demócrata, sino el marco en el que es posible la convivencia entre diferentes. Los muros hipotéticos se construyen únicamente contra los enemigos de la libertad. Porque la libertad y la democracia también tienen que ser defendidas.

Y nos dices que el respeto a la voluntad de los vascos es un invento del nacionalismo radical. Pero Rosa: ¿cuándo no se ha respetado en estos últimos veinticinco años la voluntad de los vascos? Los vascos aprobamos en 1978 y en referéndum la Constitución y un año más tarde aprobamos, también en consulta popular, el Estatuto de Gernika. Y los vascos decidimos cada cuatro años quién nos gobierna en España, quién dirige el Gobierno vasco y quién o quiénes dirigen las diputaciones y los ayuntamientos. Por cierto, quien no respeta en absoluto la voluntad de los vascos es ETA. Si lo hiciera, hace tiempo que habría desaparecido.

Y dentro de las dos normas fundamentales que rigen nuestra convivencia están previstos los mecanismos para modificarlas. Y es legítimo pretender cambiarlas. Lo que no lo es, es pretender hacerlo como si no existieran.

Nos dices que no entiendes que pudiéramos ni siquiera pensar en hacer coaliciones con Batasuna. Y tú sabes, tan bien como cualquier militante de base, que a Patxi ni se le ha pasado por la imaginación gobernar con la Batasuna de hoy. Como tampoco se le podría pasar por la imaginación a Ramón Rubial que un día pudiéramos gobernar con los seguidores del Mario Onaindía del proceso de Burgos, a quien tú citas acertadamente en tu artículo.

Pero el futuro está escrito en las estrellas. Y a mí me gustaría que un día, desaparecida ETA, vencido el fundamentalismo excluyente y establecido el debate político en términos de izquierda y derecha, pudiéramos pactar con los demócratas de diferente procedencia, con aquéllos que defiendan la igualdad de todos como principio básico de acción política.

Y en ese momento los socialistas estaremos donde hemos estado siempre, defendiendo los intereses de los trabajadores y de los más desfavorecidos. Como lo venimos haciendo desde finales del siglo XIX, desde las huelgas de la minería y de la siderurgia.

Los socialistas, Rosa, siempre hemos defendido la libertad y la igualdad, y hemos sufrido mucho por ello. Te has preguntado dónde estaban en aquellos momentos críticos las gentes que ahora te adulan. ¿Dónde estaban cuando tenían lugar las huelgas de las minas?, ¿en la guerra civil?, ¿en la postguerra? ¿No crees que los herederos de Indalecio Prieto y de Ramón Rubial representan, representamos, infinitamente mejor que quienes ahora te jalean los ideales que hemos defendido juntas?

Me duele profundamente, Rosa, que siendo compañeras de escaño en el Parlamento Europeo, defendiendo juntas los valores de la izquierda, me haya tenido que enterar de tus preocupaciones a través de un artículo que publicas en un periódico de la derecha.

Rosa, los socialistas no somos perfectos, podemos equivocarnos como humanos que somos, pero nunca hemos traicionado los valores por los que lucharon y sufrieron nuestros abuelos, nuestros padres y en mi caso concreto mi propio marido. Yo nunca traicionaré la memoria de Enrique, ni la de Fernando, y tampoco la de Miguel Ángel o de la de Gregorio. Yo siempre estaré con quienes han defendido en todo momento la libertad y la igualdad, yo siempre estaré con quienes trabajen para que no haya más víctimas, para que termine esta locura. Y tengo muy claro que para defender la libertad es mejor estar con quienes mejor la conocen y más la practican. Y espero coincidir en ese camino contigo, a pesar de tu evidente deslealtad.