La yihad del botellón

Los desperdicios de un botellón low costsimbolizan la ideología que inspiró los atentados de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017. Latas de bebidas energéticas, restos de una caja de galletas y una botella vacía de vodka barato. Una borrachera clandestina adolescente. Esa fue la última voluntad del comando de Ripoll antes de morir tiroteados en Cambrils.

Las informaciones del sumario judicial corroboran el impredecible perfil de los terroristas. Un currículum salpicado de intoxicaciones por drogas, trapicheos y denuncias por abusos sexuales. Unas biografías que ya se intuían en las fotografías de sus redes sociales, donde la única ideología que se manifestaba era el narcisismo de sus selfies con motos de segunda mano y prendas de vestir de imitación.

La borrachera religiosa de los meses previos a cometer el atentado fue el último de sus excesos adolescentes. Una intoxicación ideológica para escapar del aburrimiento, la frustración y el resentimiento. Una embriaguez de islamismo de garrafón para curar el despecho hacia una sociedad que amaban, pero con la que, súbitamente, se sintieron traicionados. Desamor adolescente. “Nos queríais comprar con nuestros trabajos… Mal nacidos… Cabrones… ja, ja, ja, ja”, decían los aspirantes a yihadistas mientras fabricaban los explosivos. Ese fue su legado intelectual.

El análisis sobre la motivación de los atentados de Barcelona se remonta a un debate que se desató a comienzos del siglo XXI. Por un lado, un grupo de intelectuales liderados por Marc Sageman alertaban de que la amenaza terrorista estaba mutando hacia un fenómeno desestructurado, donde grupos locales, sin conexión con organizaciones terroristas, cometían actos de violencia de manera autónoma. Por otra parte, otra corriente de académicos, encabezados por Bruce Hoffman, argumentaban que detrás de todo acto terrorista existía siempre un nexo con una organización criminal.

La evolución estratégica de Al Qaeda y de Estado Islámico en los últimos diez años demuestra que estas dos teorías son complementarias. Pueden existir grupos o individuos que cometan acciones terroristas de manera autónoma, pero inspirados por la narrativa y la ideología de una organización criminal.

El líder de Al Qaeda, Mustafá Setmarian (de nacionalidad española), escribió en 2005 que el futuro de la organización pasaba por propiciar células descentralizadas unidas únicamente por una misma ideología. En el año 2010, otro líder de Al Qaeda, Anwar al-Awlaki (de nacionalidad estadounidense), puso en marcha la revista digital Inspire, una publicación en inglés donde Al Qaeda difundía su ideología, pero también manuales sobre la fabricación de explosivos. Esta revista perseguía el objetivo de Setmarian: fomentar células independientes que cometieran atentados inspirados en Al Qaeda.

Estado Islámico heredó esta estrategia. Los 1.500 vídeos de alta calidad difundidos por las redes sociales desde enero de 2014 hasta enero de 2018 por este grupo buscan propiciar atentados como el que tuvo lugar el 17 de agosto. No se puede entender el viaje de los terroristas a París sin tener en cuenta que Francia ha sido el país europeo más señalado en los vídeos del ISIS. Estado Islámico ha pedido atacar Francia en 48 ocasiones en los últimos cuatro años a través de las redes sociales. Además, el 26 de noviembre de 2016, Estado Islámico inició una campaña de comunicación donde pedía a sus seguidores cometer atentados en sus lugares de origen utilizando camiones, cuchillos y bombas fabricadas en casa. La campaña incluía un vídeo tutorial con un terrorista enseñando a fabricar el mismo explosivo que explotó en Alcanar. Los propios terroristas reconocen en un vídeo su admiración por Abu Bakr al Bagdadi, al que únicamente conocieron por Internet.

Estado Islámico ha generado una narrativa destinada a movilizar a adolescentes más interesados en trapichear que en estudiar o ir a la mezquita. Una narrativa basada en un islamismo de garrafón que sigue difundiéndose sin freno. Desde mediados de julio de 2018, ISIS ha publicado 231 campañas de comunicación, incluyendo siete vídeos de alta calidad, en las redes sociales abiertas. Una yihad de botellón para que adolescentes incultos ahoguen sus frustraciones y venguen sus despechos con un mundo moderno al que amaron y desearon... La borrachera fue dura y la resaca será complicada.

Javier Lesaca es doctor en Historia y autor del libro Armas de seducción masiva.

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