La zozobra del Instituto Español de Oceanografía

En 2013, la entonces secretaria de Estado de I+D+I, Carmen Vela, criticaba el enorme volumen de recursos dedicados a la ciencia no competitiva y anunciaba la renovación del sistema de ciencia y tecnología en España, para mejorar calidad en detrimento de cantidad. Para ello prometió estimular la incorporación de especialistas para captar y gestionar fondos europeos. Parafraseando a Einstein, Carmen Vela auguró que el sistema de I+D resurgiría de la crisis con más fuerza que antes.

Ciertamente, la antigua secretaria de Estado no podía estar más equivocada en su planteamiento. Aunque la crisis se cebó con el sector público español en general, fue especialmente dura con el sistema de I+D. Primero el CSIC quedó al borde del colapso. Luego le llegó el turno a los demás Organismos Públicos de Investigación (OPIs) sectoriales. La pronta movilización de los directores del CSIC consiguió una intervención del Gobierno que le ayudó a superar las dificultades. Los demás OPIs lo tuvieron más difícil y, frente a la pasividad de sus responsables, en 2018, a finales del último Gobierno de Mariano Rajoy, sus plantillas desataron la "Primavera de los Manifiestos en defensa de OPIs". En los manifiestos se hacía pública la preocupación del personal al ser testigos de la falta de ejecución presupuestaria, el colapso de las instituciones y la estupefacción ante el nivel de conformismo de sus equipos directivos y la falta de atención del propio ministerio.

El caso particular del Instituto Español de Oceanografía (IEO) es un claro ejemplo de la preocupación y malestar del personal ante los problemas de gestión y la actitud de sus directivos. En una entrevista diseñada para contentar al sector pesquero, su director, Eduardo Balguerías, echaba balones fuera cuando fue preguntado por el manifiesto y culpaba la falta de ejecución presupuestaria a los mecanismos de control de gasto del Ministerio de Hacienda. Eso sí, aguardaba con esperanza el cambio de Gobierno y la relajación de restricciones y controles. El director afirmó que el IEO estaba adaptando sus herramientas y personal a las exigencias del nuevo Gobierno de Sánchez.

Cuando el ministro Pedro Duque aterrizó en el departamento, Carmen Vela fue sustituida por Rafael Rodrigo, expresidente del CSIC que estrenaba la Secretaría General de Coordinación de Política Científica (SGCPC). Duque y Rodrigo traían bajo el brazo las medidas que ansiaba Balguerías. Sin embargo, lejos de reflotar a la centenaria institución, los últimos dos años han sido testigos de la libre caída del IEO hacia el abismo de la quiebra técnica. La inacción ante los graves problemas de gestión y ejecución presupuestaria han propiciado que en el momento presente, el IEO esté sometido a una suerte de administración pseudoconcursal. Están paralizados todos los gastos asociados al funcionamiento del IEO: desplazamientos del personal científico, resarcimiento de buena parte de gastos realizados desde el tercer trimestre del año pasado, pago de facturas a proveedores, etc. Por primera vez se ha prohibido a los investigadores del IEO participar en convocatorias públicas competitivas de contratos y proyectos por falta de recursos para afrontar la cofinanciación y se pone en duda la idoneidad y la legalidad de solicitar proyectos europeos. Todo esto supone un reconocimiento tácito de la incapacidad de la dirección del IEO para gestionar su presente y, todavía menos, su futuro más inmediato.

El mantenimiento de instalaciones y flota también se ha visto afectado por la incapacidad de gestionar expedientes: edificios con problemas graves sin acometer las reformas necesarias, mobiliario sin renovar desde hace décadas, sofisticado y costoso instrumental sin mantener ni calibrar. Los buques que llevan años esperando entrar en varadero para pasar sus certificaciones. Estas demoras tienen consecuencias. Sin ir más lejos, la pasada semana el buque Ángeles Alvariño estuvo más de 12 horas a la deriva sin propulsión en las proximidades del estrecho de Gibraltar. La última sorpresa ha sido la negativa de los proveedores a seguir sirviendo combustible y víveres a los buques. La dirección del IEO era consciente de que los expedientes de suministro de combustible, víveres y tripulación estaban vencidos, pero solo lo ha reconocido cuando se ha visto forzada a amarrar su flota. El ministerio que dirige Pedro Duque admite que desde el Instituto les comunicaron este problema hace tan solo una semana, aunque todos estos expedientes tienen como Órgano de Contratación a la SGCPC y Presidencia del Instituto Español de Oceanografía, dependiente de Rodrigo.

Estos y otros expedientes deberían haber sido tramitados en 2019. Ante la gravedad de la situación, la dirección del IEO intentó paliar las consecuencias más inmediatas de la parada de la flota de los buques oceanográficos del IEO improvisando expedientes por procedimiento de emergencia para suministro de combustible, víveres y contrataciones de las tripulaciones. En una reunión extraordinaria, el SGCPC y la Subdirectora General de Coordinación de OPIs hicieron rectificar a Balguerías y propusieron que la tramitación se hiciera por procedimiento de urgencia, más acorde con los fines (emergencia es para catástrofes e imprevistos). En palabras de Balguerías, toda la situación es consecuencia de la escasez de funcionarios cualificados para agilizar la tramitación de expedientes, a pesar de los más de 20 puestos de libre designación (subdirector, asesores, consejeros, directores de centros oceanográficos, jefes de área y programa) que parecen no tener capacidad de acción

En cualquier caso, la falta de previsión y agilidad tendrá paralizada la flota oceanográfica y mandará a las tripulaciones al desempleo por varias semanas. La pronta movilización de la plantilla del IEO, principalmente a través de las redes sociales, ha forzado al Ministerio que dirige Duque a transferir combustible de los buques gestionados por la Unidad de Tecnología Marina del CSIC. No obstante, la flota oceanográfica del IEO tiene aún orden de amarre por falta de, entre otros, marco normativo para la contratación de las tripulaciones de los buques. La aparente normalidad que se transmite desde los escasos comunicados oficiales no ha sido capaz de evitar el importante revés infringido a los programas de observación del océano coordinados por el IEO. Esto ocurre precisamente al regreso del Director del encuentro anual de POGO en Quingdao (China), donde, junto con directores de las principales instituciones oceanográficas del planeta, se promociona y estimula la observación oceánica.

La caótica situación del IEO la resumía una investigadora hace unos días:

Parece que se avecina un año peor que los últimos, lo cual parecía imposible. Tenemos una deuda tremenda en caja fija, […] se cancelan campañas oceanográficas, […] cancelamos campañas de muestreo por falta de interés de nuestros responsables, se nos prohíbe presentarnos a convocatorias competitivas, carecemos de capacidad de gestión para asumir nuevos encargos […]. Tenemos una Secretaria General no deseada por nuestro Director, tenemos un Director no deseado por nuestro Presidente, tenemos un Subdirector no nombrado en BOE, tenemos un gobierno inestable y tenemos los presupuestos de hace 2 años... ¿hasta cuándo vamos a aguantar […]?

La coyuntura actual del IEO es consecuencia del pésimo modelo de funcionamiento y gestión de los OPIs, un modelo que resulta incompatible con el asesoramiento científico de calidad y la transferencia del conocimiento: estructuras obsoletas, nula cultura participativa, excesiva burocratización y ausencia de mecanismos de contabilidad analítica. A pesar de la asfixia burocrática, los indicadores de rendimiento son excelentes, con un aumento del 160% en el número de artículos científicos entre 2009-2019. Estos resultados demuestran la competitividad, y que contrastan con la pasividad del Ministerio.

La búsqueda de soluciones pasa por detener la actividad, evaluar la magnitud del problema, idear soluciones y plantear la hoja de ruta para salir de la crisis. El cambio de régimen jurídico del CISIC está propiciando la elaboración de un nuevo modelo de gestión en OPIs: el CSIC aspira a tener una ley propia y unos presupuestos plurianuales que permitan ajustar procedimientos a necesidades de la investigación. Quizá la clave esté en utilizar como base ese modelo para conseguir agilidad en la gestión administrativa y económica que permitan que los OPIs funcionen de manera moderna y competitiva. Si ese modelo es bueno para el CSIC es necesario que se considere su extensión hacia los OPIs sectoriales para rescatarlos del estado de crisis permanente en el que se encuentran desde 2013. Si esto no fuera así, sería tanto como admitir la existencia de una ciencia de primera y una ciencia de segunda clase. Y asumir que en España el CSIC, por el abandono y el desinterés de los responsables políticos, tiene el monopolio de la investigación

Carmen Vela sí acertaba al citar a Einstein: la fuerza de voluntad de sus plantillas hará reflotar a instituciones que, como el IEO, han sorteado peores momentos en su ya más que centenaria existencia.

Ricardo F. Sánchez Leal y los diez restantes firmantes, que se detallan a continuación, son impulsores del Manifiesto de 2018: Francisco Rodríguez, Juan Bellas, Manuel Ruiz, Alma Hernández, Antonio Punzón, Rosa Balbín, Marina Albentosa, Jesús Mercado, Lidia Yebra y Pedro Vélez

1 comentario


  1. El problema en los OPIs es que no hay carrera profesional técnica y en cambio una miy buena científica. Ello es absurdo si se tiene en cuenta que teconología y ciencia van de la mano en la actualidad. Ello provica una especie de mobbing indirecto. En definitiva una péedida absoluta de recursos humanos. Si la gente no tiene incentivos en el capitalismo...

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