1. Antes se pilla a Marta 'Dedos Rotos' que a un cojo
Cuando Marta Torrecillas Domènech, concejala de ERC, denunció el 1 de octubre frente a las cámaras de televisión que la Policía Nacional le había roto los dedos mientras le tocaba las tetas, una ola de indignación recorrió Cataluña. Luego apareció un vídeo que no estaba a la altura de las mentiras de Marta Torrecillas Domènech y la concejala pasó a ser conocida como "Marta Dedos Rotos" y también como "Marta Trolecillas". Nunca una capsulitis (se sospecha, además, que provocada por los tirones de un compañero independentista) dio para tanto. Lo último que supimos de ella es que la Fiscalía la andaba investigando por un posible delito de calumnias.
2. La Cataluña profunda invade Barcelona a lomo de tractores
La metáfora, la de cientos de jinetes independentistas de la Cataluña rural a lomos de sus tractores invadiendo las calles de la Barcelona de iPhone X, vermut en el Maravillas y voto a Ciudadanos, parece diseñada por Vidal-Quadras, Losantos, Espada y Boadella al alimón. Sobre todo por Boadella. Y de ahí que cuando ha sido necesario bautizar la Cataluña independentista para diferenciarla de la Cataluña tabarnesa del siglo XXI no haya habido debate posible: Tractoria ha arrasado por aclamación popular.
3. "¿Pero qué coj***s?". La ducha escocesa
El procés ha sido, para la claque independentista, el equivalente de una ducha escocesa diaria. Un minuto se les promete la República Independiente de Cataluña y al minuto siguiente se les dice que la República Independiente de Cataluña se suspende temporalmente porque las circunstancias concomitantes, coyunturales y contingentes no son las adecuadas. Un minuto se les promete el advenimiento del Mesías de Bruselas descendiendo en paracaídas sobre el Parlamento tras saltar desde un bombardero de la Fuerza Aérea Israelí y al minuto siguiente les atizan en la jeta con unos mensajes de móvil captados por un cámara de Tele 5 y capaces de desmoralizar al más pintado. Si hay que escoger una sola imagen que simbolice el tobogán emocional del independentismo, es esta.
4. Inés Arrimadas y su partido se niegan a cantar el cántico de guerra de los nacionalistas
Cataluña, es sabido, no tiene himno nacional. En primer lugar porque no es una nación. En segundo lugar porque el cántico que el independentismo pretende vender como el himno nacional de la comunidad autónoma sólo representa a la mitad de los catalanes. Cuando el 26 de octubre de 2015 Inés Arrimadas se negó a cantar a voz en grito el cántico bélico de la oposición, media Cataluña recobró la esperanza. La otra media se golpeó el pecho con el abanico y pidió las sales. Pero su cántico sólo les representa a ellos y negarse a cantarlo es un acto de dignidad.
5. La Cataluña profunda invade Bruselas con un palo en la mano
El 7 de noviembre de 2017, doscientos alcaldes de pequeños pueblos catalanes viajaron hasta Bruselas para rendirle pleitesía y jurarle fidelidad al fugado de la justicia Carles Puigdemont. El espectáculo, churrigueresco hasta en el contexto de una ciudad acostumbrada a esperpentos políticos de toda calaña y condición, tuvo al menos la virtud de dejar para la historia alguna foto de esas que resultan difíciles de creer con el paso de los años.
6. A falta de épica, píntatela
Esta foto es falsa. Es decir, la que es falsa es la estelada: los agentes de la Guardia Civil son reales. El caso es que a falta de victorias y gestas históricas, el catalanismo ha llegado a la conclusión de que la vía más recta hasta una épica de baratillo es el Photoshop. Y ahí que se han lanzado unos cuantos estudiantes de primer curso de diseño gráfico para crear la Raising the Flag on Iwo Jima independentista. El resultado deja bastante que desear, pero menos da una piedra. La foto gustó tanto entre el público independentista que ahora la CUP coloca en todos los tumultos a un abanderado al frente para ahorrarse el Photoshop posterior.
7. Declarando la independencia con el Parlamento semivacío
Cataluña no es independiente por la sencilla razón de que la independencia no tiene apoyo social suficiente en la región. Desde luego, no en porcentaje de votos. Tampoco en escaños (el independentismo apenas supera por un par de escaños la mayoría en el Parlamento y eso gracias a una ley electoral que privilegia el voto rural y castiga el urbano). Si al espectáculo circense de una declaración de independencia ilegal y "simbólica" se suma el espectáculo desolador del hemiciclo semivacío, se obtiene una imagen para la historia: la de una nueva derrota democrática del nacionalismo catalán.
8. El posado de Comín ¿y Puigdemont?
A día de hoy, nadie alberga la más mínima duda de que lo de Comín no fue un descuido sino un posado en toda regla. La duda es si el posado estaba pactado con Puigdemont o fue una traición en toda regla.
9. Una república pobre en apoyos internacionales pero rica en gestitos
La CUP decidió mostrar su rechazo al aplazamiento de la investidura decidido por el presidente del Parlamento Roger Torrent el martes pasado presentándose en sus escaños a la hora acordada, las 15:00, y alzando el puño para reivindicar vayan ustedes a saber qué. Luego se fueron a comer y ahí quedó para la posteridad una de las estampas más representativas del procés: todo gestos de cara a la galería diseñados para los fotógrafos de la prensa amiga, la subvencionada, pero sin impacto alguno en la realidad. Comunismo posmoderno, vaya.
10. El independentismo no es violencia… hasta que se le acaba la paciencia
La definición de "violencia" que defiende el independentismo es la que votaría con los pies cualquier criminal de este planeta de Charles Manson para abajo. Una en la que el acoso, la presión social, la discriminación, la intimidación a cargo de la masa, la pasividad de la policía autonómica frente a los delitos de los nacionalistas, los linchamientos en las redes, el adoctrinamiento en las escuelas o la amenaza de una violencia futura no cuentan como violencia… siempre y cuando sus ejecutores sean independentistas. Lo ocurrido frente a la Consejería de Economía el 21 de septiembre del año pasado es una prueba más de ello.
11. La revolución… ¿de las sonrisas?
Al independentismo, siempre tan cursi y tan preocupado por su imagen pública, le gusta presentarse en sociedad como un movimiento pacífico, tolerante, inclusivo y sonriente. El supremacismo, el odio y el rencor van por dentro. Este meme, utilizado hasta la saciedad en las redes sociales, ha logrado captar la tradicional dualidad independentista a la perfección.
12. Amigos de Otegi
Durante la Diada del pasado 11 de septiembre, el independentismo recibió a la delegación de EH Bildu entre vítores mientras pitaba a la del PSC, cuyo pagafantismo debería ser estudiado ya como enfermedad psiquiátrica. Otegi se dio ese día un baño de masas en Barcelona y se hizo más selfies con sus admiradores de los que se ha hecho durante los últimos tres o cuatro años en su País Vasco natal. No deja de ser irónico que ahora que nadie le hace caso por su terruño, sean los catalanes los que le han vuelto a colocar en el mapa a base de besos, abrazos, admiración a raudales y peticiones de autógrafos.
13. Entre la pasividad y la impotencia
El martes pasado, un grupo de apenas unas pocas docenas de adolescentes fue capaz de irrumpir en el recinto del Parlamento a empujones para insultar a la líder del partido más votado en Cataluña, amenazar con irrumpir en el Parlamento si no se votaba lo que ellos querían, proferir amenazas fascistas y subirse a los árboles. Los Mossos d'Esquadra, como viene siendo habitual durante los últimos meses, fueron atados de manos por sus mandos. Los vídeos de su actuación, peripatéticos, provocaron uno de los chistes de la jornada: los mossos sólo parecen hacer bien su trabajo cuando se emite el vídeo al revés.
14. La Cataluña demócrata sale por fin a la calle
Que nadie se engañe. Con el procés no han acabado los mensajes de Carles Puigdemont al móvil de Toni Comín. Con el procés han acabado el mensaje del Rey del 3 de octubre y la manifestación del 8 de octubre, cuando más de un millón de catalanes no nacionalistas salieron por primera vez en democracia a la calle para plantarle cara a un independentismo al que PP y PSOE han dejado llegar mucho más lejos de lo que sería razonable en una democracia occidental avanzada como la española. La foto de la manifestación aún escuece entre el independentismo. Porque ellos creían que las calles les pertenecían y ese día comprobaron que no.
15. Una foto para la historia
Hay tanta verdad encerrada en esta foto que cualquier comentario sobra. Si me pidieran que escogiera una foto que simbolice los últimos cinco años en Cataluña, optaría por esta sin dudarlo ni un solo segundo: la vieja Cataluña nacionalista de Tractoria contra la moderna y sonriente Cataluña de Tabarnia.
Cristian Campos, periodista.