Las 30 claves de las elecciones andaluzas: "Era el golpe de Estado, estúpido"

Santiago Abascal, durante un mitin en Roquetas de Mar (Almería). Carlos Barba EFE Almería
Santiago Abascal, durante un mitin en Roquetas de Mar (Almería). Carlos Barba EFE Almería

1. Los andaluces no han votado en clave andaluza. Tampoco han votado en clave española. Han votado en clave catalana. Punto.

2. Sorprenden los datos del PSOE. ¿Cómo puede haberse dejado Susana Díaz catorce escaños por el camino si Pedro Sánchez anda negociando, en las celdas de vis a vis de la prisión de Lledoners, el indulto de los mismos golpistas catalanes que consideran a los andaluces seres derruidos, poco hechos y con baches en el ADN? ¡Los caprichos del pueblo son a veces inexplicables!

3. Mis felicitaciones a los analistas y asesores del PSOE que pensaron que hacer la vista gorda frente al golpe de Estado de la ultraderecha catalana iba a ser perdonado por su electorado.

4. ¿No dice el argumentario socialdemócrata, además, que la fragmentación parlamentaria es buena per se? Pues van a tener que almacenar en un petrolero las lágrimas derramadas por tanta plegaria atendida.

5. El fracaso del PSOE ha sido tan estrepitoso que a Pedro Sánchez ni siquiera le queda la opción de culpar de la derrota a la propia Susana Díaz por haberse desmarcado de su estrategia de arrumacos con el golpismo catalán y la extrema izquierda de Podemos.

6. El PSOE y sus terminales mediáticas le hicieron la campaña a Vox calificándolos de radicales, que era precisamente lo que demandaban sus votantes potenciales: radicalidad.

7. El PSOE de Andalucía alimentó a Vox para perjudicar al PP y el resultado ha sido el desplome… del PSOE. Bien jugado.

8. La jugada ha salido tan bien como la de Soraya Sáenz de Santamaría con Podemos.

9. Pero yo insistiría. Como todo comunista sabe, que los resultados en la práctica de una idea X sean lamentables sólo demuestra que esa idea X es brillante. Lo que ocurre, ya saben, es que se ha aplicado mal.

11. Lo que debería hacer el PSOE ahora es regalarle una televisión a Vox. Podrían llamarla La Séptima.

12. Lo dije en EL ESPAÑOL y lo repito: el potencial de crecimiento de Vox es muy superior al de Podemos. Lo veremos pronto.

13. A nadie le interesa más en este país que el PP resista el embate de Vox que al PSOE. A las 20:00 se hizo pública la encuesta de GAD3 para ABC que le daba entre ocho y diez escaños a los de Abascal y en la sede del PSOE se arrancaron a rezar en masa por los populares. A las 22.00, se agotaron las existencias de sales en Andalucía.

14. El escenario ideal para el PSOE era un PP que perdiera votos frente a Vox, pero no los suficientes como para ser sobrepasado por Ciudadanos. Y eso, obviamente, sin que los votos de Vox fueran suficientes para conseguir un solo diputado en el parlamento andaluz.

15. Si yo fuera Vox, aceptaría formar parte de un tripartito de derechas… pero sólo si lo preside Cs. Las consecuencias para el PP serían devastadoras: privado el PP del protagonismo derivado de la presidencia de la Junta, Vox tendría cuesta abajo la absorción de su electorado.

16. A Cs, el órdago de Vox le permitiría aparecer como partido centrado capaz de captar tanto a los votantes de centro-derecha como a los de centro-izquierda y le facilitaría lanzar una OPA hostil a los votantes moderados que el PSOE ha abandonado a su suerte.

17. Siendo sinceros, las elecciones andaluzas sólo tenían dos atractivos. Conocer la verdadera magnitud del fenómeno Vox y la posibilidad de que se diera un resultado extremo que alterara de forma dramática los equilibrios en el Congreso de los Diputados. La realidad superó cualquier expectativa al respecto.

17. Los más preocupados ayer no eran los socialistas o los populares, sino los nacionalistas catalanes. Se lo puedo asegurar.

18. El PP apenas aspiraba a evitar el sorpasso de Ciudadanos. Era un objetivo modesto hasta el punto de la vergüenza ajena. Impropio, en fin, de un partido que se supone de gobierno. A fin de cuentas, el voto andaluz es conservador a derecha e izquierda y ese objetivo estaba al alcance incluso de un candidato tan escaso como Juanma Moreno. Olvidaron que cuanto más minúsculo es tu objetivo, mayor es la percepción de tu colosal fracaso.

19. Las elecciones andaluzas se pueden resumir siempre con frases de Carlos Boyero: "Cargante teatralidad" (PSOE). "Imbecilidad con ínfulas de transgresión" (Adelante Andalucía). "Otro ejercicio de estilo plúmbeo y vacío" (PP). "Aterradora y genial" (Vox). "Una película muy bonita" (Cs).

20. Un colaborador de La Sexta afirmó ayer que Adelante Andalucía ha conseguido arrebatarle al PSOE la bandera del andalucismo. Lo dijo antes de que se conociera el estrepitoso fracaso de ese regionalismo folclórico, puramente franquista, llamado 'andalucismo'.

21. La prensa no le ha dado el mármol que merece a la frase más reveladora de la campaña electoral, obra de Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía: "Los del PP son cristianos. Al menos tienen mala conciencia y echan dinero al cepillo el domingo o le dan dinerito a un pobre. Pero los de Ciudadanos no son ni cristianos. Son unos degenerados. Su única religión es el mercado". Es la prueba de que el socialismo no es más que cristianismo laico. Sin los valores estéticos del cristianismo, eso sí, pero con toda la culpa y el estigma intacto.

22. Juanma Moreno llamaba al voto el domingo por la mañana con el argumento de que la abstención "lleva a la melancolía". De todos los sentimientos que podría haber citado el líder del PP andaluz (el enfado, la desesperación, el hartazgo) va y escoge la melancolía, el más adolescente de los sentimientos banales. Además del más improductivo de todos ellos.

23. Decía Victor Hugo que la melancolía es "la alegría del triste". Como esos independentistas catalanes que hace un año pedían la libertad de su patria y hoy se dan por satisfechos colgando lazos amarillos en las farolas, el PP andaluz ha renunciado a cualquier gran objetivo político y apenas aspira ya a evitar convertirse en el jamón entre la rebanada de Rivera y la de Abascal. Yo les recomendaría analizar bien los resultados de ayer porque no son buenos para ellos. Aunque puedan parecerlo superficialmente.

24. "VOX y el resto es eco" me dice el escritor y columnista gaditano Enrique García-Máiquez. Enrique es una persona inteligente, sensata y de orden. Es decir el perfecto opuesto del voto agrio, racista y emocional que se le supone a Vox. "Yo soy de Ciudadanos, pero al sesgo" añade. Algo debe tener Santiago Abascal si ha conseguido atraer a este perfil de votante.

25. Andalucía era, junto con Cataluña, la única comunidad autónoma que aún no conocía la alternancia. Es un tópico del análisis político, sí, pero un tópico demoledor: PSOE y nacionalistas catalanes han gobernado sus comunidades durante más tiempo del que mandó Franco en España. Y eso no es sano.

26. Tras la caída de Andalucía, Cataluña queda como último reducto carpetovetónico del caciquismo localista. En resumen: una extravagancia predemocrática.

27. No hace falta darle demasiadas vueltas. El secreto del éxito de nacionalistas catalanes y socialistas andaluces es el mismo que el del general gallego: no haberse metido jamás en política. Es decir haber centrado todos sus esfuerzos en la creación de un régimen clientelar del que vivían –económica, pero sobre todo espiritualmente– una cantidad suficiente de ciudadanos apesebrados. La que decantaba elecciones una y otra vez. Pero eso se ha acabado, al menos en Andalucía.

28. Si algo ha demostrado esta campaña electoral, más allá del derrotismo preventivo de la oposición a Susana Díaz, es que la socialdemocracia ha renunciado ya a cualquier tipo de discurso en clave nacional. Y que eso es un suicidio.

29. Es la prueba, en cualquier caso, de que hasta una ficción administrativa como la de las comunidades autónomas, ficción generada por la Constitución del 78, puede condicionar cientos de miles de votos si se la llena del suficiente contenido identitario. Es decir de folclore y victimismo.

30. El discurso de Pablo Iglesias tras conocerse los resultados fue lamentable. Rencoroso, victimista, agresivo, antidemocrático. Comunista, en fin. El PSOE debe entender, y entender rápido, que Pablo Iglesias es el culpable en buena parte de su debacle. No se puede pretender gobernar un país de la mano de aquellos que lo odian. Y, más grave aún, de la mano de los que odian a sus ciudadanos. Si algo han demostrado estas elecciones es que Podemos y el nacionalismo son cicuta en las urnas para los partidos de orden.

Cristian Campos

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