Las alternativas al petróleo como combustible para vehículos automóviles

Son muchos los estudios que alertan del agotamiento de las reservas de combustibles fósiles. Además, desde el año 2003 el precio del crudo ha roto todas las resistencias históricas y la combinación de desequilibrios entre oferta y demanda con tensiones geopolíticas, aderezada con una creciente especulación estructural, hace que no se vea un techo claro a su precio.

Por otro lado, el continuo deterioro de nuestra atmósfera debido a las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2, parece acelerar los ciclos climáticos y está llevando a las sociedades avanzadas a formalizar su compromiso para limitar dichas emisiones mediante la firma del Tratado de Kioto. No puede obviarse que los vehículos automóviles propulsados por derivados del petróleo son una de las principales causas de emisiones de CO2 (alrededor del 25%).

Si a una posible escasez del petróleo le añadimos responsabilidad medioambiental y precios en continuo ascenso, tenemos una coyuntura como la actual, en la que tal vez nos hallemos en un momento clave para la (re)definición del futuro de los derivados del petróleo para su uso como combustible de vehículos automóviles.

Pero las barreras para esta transformación son muy altas. Las petroleras son corporaciones con una gran influencia en la economía e incluso en la política mundial, cuya implicación es esencial para que el ansiado cambio energético se produzca. Y adicionalmente existen todavía problemas técnicos para encontrar una fuente ecosostenible, barata, segura y fácil de usar y repostar. Pero éstos no son insalvables.

Tras revisar, de forma crítica, la situación actual y previsible del petróleo, el estudio recorre soluciones disponibles hoy en día (biocarburantes), así como la alternativa que parece ser la definitiva a medio plazo, la pila de combustible. En la transición conviviremos con una pléyade de soluciones intermedias, tales como los coches híbridos, los alimentados por varios combustibles (flexi fuel) o los que utilizan el gas natural como una fuente de energía más eficaz, aunque también finita y contaminante.

Dado que el autor entiende que es positiva la migración del petróleo a otros combustibles, el estudio concluirá con propuestas para acelerar una transición que parece imparable y positiva tanto para el medio ambiente como para la economía mundial en general y española en particular, pues no sólo permitiría reducir el déficit comercial y la dependencia energética, sino que no sería una quimera pensar que una empresa española pueda innovar en este campo.

  • Reducción o eliminación de los impuestos de matriculación y circulación para los vehículos automóviles que usen tecnologías alternativas al petróleo: vehículos híbridos, con pila de combustible, etc., o de consumo y emisiones de CO2 extraordinariamente reducidos (p. ej., menos de tres litros de combustible a los 100 km.).
  • Establecimiento de un Plan Prever o Renove (plan de ayudas a la renovación del parque automovilístico) específico para la compra de vehículos traccionados por fuentes alternativas al petróleo.
  • Actuación sobre los impuestos de los biocarburantes, de forma que el consumidor perciba un diferencial de precio de, por lo menos, un 20% respecto de los combustibles tradicionales.
  • Creación de líneas de subvención y financiación específicas para la investigación, el desarrollo y la innovación en el área de biocarburantes, motores híbridos y/o pila de combustible.
  • Creación de líneas de subvención y financiación específicas para la implantación de pilas de combustible fijas en edificios públicos y privados, como vía de popularización de la nueva tecnología.
  • Impulso a la entrada de las principales petroleras en el mundo de los biocarburantes mediante, por ejemplo, ayudas a la transformación de las estaciones de servicio o legislando sobre la distancia mínima entre estaciones con posibilidad de despacho de biocarburantes.
  • Creación de un mercado estructurado de productos agrarios susceptibles de transformarse en biocarburantes.
  • Creación de un programa de concienciación de los ciudadanos sobre los combustibles alternativos al petróleo.
  • Sustitución de parte de las reservas estratégicas de petróleo por biocarburantes.
  • Uso de combustibles alternativos en las flotas de vehículos públicos (autobuses urbanos, policías local y autonómica, vigilantes forestales, bomberos, coches oficiales, etc.).

José Antonio Bueno Oliveros, ingeniero y consultor estratégico.

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