Las autopsias pueden salvar vidas de niños

Vivimos en una época de datos abundantes y accesibles, y estamos habituados a basar nuestras decisiones en tanta evidencia como podamos reunir. Cuanto más importante la decisión, más nos esforzamos en investigar a conciencia y obtener información exacta.

Sin embargo, en relación con uno de los desafíos más importantes de la actualidad, tenemos muy pocos datos. Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por las Naciones Unidas el pasado septiembre, la comunidad internacional se comprometió a poner fin a las muertes evitables de niños de menos de cinco años antes de 2030. Pero en las regiones con mayores tasas de mortalidad infantil, no tenemos información básica sobre las causas de muerte. Sabemos que en la mayoría de los casos se trata de enfermedades infecciosas, pero no cuáles. Para una asignación razonada de recursos, es el equivalente a volar sin instrumentos.

Desde 1990, hemos reducido a la mitad la mortalidad infantil en todo el mundo; pero todavía en un año mueren casi seis millones de niños de menos de cinco años por causas evitables. Cuatro de cada cinco muertes infantiles ocurren en África subsahariana o el sur de Asia: regiones donde hay pocos médicos y todavía menos patólogos. Las causas de muerte rara vez se investigan, y en muchos casos, ni siquiera se lleva un registro oficial de los decesos.

Las pocas investigaciones que se realizan son casi siempre “autopsias verbales”, que consisten en preguntar a los padres (generalmente tres meses después de la pérdida) por las circunstancias de la muerte del niño. Tal vez aquellos recuerden algunos síntomas (respiración agitada, diarrea), pero esto no permite identificar la causa.

El problema se agrava para las muertes que ocurren durante el primer mes de vida (casi 45% del total). Estos casos suelen registrarse como “muerte neonatal”, un rótulo que no da ninguna pista sobre la causa de la enfermedad. Es información inutilizable, que no ayudará a evitar que otras familias sufran la misma tragedia.

La experiencia con las campañas sanitarias que han sido exitosas, como la erradicación de la polio o el control del ébola, muestra que aunque los primeros resultados son relativamente fáciles, prolongarlos en el tiempo demanda ingentes esfuerzos e información de seguimiento muy precisa. Por eso, para facilitar su recolección, hemos lanzado un programa de seguimiento sanitario y prevención de la mortalidad infantil, cuya sigla en inglés es CHAMPS.

El programa CHAMPS (una iniciativa a largo plazo liderada por el Emory Global Health Institute, en conjunto con entidades como la Asociación Internacional de Institutos Nacionales de Salud Pública, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos y la organización Task Force for Global Health) tiene prevista la participación de unas 20 clínicas situadas en áreas con altas tasas de mortalidad infantil. Esto nos permitirá registrar con más exactitud las causas de las muertes y controlar los avances a medida que se introduzcan campañas de vacunación y otras medidas.

Las clínicas participantes usarán una nueva técnica que permite extraer por punción muestras minúsculas de órganos clave (por ejemplo, el hígado o los pulmones), con mínimo daño al cuerpo del niño fallecido. Luego las muestras se enviarán para su análisis a centros de referencia y laboratorios locales especialmente preparados, para obtener una idea más exacta y completa de las causas de muerte.

Intervenciones con potencial para reducir la mortalidad infantil hay muchas: administrar ácido fólico para prevenir defectos congénitos, introducir nuevas vacunas, empezar a tratar antes las infecciones, etc. CHAMPS brindará la información necesaria para priorizarlas.

Además, el programa no sólo ayudará a reducir la mortalidad infantil: de cada clínica surgirán datos valiosos y experiencia técnica que servirán para mejorar los sistemas de salud pública de los países participantes. Por ejemplo, los centros de seguimiento generarán datos que servirán para hacer frente a enfermedades infecciosas, detectar epidemias antes de que se declaren y mejorar la situación sanitaria del mundo en general.

La iniciativa CHAMPS recién comienza, y se están estableciendo las primeras clínicas (seis de las cuales tendrán una subvención inicial de la Fundación Bill y Melinda Gates de 73 millones de dólares para los primeros tres años). Se necesitan más participantes y más fondos para ampliar la red y seguir manteniéndola, y los beneficios no se verán de inmediato.

Pero los primeros resultados son alentadores. El temor a que los padres no quisieran que se les hagan pruebas post mortem a los niños fallecidos resultó infundado. Por el contrario, nuestra experiencia hasta ahora indica que quieren saber por qué murieron sus hijos. En una clínica piloto que trabaja hace un tiempo en Soweto (Sudáfrica) vemos a padres y madres volver al sitio para informarse de los resultados de las pruebas, lo que muestra un nivel de interés inesperado.

Creo que el trabajo de CHAMPS puede estar entre las iniciativas más importantes en las que participé en los 20 años que llevo en salud pública. Un seguimiento preciso de las causas de mortalidad infantil nos ayudará a definir mejor los tratamientos y comenzar una nueva era en la que las muertes de niños por causas evitables serán realmente cosa del pasado.

Scott Dowell, Deputy Director for Surveillance and Epidemiology at the Bill & Melinda Gates Foundation, was Director of the Division of Global Disease Detection and Emergency Response at the US Centers for Disease Control and Prevention and is an adjunct professor at the Emory University School of Medicine. Traducción: Esteban Flamini

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