Las bombas reforzarán a Blair

Henry Kamen, historiador (EL MUNDO, 08/07/05)

Los británicos la han temido y esperado durante meses y afrontarán bien esta crisis. El centro de Londres quedó reducido a escombros por la Luftwaffe durante la II Guerra Mundial, con la pérdida de miles de vidas; fue el escenario de continuos y sangrientos atentados de los terroristas irlandeses en los años de 1970; y más de un centenar de ciudadanos británicos murieron en el World Trade Center, cuando Al Qaeda llevó a cabo la masacre en Nueva York. Por eso no deberíamos pensar que los británicos no están preparados para esta emergencia. Desde la última de estas atrocidades la policía británica ha estado investigando con éxito y disgregando a supuestos grupos terroristas, formados normalmente por ciudadanos británicos de origen musulmán. En este momento el problema es que el Gobierno británico es el centro de atención del mundo y por tanto es lógicamente el blanco principal de la violencia política. Hemos visto imágenes de innegable violencia de jóvenes protestando contra la cumbre del G8 en Gleneagles y destruyendo coches para demostrar su preocupación por los pobres del mundo. La violencia de ayer, 7 de julio de 2005, fue algo más que una protesta adolescente. Fue un intento deliberado de llevar el terror a la vida de una capital occidental.

La naturaleza de los ataques en Londres sugiere inmediatamente una comparación con lo que los terroristas hicieron en Madrid el 11-M. En ambos casos han utilizado trenes, calculando causar pérdidas de vidas y sembrar el máximo terror, la máxima confusión posible. En ambos casos su objetivo ha sido derribar un Gobierno democrático. Pero las comparaciones se acaban allí porque la situación de ambos gobiernos es muy diferente. El Gobierno español tenía siempre un papel secundario en los asuntos mundiales porque España no es un poder militar ni económico.

España desempeñó un papel clave en la invasión de Irak sólo porque Aznar podía y quería darle apoyo útil a Bush. Aznar dependía totalmente de la información que Bush le daba, una situación desdichada para él cuando la información resultó ser tan poco fiable. Así que el papel de España en el mundo era sólo simbólico.El ataque terroristas del 11-M en Madrid era un ataque sin sentido porque no conseguía nada. Tan sólo cambió el Gobierno español, un pequeño detalle para los otros líderes del mundo. El puñado de tropas españolas en Irak habían desempeñado un papel puramente secundario y la retirada que ordenó Zapatero no consiguió más que irritar a otras naciones y, lo más importante, a Estados Unidos. Sin embargo, los atentados del 11-M fueron, por supuesto, muy importantes porque eran el primer ataque de este tipo en territorio europeo. Aznar podría posiblemente haber sobrevivido a sus consecuencias y salir como líder valioso. Pero se le negó esta oportunidad al perder su partido las elecciones.

Los ataques en Londres son de un orden distinto y de una importancia distinta. Los primeros ataques comenzaron alrededor de las ocho de la mañana, en la hora de mayor afluencia, cuando una serie de explosiones hicieron temblar una serie de estaciones de metro en el centro de la ciudad. Inmediatamente después se empezaron a cerrar las líneas de metro. La información hasta ahora es que se han identificado como mínimo cuatro explosiones. Una de ellas ocurrió en un tren de metro entre las estaciones de Aldgate y Liverpool Street. Uno de los pasajeros decía, según un blog: «La gente gritaba, no podíamos salir. Había tanto polvo, la gente chocaba entre sí. Creí que iba a morir por inhalación de polvo.Salimos por una de las puertas que había reventado. Había cuerpos y trozos de tren esparcidos por todos lados». Otra de las bombas estaba en un autobús. Un testigo decía: «Iba delante en el autobús y oí una increíble detonación. Me giré y vi cómo la mitad superior del autobús salía despedida por los aires».

En todos estos acontecimientos, lo más remarcable es la sangre fría de los británicos. Ha habido pánico, pero no histeria. Ha habido rabia, pero los partidos políticos no se han insultado entre sí, como sucedió en España. Y, sobre todo, en las fotos que he podido ver no he visto sangre. Como decidieron las autoridades de Nueva York con remarcable compostura, la peor cosa es exhibir tus muertos a los satisfechos terroristas. He visto gente correr en Londres, coches chocando, un autobús sin la parte superior, enfermeras ayudando a la gente, hombres y mujeres con las caras ennegrecidas por la explosión. Pero no se veía la sangre. La sangre es para los hospitales, para los que ayudan, para los miembros de las familias, para los sacerdotes. No es para exhibir ante la prensa.

Sobre todo, el ataque ha elevado aún más si cabe la reputación personal del primer ministro. En su discurso después de los sucesos dijo: «Es particularmente bárbaro que eso haya pasado en un día en que hay gente reunida intentando ayudar a resolver la pobreza en Africa, y los problemas del cambio climático y ambiental.Es importante que los que están involucrados en el terrorismo se den cuenta de que nuestra determinación a defender nuestros valores y nuestro modo de vida es mayor que su determinación a causar la muerte y destrucción de gente inocente por un deseo de imponer el extremismo en el mundo. Da igual lo que hagan, es nuestra determinación que nunca conseguirán destruir lo que amamos en este país y en otras naciones civilizadas de todo el mundo». Eran sentimientos normales expresados de una manera normal.Pero más allá de la aridez de expresión de los ingleses yace la determinación de decir exactamente lo que desean decir. Y en este caso quieren decir acción.

Las bombas reforzarán la posición de Blair y la del pueblo británico.El año 2005 ha sido de un éxito extraordinario para el primer ministro. Después de ganar unas elecciones generales con una inaudita mayoría absoluta por tercera vez consecutiva a pesar de las críticas de su papel en Irak ha proseguido ganando los Juegos Olímpicos de 2012 para su país y, como presidente de la Unión Europea y del G8, ha dejado absolutamente claro su compromiso con la causa de la reforma. Su perfil internacional y su capacidad de supervivencia casi no tienen precedentes en la Historia de Europa.

Los terroristas, cuyos métodos podrían indicar que son de Al Qaeda (se sospecha de un terrorista suicida en el autobús)- no han sabido entender cuál sería la reacción que recibirían en Londres. En este momento la policía estima que hay decenas de personas gravemente heridas y aún no se puede decir un número final de muertos.

Las bombas coinciden con un momento en que los británicos están celebrando 60 años del final de la II Guerra Mundial en 1945.Para muchos la convicción de que hicieron bien luchando solos contra Hitler cuando el resto de los países europeos se habían rendido quedará fortalecida por estos bárbaros ataques contra la población civil. Hoy iba a ser el gran día de celebración por la adjudicación de los Juegos Olímpicos a Londres. En lugar de esto Blair ha declarado: «Es un día de luto». Pero el luto será sólo un aspecto de una decisión cada vez más firme, en palabras de Blair: «Defender nuestro modo de vida».