Las bondades de la 'puerta giratoria'

Toda organización posee una cultura propia, una forma de organización del trabajo y unos tiempos para tomar decisiones o ejecutar proyectos. La Administración Pública no es una excepción. Sus gestores deben adquirir habilidades de motivación para convencer a su equipo, necesitan adaptarse a unos ritmos propios y tienen que administrar tomando en cuenta la sensibilidad pública. Éstas y otras habilidades les convierten en profesionales muy valorados para el sector privado, algo que en los países anglosajones se observa con normalidad y que en España se trata con un cierto sesgo negativo. La puerta giratoria entre el sector público y privado resulta necesaria y saludable.

1.- El liderazgo por pasión encabeza esta lista. En la Administración Pública existen restricciones a la hora de gestionar los recursos humanos. Es muy difícil cambiar la plantilla, retribuir el desempeño, aumentar o prescindir de ciertos perfiles según el proyecto que se ponga en marcha, como tampoco motivar con ascensos o modificar las categorías de la plantilla para incentivar su involucración. Esta aparente debilidad puede transformarse en una oportunidad, ya que el modelo de liderazgo debe estar impregnado de pasión y de capacidad de ilusionar a la organización. El gestor público está más acostumbrado a identificar qué personas pueden impulsar un área de trabajo, un proyecto o incluso una expansión apelando a valores como el servicio a los ciudadanos o el interés general, algo que en momentos actuales resulta muy importante dada la contención de gastos y la menor posibilidad para aumentar la retribución.

Las bondades de la 'puerta giratoria'2.- Ligado a esto, el gestor público aparece como el gran negociador. Si en la empresa privada un alto directivo gestiona en un 80% de su tiempo y negocia en un 20%, en la Administración Pública la composición muchas veces es al revés. El directivo público consensúa en un 80% y manda sólo en un 20% de su actividad. La necesidad de pactar es una derivada de la imposibilidad de mandar y dar instrucciones.

3.- Otra de las ventajas que aporta la experiencia pública reside en la gestión de varias velocidades. Muchos ejecutivos que han pasado de la empresa a la Administración se han estrellado con los peculiares tiempos de la burocracia. Mientras que un consejero delegado del sector privado puede provocar transformaciones complejas en tan sólo un mes, el gestor público toma en cuenta muchas valoraciones a su proyecto: evaluación interna, análisis del partido, aprobación ministerial, negociación parlamentaria, y por último, periodo de consulta pública, sindical y con los agentes afectados.

4.- El cargo público es experto en gestionar la incertidumbre y manejar procesos de estrés.

5.- A diferencia de lo que ocurre en la empresa privada, donde el directivo conoce cada minuto cómo va la compañía, el alto funcionario se enfrenta a diferentes estructuras -partido, Gobierno, división administrativa- con intereses muchas veces contradictorios. La gestión de diferentes estructuras de poder le confiere al perfil del alto funcionariado un gran conocimiento.

6.- Otro sería la capacidad de competir con la oposición. El directivo privado suele enfrentarse a competidores ingeniosos o talentosos, pero nunca a enemigos tan acérrimos como los del sector público: la oposición política.

7.- Aunque cada vez se observa más sensibilidad en la empresa por la responsabilidad social, las entidades privadas se mueven por criterios de rentabilidad, beneficios y valor en el mercado si cotizan. Estos parámetros no impactan tanto en el gestor público, quien suele estar más preocupado por el servicio a la sociedad. El análisis de la sensibilidad social antes de acometer decisiones se convierte en una baza más de las ventajas que aporta el liderazgo público respecto al privado.

8.- Otra experiencia positiva que suelen tener los líderes públicos es la gestión de organizaciones de gran tamaño. La Administración Pública cuenta con una plantilla de 2,63 millones de profesionales o funcionarios y gestiones ingentes cantidades de dinero.

9.- La resistencia a la presión mediática se convertiría en su penúltima cualidad: habilidades de comunicación y necesidad constante de rendir cuentas se presentan cada vez más necesarias en la gestión privada.

10.- La anticipación y la gestión de situaciones de crisis, que también están reflejados en múltiples análisis previos, aseguran al directivo público una genética especial para los contratiempos. Además, el impacto del error, que tiende a ser más catastrófico en el sector público que en el privado y que puede ocasionar incluso cambios de Gobierno, les aporta una cautela especial en este ADN.

La teoría de la puerta giratoria -ex altos cargos que tras pasar por la Administración Pública son fichados como directivos por empresas privadas y viceversa- conlleva más beneficios que perjuicios.

Antonio Núñez Martín es socio de Parangon Partners y presidente de la Asociación de Alumni de Harvard Kennedy School. Es el autor del libro España S.L. (Lid, 2014).

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