Las campañas de desinformación y la responsabilidad de las redes y plataformas de comunicación: el caso de Telegram

Las campañas de desinformación y la responsabilidad de las redes y plataformas de comunicación: el caso de Telegram

Tema

La pandemia del COVID-19 ha puesto a prueba las capacidades de las plataformas digitales para contrarrestar las noticias falsas y las campañas de desinformación.

Resumen

La pandemia ha servido como caldo de cultivo para el desarrollo de un fenómeno que, pese a no ser nuevo, ha crecido exponencial y correlativamente a la expansión del virus: la desinformación. La enorme cantidad de noticias generadas por la epidemia, junto con las dudas e incertidumbre generadas no ha cesado de incrementarse y este crecimiento ha sido más que evidente en todas las redes sociales, tales como WhatsApp, Facebook y Twitter y, muy especialmente, en la plataforma de mensajería instantánea Telegram, que junto a algunas actuaciones positivas ha difundido también narrativas conspirativas y/o pseudocientíficas. Este análisis realiza un estudio comparativo de las buenas prácticas que han acometido las principales redes sociales para contrarrestar las noticias falsas o las campañas de desinformación y algunos ejemplos de malas prácticas.

Análisis

La alerta social y sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19 ha tenido también su proyección en el ciberespacio, donde se ha propagado otro agente vírico: las campañas de desinformación, que han venido persiguiendo, entre otros objetivos y por la parte que ahora interesa, la desestabilización de los sistemas democráticos de los Estados miembros de la UE. La pandemia ha ido acompañada de un enorme volumen de información engañosa o, directamente, falsa; tentativas en muchas ocasiones de agentes externos para influir en los debates nacionales o europeos, aprovechando el inmejorable caldo de cultivo que constituye la preocupación de las personas por su salud y el incesante flujo de noticias en un permanente estado de metamorfosis.1

Las campañas aprovechan y fomentan la polarización2 y pueden alimentarse mediante una mala o tendenciosa utilización de las redes sociales, especialmente de aquellas que han mostrado un tibio compromiso con la veracidad de los contenidos que divulgan, condición constitucionalmente necesaria para ejercer el derecho fundamental a la libertad de información, tal y como proclama el artículo 20 de nuestra Constitución.

La merma de la confianza institucional, que ya venía percibiéndose antes de la pandemia, aumentó significativamente tras esta con percepciones conspirativas. Uno de cada cuatro españoles (25%) creía firmemente en junio de 2021 que existían organizaciones secretas que influyen mucho en las decisiones políticas y solamente el 17% cree firmemente en lo contrario.3 Dicha percepción, como ha señalado el Consejo de la UE,4 ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades de la respuesta europea a las amenazas híbridas y, en particular, a la lucha contra la desinformación. Un problema ya señalado en las conclusiones del Consejo Europeo de marzo de 2015, en el que se señalaba la necesidad de habilitar estrategias, técnicas y procedimientos para contrarrestar las campañas de desinformación procedentes de terceros Estados, y se instaba a la cooperación con los Estados miembros y las instituciones de la UE en la preparación de un Plan de Acción sobre Comunicación.

La desinformación, según el Parlamento Europeo, es “una información verificablemente falsa o engañosa que se crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población y que puede causar un perjuicio público”.5 Esta definición lleva implícita la idea de que las noticias que se difunden no tienen por qué ser necesariamente falsas, basta con expresarlas usando una narrativa sesgada –por ejemplo, recogiendo sólo un punto de vista–, para que se convierta en una poderosa arma de manipulación, simplificando la realidad a un escenario voluntariamente parcial y, por consiguiente, irreal y tendencioso.

El Gobierno de España, consciente del peligro de la desinformación, aprobó en octubre de 2020 el procedimiento de actuación contra la desinformación6 para cumplimentar los requerimientos establecidos por la UE e implementar a nivel nacional las políticas y estrategias promulgadas en el ámbito de la lucha contra la desinformación.7 Entre sus objetivos figuran:

  • Identificar y definir los órganos, organismos y autoridades del sistema.
  • Establecer los niveles para la prevención, detección, alerta temprana, análisis, respuesta y evaluación.
  • Describir los cometidos específicos implicados para los niveles establecidos en la lucha contra la desinformación.
  • Definir los mecanismos establecidos para el intercambio de información en los niveles estratégico, operacional y técnico.
  • Determinar los mecanismos de evaluación de la implementación y funcionamiento del procedimiento.
  • Definir una metodología para la identificación, análisis y gestión de eventos desinformativo.
  • Proponer el marco y la composición de un equipo de trabajo ad hoc para la elaboración y revisión de una Estrategia Nacional de Lucha contra la Desinformación.

Complementariamente, el Plan Integral de Cultura de Seguridad Nacional de junio de 2021 recomendaba entre sus líneas de acción: “Proporcionar conocimientos para evitar la manipulación a través de campañas de desinformación” y “Concienciar a la ciudadanía sobre la trascendencia del acceso a una información veraz, así como de los peligros que entraña la desinformación, para el desarrollo de una sociedad democrática”.8

La acción (e inacción) de las plataformas

La UE ha venido acometiendo acciones concretas para hacer frente a la desinformación en las redes sociales.9 Las más importantes han sido las medidas surgidas a raíz de la Comunicación sobre “La lucha contra la desinformación en línea: un enfoque europeo”, de la Comisión Europea entre las que podemos destacar el establecimiento del Código de Prácticas sobre Desinformación, especialmente dirigido a las plataformas y redes sociales, y que recoge una amplia gama de compromisos –voluntarios para los signatarios del Código–, que van desde la transparencia en la publicidad política hasta el cierre de cuentas falsas y la desmonetización de los proveedores de desinformación.10

Este Código se suscribió por Facebook (y, en consecuencia, Instagram y WhatsApp), por Google (y, en consecuencia, Youtube), Twitter y Mozilla en 2018, por Microsoft en 2019 y en 2020 por Tik Tok. Los párrafos siguientes recogen algunas de las medidas más significativas que han adoptado o están adoptando estas plataformas durante 2021 para contrarrestar la desinformación relacionada con la pandemia:

  • Twitter está eliminando la información engañosa más dañina y etiquetando los tweets que contengan información potencialmente engañosa sobre las vacunas. TikTok ha proporcionado datos cuantitativos sobre la nueva etiqueta de vacuna lanzada en diciembre para todos los videos con palabras o hashtags relacionados con las vacunas. La etiqueta se ha aplicado a 5.087 vídeos en la UE, de los cuales 996 en Italia, 1.179 en Francia, 119 en España y 273 en Alemania.
  • Google amplió su función de búsqueda que proporciona información y una lista de vacunas autorizadas en respuesta a búsquedas relacionadas en 23 Estados miembros de la UE. Además, el 12 de enero, Google anunció el lanzamiento de un nuevo fondo abierto de 3 millones de dólares contra la desinformación que se centrará en ampliar la audiencia de verificación de hechos.
  • Microsoft copatrocinó la campaña #VaxFacts lanzada por NewsGuard el 3 de febrero para contrarrestar los engaños sobre las vacunas y otra información errónea sobre el cuidado de la salud.

La Comisión Europea señala la necesidad de incrementar los compromisos originariamente adquiridos por parte de los firmantes del Código como los de crear un centro de transparencia o establecer un grupo de trabajo permanente, entre otras medidas. En el mismo sentido, la propuesta de Reglamento Europeo de Servicios Digitales, relativas a los códigos de conducta podrían servir de base para iniciativas de autorregulación en lo referido al Código, como así se señala en su propio considerando 68.11

El caso de Telegram

De entre las distintas infraestructuras de redes sociales, queremos prestar en estos párrafos especial atención al sistema de mensajería/red social Telegram, toda vez que ha sido uno de los servicios que más ha crecido en número de usuarios a raíz de la crisis sanitaria del COVID-19.12 Telegram podría, por ejemplo, haber restringido el envío de mensajes como ha hecho WhatsApp13 o facilitar una pestaña específica para las denuncias como hacen Instagram y TikTok según la Figura 2, pero no lo hecho y a la fecha de redacción de estas líneas no se ha adherido todavía al citado Código de Prácticas sobre Desinformación.

Telegram es una plataforma de mensajería instantánea desarrollada por Pável Dúrov, quien, con anterioridad, había creado la red social Vkontakte (VK), la variante rusa de Facebook y, en la actualidad, uno de los sitios más populares de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Debido a presiones políticas, Durov tuvo que abandonar la gerencia de VK, cediendo el control de la empresa a Alisher Usmanov, una de las personas más ricas y poderosas de Rusia e íntimo amigo del presidente Vladimir Putin. Aunque es notorio que la relación entre Telegram y el gobierno ruso ha pasado por numerosos conflictos,14 no es menos cierto que ninguno de tales conflictos ha estado directamente relacionado con la divulgación de noticias falsas, como si a las dos partes en conflicto les interesa –aunque por razones distintas– potenciar la credibilidad de Telegram, como lo demuestra el hecho de que muchos de los medios pro-rusos citados fomentan (aunque de forma sutil) el empleo de esta red social.

Un buen ejemplo de ello es cómo RT ha venido mostrando las ventajas de esta aplicación sobre sus competidoras, como la no compartición de metadatos con terceros y la posibilidad de corregir los mensajes ya enviados, de esta aplicación frente a sus competidoras.15 Siguiendo con RT, este medio publicó en enero de 2021 la noticia de la imagen de la Figura 1, que únicamente se mostró en Telegram,16 en la que se señalaba que Alemania construía campos de detención para disidentes del COVID.

Figura 1. Telegram: Alemania construye campos de detención
Figura 1. Telegram: Alemania construye campos de detención

Otro ejemplo de la presencia de Telegram en determinados asuntos comprometidos lo encontramos a raíz del suicidio de John McAfee,17 que originó numerosas teorías conspiranoicas vinculadas al movimiento QAnon a las que se sumó María Zajárova, actual directora del Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, quién, a través de su canal de Telegram, también divulgó narrativas al respecto. En relación con la desinformación sobre las vacunas de la pandemia, y de acuerdo con un informe del Center for Countering Digital Hate,18 casi dos tercios de su contenido procede de 12 “especialistas”, incluido Robert Kennedy Jr, director del portal web Children Health Defense, quién también posee un canal en Telegram), un medio digital de naturaleza pseudocientífica que, de forma regular respalda los vínculos entre las vacunas y el autismo, argumentando que es más seguro contraer el coronavirus que vacunarse contra él. Este medio ha financiado, además, más de la mitad de los anuncios de Facebook que difunden información errónea sobre las vacunas.19

Ana Romero-Vicente, investigadora de la organización EU DisinfoLab, señala que: “Telegram ha actuado con una tibia moderación bloqueando canales violentos, pero no ha abordado la desinformación. En general, seguimos viendo a diario cómo se vuelca contenido extremadamente desinformativo, falso o engañoso que es visto por miles de personas que luego lo replican en otros canales en un bucle que es difícil de controlar”, por lo que la desinformación en esa plataforma ha aumentado claramente desde el inicio de la pandemia.20 Por su parte, Marcelino Madrigal, analista de inteligencia y experto en polarización ideológica en España, señala que es precisamente en Telegram donde los grupos negacionistas del COVID-19 se han venido movilizando, coordinando y moviendo sus contenidos con más libertad.21 La plataforma #SaludSinBulos tiene registrados más de 60 canales de Telegram de corte negacionista, entre ellos Liberum Asociación, que distribuye de manera habitual contenido de otros grupos negacionistas y señala que existen vínculos entre Bill Gates y la farmacéutica Pfizer o que los sueros de Moderna podrían “reprogramar” el cuerpo humano. Estos canales han llegado a presentar diversos recursos judiciales contra las medidas para evitar la propagación del COVID-19.22

Asimismo, resulta revelador que el canal online antisemita más grande del mundo, vinculado al movimiento QAnon, se encuentre ubicado en la cuenta GhostEzra de Telegram, con más de 330.000 suscriptores y que viene divulgando con frecuencia teorías de conspiración electoral o anticientíficas, entre otras.23 En España esta plataforma de mensajería se ha convertido en un significativo punto de encuentro y difusión de teorías negacionistas y conspirativas sobre el coronavirus, en un mercado de información en lengua española compartido con América Latina.24

Figura 2. Procedimientos de denuncia en Instagram, TikTok y Telegram

Fuera de la UE, y en relación con la preocupación de otros países por las campañas de desinformación, es necesario señalar a EEUU, que ha percibido claramente el peligro de la desinformación con origen en EEUU, preocupación que ha sido puesta de manifiesto de manera exhaustiva por parte del Departamento de Estado como parte del modelo de desinformación de Rusia.25 En este informe se apunta directamente a las cadenas rusas RT (antigua Russia Today) y Sputnik News como fuentes directamente vinculadas y/o financiadas por el Kremlin, así como otros medios que actúan como proxies del gobierno ruso, entre ellos: Strategic Culture Foundation, New Eastern Outlook, News Front, SouthFront, Katehon, Geopolitica y Global Research.

En abril de 2021 la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de EEUU hizo público un comunicado de prensa en el que se señalaba a algunos medios vinculados a los servicios de inteligencia rusos de influir o interferir en las elecciones estadounidenses y socavar la confianza pública en el proceso electoral del 3 de noviembre de 2020.26 Entre los medios referenciados cabe destacar los que se muestran en la Figura 3.

Figura 3. Medios de inteligencia rusos de desinformación

Puede observarse que, a excepción de la web de noticias Inforos, el resto de los medios ya habían sido identificados como parte de la red de propaganda del Kremlin, y que buena parte de estos medios, además de tener su propia página web, tienen una cuenta en la plataforma Telegram (todos menos New Eastern Outlook y Global Research).

De Telegram se ha criticado su vinculación con la divulgación de discursos de odio y extremismo violento, tanto de izquierdas como de derechas en EEUU.27 En este informe se observó que 125 canales de Telegram contenían discursos de odio y contenidos violentos y que entre estos había más canales que albergaban diálogos de extrema derecha, aunque también había varios canales de extrema izquierda; que el 64,8% de los canales creció en una semana y que 47 canales estaban conectados a conocidos movimientos extremistas violentos o grupos de odio, así como que QAnon y la pandemia fueron las fuentes más destacadas de desinformación y teorías conspirativas de desinformación en Telegram.

Telegram se ha defendido de estas acusaciones porque ha adoptado significativas medidas como el cierre masivo de canales vinculados a ISIS, como parte de una política contra mensajes que inciten a la violencia y para contrarrestar su creciente uso para el reclutamiento y la planificación de actividades yihadistas.28 Del mismo modo ha puesto de relieve que su aplicación ha sido un “motor de resistencia y una molestia para los tiranos” muy empleada por activistas como los bielorrusos en las protestas contra el presidente Alexander Lukashenko.29

Durov, que se ha posicionado como un aliado inequívoco de la libertad de expresión y un refugio para los oprimidos, ha presenciado cómo la migración de usuarios desde otras plataformas constituye, a la postre, una nueva complicación, puesto que ha hecho que Telegram haya visto incrementado el número de usuarios de marcado carácter conspirativo y racista que fueron desterrados de las grandes plataformas estadounidenses. Al final, esa pretendida libertad de expresión (exceptuando lo señalado de la violencia y el terrorismo)30 de la que hace gala Telegram ha favorecido tanto a la lucha contra las tiranías como al deseo de socavar la credibilidad de las democracias liberales occidentales.

Conclusiones

De todo lo anterior y de los ejemplos expuestos se deduce fácilmente que la responsabilidad de las redes sociales y las plataformas de comunicación es máxima en todas las circunstancias y, muy especialmente, cuando lo que está en juego son los derechos fundamentales de las personas, tales como la libertad de expresión, la libertad de información o, en el caso del COVID-19, la salud.

Las redes sociales deben extremar el cuidado y las cautelas para evitar que su tecnología y sus servicios, tan útiles y beneficiosos, constituyan el canal preferido para la diseminación de noticias falsas y, más específicamente, las campañas de desinformación dirigidas, auspiciadas u orquestadas por Estados cuyo único interés es la desestabilización.

A falta de regulación específica, el compromiso con el Código de Prácticas sobre Desinformación de la UE de 2018 constituye un buen ejemplo de cómo, conscientes de los peligros expuestos, las redes y plataformas apuestan decididamente por una autorregulación capaz a un tiempo de mitigar los riesgos y exhibir el compromiso con la libertad de expresión y, especialmente, de información, cuyo requisito esencial, como así señala la Constitución española, pasa por garantizar la veracidad de las noticias vertidas, como garantía del deber de diligencia requerido a los profesionales de la información.

Todas las plataformas deberían hacer un esfuerzo para suscribir ese modelo de Código reforzado actualmente sobre la mesa, para que antes de fin de año dispongamos –especialmente los ciudadanos europeos– de un compromiso formal que contribuya a mitigar las campañas de desinformación que tanto daño están haciendo y de cuyos riesgos no se tiene todavía un mapa definitivo. Este Código y las iniciativas para su ampliación de la Comisión Europea representan una buena oportunidad para que Telegram muestre un compromiso más firme con la veracidad de las informaciones divulgadas a través de su plataforma y abandone la tibieza de la que muchos le acusan y se adhiera al nuevo Código.

Carlos Galán Cordero, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y de la Universidad Nebrija | @CGC_phd


1 Centro Criptológico Nacional (2021), “Guía CCN-CERT BP/13” sobre desinformación en el ciberespacio de agosto de 2021.

2 Miguel Ángel Ballesteros, director del Departamento de Seguridad Nacional, en su comparecencia en la comisión mixta Congreso y Senado de Seguridad Nacional señaló que “los actores estatales externos, lo que intentan es la injerencia, lo que promueven, lo que aprovechan, es la polarización”, Diario de Sesiones, nº 67, 24/V/2021.

3 Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (2021), “3ª Encuesta de Percepción Social de aspectos Científicos de la COVID-19”, 28/VI/2021.

4 Consejo de la UE (2020), “14064/2º de conclusiones sobre el refuerzo de la resiliencia y la lucha contra las amenazas híbridas en el contexto de la pandemia”, 15/XII/2020.

5 Parlamento Europeo (2021), “Strategic communications as a key factor in countering hybrid threats”, European Parliamentary Research Service, https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/STUD/2021/656323/EPRS_STU(2021)656323_EN.pdf.

6 Consejo de Seguridad Nacional (2020), Orden PCM/1030/2020 de 30 de octubre.

7 Plan de Acción para la Democracia Europea (2020), COM (2020)790 de 3 de diciembre.

8 Consejo de Ministros (2021), Orden PCM/575/2021 de 8 de junio por el que se aprueba el Plan Integral de Cultura de Seguridad Nacional.

9 Algunas de ellas de naturaleza legal, como la Propuesta de Resolución B9-0216/2021 del Parlamento Europeo sobre la necesidad de establecer normas que regulen las redes sociales con el fin de proteger el sistema democrático.

10Comisión Europea (2018), COM (2018) 236 de 26 de abril y Código de buenas prácticas sobre desinformación.

11 Comisión Europea (2020), COM (2020) 825 de 15 de diciembre sobre mercado único de servicios digitales.

12 Lo que ha podido obedecer, entre otras posibles causas, a la adopción durante 2020 de acciones concretas para combatir las noticias falsas que han desarrollado otras plataformas, tales como WhatsApp: https://blog.ida.cl/ida/whatsapp-frenar-las-fake-news/.

13 Brian X. Chen y Kevin Rose (2021), “Are private messaging apps the next misinformation hot spot?”, The New York Times, 3/II/2021.

14 Probablemente, el más conocido de ellos fue el dictamen de la justicia rusa que posibilitó el bloqueo de la plataforma en ese país, restringiéndose el acceso al servicio de mensajería por la negativa de la plataforma a facilitar los datos del usuario y el contenido de los mensajes a requerimiento del Gobierno. Ivan Linares (2020), “Rusia elimina el bloqueo de Telegram”, Xataka Movil, 18/VI/2020.

15 Youtbe (2021), “¡Ahí les va!”, 19/I/2021; y Pavel Durov (2021), “A años luz de lo que otros puedan ofrecer”, 28/IV/2021.

16 El titular se mostró también en la red social Twitter, pero señalando que la noticia completa y los detalles, estaban “en el canal libre de censura de Telegram”. A propósito de este asunto, conviene señalar que el portal Infowars, uno de los medios norteamericanos de naturaleza extremista y conspiranoica con más seguidores en EEUU, se hizo eco inmediato de esta noticia.

17 Chema Rubio (2021), “Who was John McAfee and why did he commit suicide in a Barcelona jail?, Atalayar, 27/VI/2021.

18 CCDH (2021), “The disinformation dozen”.

19 Jennifer Jett (2021), “Robert F. Kennedy Jr, is barred from Instagram over false coronavirus claims”, The New York Times, 11/II/2021. Él fue uno de los portavoces principales de la manifestación negacionista que tuvo lugar en Alemania el 29 de agosto de 2020, que congregó a más de 18.000 personas y en la que se vertieron numerosas acusaciones a los gobiernos europeos, acusándoles de “amar las pandemias como aman las guerras” y de usar el COVID-19 para instalar la tecnología 5G “a todas las comunidades para controlar a la población”.

20 Jordi Perez y Borja Anduro (2021), “La desinformación explota en Telegram”, El País, 7/II/2021.

21 Guillermo Cid (2021), “Los Parler españoles”, El Confidencial, 12/I/2021.

22 Inés P. Chavarri (2021), “El frente judicial de los negacionistas”, El Confidencial, 22/VIII/2021.

23 Ewan Palmer (2021), “QAnon Telegram account is world’s largest antisemitic online channel”, 16/V/2021.

24 Laura Aragó y Darren Loucaides (2021), “Telegram se convierte en un altavoz de negacionistas de la Covid y ultraderechistas”, La Vanguardia, 15/VI/2021.

25 Departamento de Estado (2020), “Pillars of Russia’s Disinformation and Propaganda Ecosystem”, agosto.

26 US Department of the Treasury (2021), Press Release, 15/IV/2021.

27 Samantha Walther y Andrew McCoy (2021), “US extremism on Telegram: fueling disinformation, conspiracy, and acceleration”, Perspectives on Terrorism, vol 15, nº 2, abril.

28 Francisco Carrión (2015), “El Estado Islamico cambia Facebook por Telegram”, 24/XI/2015.

29 Michael Schwirtz (2021), “Telegram, pro-democracy tool, struggles over new fans from far right”, The New York Times, 26/I/2021.

30 Jordi Colomer (2021), “Por qué Telegram es tan popular en las repúblicas exsoviéticas”, El País, 26/V/2021.

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