Las condiciones del emprendimiento

Se ha puesto de moda el tema del emprendimiento en España por varios motivos, pero claramente por buscar un futuro mejor para nuestro país. Es obvio que el emprendedor no debe tener aversión al riesgo: la política de riesgo «cero» significa no avanzar. Decía Ortega y Gasset: «Veo en la innovación, en la invención, el síntoma más puro de la vitalidad».

Los grandes avances de la Humanidad se han debido a que determinadas personas asumieron riesgos: Cristóbal Colón asumió riesgos en su viaje de descubrimiento de América, lo mismo que Vasco de Gama en el descubrimiento del paso al Índico al doblar el cabo de Buena Esperanza. Igualmente, los hermanos Wright y Charles Lindberg fueron claves en el desarrollo de la aviación al hacer sus primeros vuelos con aquellos primitivos cacharros. O el riesgo que tuvieron que asumir Jenner y Pasteur en el desarrollo de las primeras vacunas contra la viruela y la rabia. Otro ejemplo es el de Frei y Freireich, que dieron un paso trascendental en el tratamiento de las leucemias infantiles, que hasta 1961 eran incurables, al proponer un tratamiento llamado VAMP (que incluía cuatro citotóxicos), y que al ser propuesto hizo que les llegaran multitud de críticas de ser unos insensatos e incompetentes. Su tratamiento logró curas en varios niños y supuso un antes y un después para tratar las leucemias infantiles.

Por el contrario, la política de riesgo «cero» nos está causando muchos problemas. El binomio Riesgo-Seguridad está condicionado por el tiempo y el dinero. Actuar para tener seguridad absoluta (cien por cien) nos llevaría a tener el resultado «el día del Juicio Final». Una mayor seguridad precisa de más tiempo y de más dinero.

Por ejemplo, los límites de velocidad «por seguridad» nos han llevado a límites muy restrictivos, teniendo en cuenta la mejora de la red viaria y las características de seguridad de los nuevos vehículos. Si hipotéticamente un día se decidiera poner un límite de velocidad de 25 km/hora, con toda probabilidad disminuirían los accidentes y por lo tanto las muertes en carretera, pero es evidente que dicha medida generaría más problemas que ventajas. O ¿cómo se explica que la aprobación de un nuevo fármaco cueste de media unos mil millones de euros y unos catorce años de desarrollo? Solo cabe una explicación plausible: porque los reguladores quieren conocer casi el cien por cien de las características del nuevo fármaco y no asumir riesgos. Podríamos poner muchos más ejemplos.

Por aversión al riesgo se dejaría de investigar. Los resultados de una investigación nunca están garantizados, y cuanto más disruptiva sea la investigación, mayor riesgo se tiene de no obtener resultados positivos.

En mi opinión, en España y en otros muchos países de Europa existe mucha aversión al riesgo, y esto condiciona el emprendimiento y la innovación. En Estados Unidos, sin embargo, hay mucha menos aversión al riesgo, y eso hace que allí haya más emprendedores.

Al margen de algunas motivaciones para asumir riesgos, como compensación económica, obtención de fama y reconocimiento o pobreza hasta el punto de no tener casi nada que perder, parece claro que existe también un componente genético.

Muchos de los genes de «asumir riesgos» cruzaron el Atlántico, enriqueciendo América de genes «aventureros», que en buena medida han podido empobrecer a Europa de genes que podríamos denominar de «asunción de riesgos».

The Amsterdam School of Creative Leadership ha llevado a cabo un estudio sobre liderazgo y emprendimiento en Australia: dicho estudio concluye que en la década de los 60 los mejores eran los hijos de emigrantes españoles, portugueses y griegos; en la década de los 70, los mejores eran los hijos de emigrantes indios y paquistaníes; y hoy, los hijos de emigrantes vietnamitas y camboyanos. La conclusión es que los padres asumieron el riesgo de emigrar a un país desconocido, sin conocer el idioma, teniendo que trabajar de lo que fuera para ganarse la vida y proporcionar estudios a sus hijos, quienes, una vez con estudios y con los genes de «asunción de riesgos» de sus padres, se convirtieron en los mejores emprendedores de Australia.

Así, vemos que muchas veces de padres emprendedores salen hijos emprendedores. Y esto es por el componente genético y la predisposición familiar consiguiente.

Los científicos han empezado a descifrar los mecanismos de asunción de riesgos. Su investigación les ha llevado a determinar que hay un neurotransmisor que parece ser esencial a la hora de asumir riesgos, y que se trata de la dopamina.

La dopamina, que ayuda a controlar las habilidades motoras, también es un neurotransmisor que nos impulsa a buscar y aprender cosas nuevas. Las personas que no producen suficiente dopamina a menudo sufren apatía y falta de motivación. La dopamina ayuda a provocar una sensación de satisfacción cuando conseguimos algo: cuanto más arriesgada es la tarea, mayor es la descarga de dopamina. El profesor Larry Zweifer, de la Universidad de Washington, dice: «Cuando alguien asume riesgos para lograr algo, lo que le empuja es la motivación, y esa motivación está impulsada por el sistema dopaminérgico. Es lo que incita a los seres humanos a avanzar».

El profesor David Zald, de la Universidad de Vanderbilt, explica: «Las personas con menos autorreceptores de dopamina –con mayor circulación de dopamina– tienen una mayor tendencia a buscar experiencias nuevas».

Está claro que no todos tenemos la misma cantidad de dopamina, y, como la capacidad de tener niveles altos o bajos de los autorreceptores tipo-D2 que secuestran dopamina es algo que llevamos codificado en nuestros genes, es obvio que hay un componente genético en la capacidad de asumir riesgos. Si esto es así, en países donde por su situación económica se fuerza la emigración (a los que tengan capacidad de asumir riesgos les será más fácil emigrar) resultará que se empobrecerán en genes «emprendedores», haciendo a otros países más competitivos por la llegada de nuevos genes «emprendedores».

Creo que esta consideración es importante tenerla en cuenta en estos momentos en que está tan de moda en España el tema del emprendimiento. Se están llevando a cabo muchas actuaciones para inculcar a los niños en los colegios y a los adolescentes en las universidades la cultura del emprendimiento, que es algo muy necesario, pero, a mi modo de ver, se está olvidando el componente genético del emprendedor, lo que, en estos momentos de crisis y con falta de estímulos y un exceso de trabas, puede hacer que muchos de esos genes «emprendedores» que todavía quedan en España se estén planteando emigrar, muy especialmente nuestros jóvenes, que son quienes determinarán el destino de España.

José María Fernández Sousa-Faro, presidente de ZELTIA

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