Las crónicas marcianas de la India

La noticia de que la sonda marciana Mangalyaan, lanzada por India el 5 de noviembre ya ha salido de la órbita de la Tierra y dejado atrás la Luna en camino a su destino final, a 400 mil millones de kilómetros, causó un alborozo temprano en los indios este fin de año. Las misiones espaciales se han convertido en motivo de orgullo para la India, que es ya uno de los principales países del mundo en materia de tecnología satelital y aeroespacial.

El Mangalyaan es el primer satélite interplanetario indio y se construyó enteramente en el país para la misión a Marte. Los científicos, todos educados en India, lo diseñaron y fabricaron en apenas 15 meses, un ritmo notablemente rápido para un país donde las demoras son moneda corriente y se bromea al respecto con expresiones como “la Hora Estándar de la India”. Y a un coste bastante bajo: menos de $73 millones en total, cerca de la quinta parte de lo gastado por los pocos otros países que se han propuesto explorar Marte. A pesar de que los indios suelen quejarse del carácter disfuncional del país, su infraestructura inadecuada, sus procesos industriales anticuados y la falta de continuidad de sus índices de manufactura, la India estuvo a la altura del reto.

Sin embargo, es demasiado pronto para celebrar. Hace cinco años la misión lunar del Chandrayaan también fue motivo de festejos. Aunque se esperaba que pudiera explorar la Luna durante dos años, la aeronave se dio por perdida tras 312 días. Si bien los científicos de la Organización India de Estudios Espaciales (ISRO) creen haber aprendido lecciones importantes de la experiencia, el fracaso parcial de esta misión todavía les obsesiona.

El desafío es aún mayor tratándose de Marte. No deja de dar que pensar que de un total de 51 misiones a Marte emprendidas por 5 países, 30 hayan acabado mal. De entre los rivales asiáticos de India, ni Japón (que lanzó un orbitador a Marte en 2003), ni China, que siguió sus pasos en 2011, pudieron completar con éxito sus misiones.

India espera poder sumarse a los tres programas espaciales que sí han tenido éxito (los de la Unión Soviética, Estados Unidos y la Unión Europea). El objetivo del Mangalyaan es llegar a la órbita de Marte en septiembre de 2014 y buscar indicios de gas metano, que podría indicar la presencia de vida. Si lo logra podría ser un gran avance científico para la humanidad; si no, sería de todos modos un aprendizaje, afirman los científicos indios.

Al científico jefe de la ISRO, K. Radhakrishnan, no le interesa hacer comparaciones con otros países: “Estamos compitiendo con nosotros mismos en las áreas que nos hemos trazado”. Cada vez se ve más a la India como el país en desarrollo más adelantado en este ámbito, puesto que cuenta con la capacidad humana y las habilidades tecnológicas para asumir retos de avanzada en el espacio exterior.

No se trata solamente de las ambiciones de sus científicos. En los foros de las Naciones Unidas, India ha sido una voz constante en favor de la cooperación internacional en el espacio exterior, proponiendo ofrecer a otros países -especialmente aquellos en desarrollo- la oportunidad de participar en la exploración espacial. Su misión a la Luna de 2008, que transportó proyectos de cerca de 20 países, obtuvo el Premio Internacional a la Cooperación del Grupo de Trabajo Internacional sobre la Exploración Lunar.

No obstante, inevitablemente se ha colado cierto triunfalismo. Uno de los periodistas jóvenes más astutos de la India, Sreeram Chaulia, ha plasmado bien este clima de exaltación: “Todo avance en el espacio es un gran estímulo a nuestra autoestima nacional, mostrando que la India va en camino del liderazgo global. Cuando las cosas no anden bien o haya una calamidad nacional, el recuerdo de que hay una nave india orbitando Marte allá arriba en el espacio nos dará fe de que el futuro nos pertenece.”

Precisamente esta es la actitud que enerva a los críticos dentro del país, en especial en la izquierda, que argumentan que un país que enfrenta semejantes problemas económicos y sociales no se puede dar el lujo de destinar recursos a la exploración espacial. Han descrito a la misión a Marte como un viaje egocéntrico e irresponsable de científicos mimados que están desconectados de las duras realidades de la pobreza y el sufrimiento que existen en el país.

No son críticas enteramente justas. India se embarcó en sus proyectos de exploración y tecnología aeroespaciales cuando era mucho más pobre, impulsada por su antigua tradición científica y la convicción de su primer ministro fundador, Jawaharlal Nehru, de que estas aspiraciones podían coexistir con un esfuerzo decidido a poner fin a la pobreza.

De hecho, los científicos espaciales de la India ya han producido beneficios tangibles para los ciudadanos de a pie, a través del lanzamiento de satélites meteorológicos que han predicho ciclones y ayudado a salvar miles de vidas, así como satélites de telecomunicaciones que han facilitado la interconexión de un país enorme. Difícilmente se puede decir que reducir los efectos de los desastres naturales y  facilitar la comunicación de todo el territorio estén desconectados de las prioridades reales de la India.

En algunos meses se celebrarán elecciones generales: el aire ya está lleno de recriminaciones políticas. Si tiene éxito, la misión a Marte podrá elevarse literalmente por encima de todas esas turbulencias.

Shashi Tharoor is India’s Minister of State for Human Resource Development. His most recent book is Pax Indica: India and the World of the 21st Century. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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