Las dos monedas de Grecia

Imagine que un depositante en el Estado norteamericano de Arizona sólo esté autorizado a retirar pequeñas cantidades de dinero semanalmente y que confronte restricciones relativas a la cantidad de dinero que él o ella pueda enviar a una cuenta bancaria en California. Tales controles de capital, si es que alguna vez llegasen a producirse, marcarían el fin del dólar como moneda única, debido a que tales restricciones son totalmente incompatibles con una unión monetaria.

La Grecia de hoy en día (tal como ocurrió con Chipre en el pasado) se muestra como un estudio de caso sobre cómo los controles de capital bifurcan una moneda y distorsionan los incentivos empresariales. El proceso es sencillo. Una vez que los depósitos en euros son encarcelados dentro de un sistema bancario nacional, la moneda se divide básicamente en dos: euros en bancos y en títulos-valores (euros BE), y euros libres (euros FE). Repentinamente, surge un tipo de cambio informal entre estas dos monedas.

Considere un depositante griego dispuesto a convertir un monto grande de euros BE a euros FE (por ejemplo, para pagar gastos médicos en el extranjero, o para pagar una deuda empresarial a una entidad no-griega). Asumiendo que tal depositante encuentre a alguien que posea euros FE y que dicha persona esté dispuesta a comprar sus euros BE, surge una significativa tasa de cambio entre euros BE y euros FE, misma que varía de acuerdo con el tamaño de la transacción, la urgencia que tienen los poseedores de euros BE, y la duración esperada de los controles de capital.

El 18 de agosto de 2015, unas semanas después de cortar el oxígeno a los bancos de Grecia (y, por lo tanto, hacer que los controles de capital sean inevitables), el Banco Central Europeo y su filial griega, el Banco de Grecia, en la práctica, formalizaron un régimen cambiario de doble moneda. Un decreto gubernamental estipuló que “se prohíbe las transferencia para prepagos tempranos, parciales o totales de un préstamo en una entidad de crédito, excluyendo el reembolso en efectivo o vía remesa desde el extranjero”.

Por lo tanto, las autoridades de la eurozona permitieron que los bancos griegos nieguen a sus clientes el derecho de reembolsar préstamos o hipotecas en euros BE, con lo que se impulsó un tipo de cambio efectivo entre euros BE y euros FE. Y, al continuar permitiendo que el pago de impuestos atrasados ​​se realice en euros BE, mientras que se estipula que el euro FE, en su calidad de moneda independiente, más dura, es la única capaz de extinguir deudas en bancos comerciales, las autoridades de Europa reconocieron que ahora Grecia tiene en los hechos dos tipos de euros.

Los efectos reales del régimen de doble moneda en la economía y la sociedad de Grecia pueden escudriñarse sólo en la interacción perniciosa entre los controles de capital y las “reformas” (esencialmente aumentos de impuestos, reducciones de pensiones, y otras medidas contractivas) impuestas al país por las autoridades de la eurozona. Considere el seductor ejemplo que se presenta a continuación.

Las empresas de Grecia se pueden situar, de manera general, en dos categorías. En una categoría se encuentra un gran número de pequeñas empresas asfixiadas por la demanda de la oficina de impuestos que les exige que paguen por adelantado, y de inmediato, el 100% del impuesto a las empresas del año que viene (en la cifra estimada por las autoridades fiscales). El segundo grupo engloba a empresas que cotizan en la bolsa cuyo deprimido volumen de negocios pone en peligro el ya disminuido valor de sus acciones y su estatus frente a bancos, proveedores y clientes potenciales (todos ellos reacios a firmar contratos a largo plazo con una empresa de bajo rendimiento).

La coexistencia, en la misma economía deprimida, de estos dos tipos de empresas da lugar a oportunidades inesperadas para llevar a cabo operaciones en las sombras, sin las que innumerables empresas podrían cerrar sus puertas definitivamente. Una práctica generalizada consiste en la interacción entre dos de estas empresas; por ejemplo, entre Micro (una pequeña empresa familiar que confronta el pago de un gran anticipo de impuestos) y Macro (una sociedad de responsabilidad limitada que cotiza en bolsa que tiene que demostrar una mayor rotación de actividad empresarial de lo que tiene).

Macro se compromete a emitir facturas por bienes o servicios (no existentes) supuestamente suministrados a Micro, hasta un monto, digamos, de €20.000 ($22.000). Micro se compromete a pagar €24.600 en la cuenta bancaria de Macro (el precio, más 23% impuesto al valor agregado) en el entendido de que Macro reembolsará a Micro €20.000. De esta manera, a un costo de €4.600, Micro reduce sus ingresos gravables en €24.600, mientras Macro aumenta su cifra de rotación de actividad empresarial en €20.000.

Por lamentablemente, debido a los controles de capital, Macro no puede reembolsar a Micro en euros FE, ni puede enviar €20.000 vía giro bancario a la cuenta bancaria en euros BE de Micro (por miedo a ser descubiertos por las autoridades). Así, para sellar el acuerdo, Micro y Macro van donde un proveedor de bienes que tiene abundancia de dinero en efectivo. Dicho proveedor suele ser un dueño de una gasolinera que está repleta de dinero en efectivo al final de cada día y quien, por razones de seguridad y con el fin de pagar sus suministros de combustible, está obligado a depositar su dinero en efectivo todos los días en su banco, convirtiendo los valiosos euros FE en menos valiosos euros BE. Se finaliza este mutuamente beneficioso acuerdo cuando Macro envía un giro por €20.000 en euros BE al propietario gasolinera, quien luego le entrega físicamente una suma menor de euros FE (en dinero en efectivo) al propietario de Micro, embolsándose como ganancia la diferencia.

El hecho de que este acuerdo informal beneficie a todas las partes involucradas expone la terrible ineficiencia de la actual política fiscal (es decir, impuestos empresariales que son punitivos) y la forma como los controles de capital magnifican dicha ineficiencia. El Estado recauda IVA adicional de Micro (a costo de una pérdida de impuestos a las empresas que Micro no puede pagar de todas formas); Macro disfruta de los beneficios de una aparentemente mayor rotación en su actividad empresarial; y, el propietario gasolinera reduce sus pérdidas por la conversión de euros FE en euros BE. La desventaja es que la actividad económica se ha exagerado y, lo que es más importante, la reforma se hace aún más difícil ya que los empresarios interiorizan la necesidad de encontrar formas nuevas y creativas de romper las reglas.

El único propósito de los controles de capital impuestos a Grecia el pasado verano fue forzar a que el gobierno rebelde del país capitule y acepte las políticas fallidas de la eurozona. Sin embargo, una consecuencia no deseada que ello fue la formalización de la existencia de dos monedas paralelas (denominadas en euros). En combinación con la tributación punitiva causada por la negativa de Europa a reconocer la insostenibilidad de la deuda pública griega, el régimen de doble moneda produce incentivos no vislumbrados para que se lleven a cabo transacciones informales, en un país que necesita desesperadamente derrotar a la informalidad.

La realidad de las dos monedas de Grecia es la manifestación más vívida, hasta el momento, de la fragmentación de la “unión” monetaria de Europa. En comparación, Arizona nunca antes lució tan atractiva.

Yanis Varoufakis, a former finance minister of Greece, is Professor of Economics at the University of Athens. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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