Las elecciones en España están en riesgo por la guerra sucia en redes

En las pasadas elecciones estadounidenses, y contra el pronóstico de casi todas las encuestas, Donald Trump llegó a la presidencia. Venció a Hillary Clinton gracias al sistema electoral de ese país y a una compleja estrategia de desinformación y propaganda en redes sociales, que logró desmovilizar a parte de los votantes de su rival. Hoy, esa estrategia ya llegó a las elecciones españolas.

En Estados Unidos el trabajo sucio lo hicieron los servicios de inteligencia rusos. Desde San Petersburgo, distintas cuentas en Facebook, Twitter e Instagram se hicieron pasar por activistas de izquierdas, feministas, LGBT+ o antirracistas para intentar que estos colectivos se desencantaran con Clinton y no participaran en las elecciones.

“El odio a Trump está manipulando a la gente y está forzando a los negros a votar por Hillary. No podemos recurrir al mal menor. Es mejor que no votemos en absoluto”, decía ‘Woke Blacks’, un supuesto activista afroamericano. En realidad, según las investigaciones de las autoridades, recopiladas en el Informe Mueller, era uno de los muchos perfiles falsos que el Gobierno ruso desplegó con éxito a favor de Trump.

La propaganda que se reparte y pega en las calles de España para intentar modificar el voto en las actuales elecciones españolas
La propaganda que se reparte y pega en las calles de España para intentar modificar el voto en las actuales elecciones españolas

Estas mismas técnicas de desinformación han llegado a las elecciones generales en España, que se celebran este domingo 10 de noviembre. En las últimas semanas, se ha difundido masivamente una campaña para desmovilizar a los votantes progresistas. El lema es “no contéis conmigo, #yonovoto”, y va dirigido contra los candidatos de la izquierda: Pedro Sánchez, el presidente en funciones y líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Pablo Iglesias , el secretario general de Podemos.

La campaña no es solo online. También han aparecido carteles y estampas con esas mismas consignas en varias ciudades de Madrid, Valencia, Murcia y Andalucía, sobre todo en barrios obreros donde los partidos de izquierda suelen ganar.

Detrás de esta propaganda en España para desmovilizar a los votantes de izquierdas no está Rusia. La evidencia apunta al Partido Popular (PP), el principal partido conservador. Y no solo porque su candidato, Pablo Casado, sea el mayor beneficiado de esta campaña que busca que la izquierda no salga a votar.

Una parte de estos anuncios en Facebook los pagó un empleado del consultor político español Aleix Sanmartín, un especialista en este tipo de campañas que, en estas elecciones, está contratado por el PP. No es la única prueba que señala a este partido: un joven militante de las juventudes del PP también se gastó más de 17 000 euros en pagar estos mismos anuncios en Facebook e Instagram. En ambos casos, esta propaganda se distribuía desde perfiles que aparentaban ser próximos a la izquierda.

A través de otras páginas, también pagaron anuncios en redes contra los rivales del PP en la derecha y extrema derecha: los partidos Ciudadanos y Vox. Usaron la misma táctica de hacerse pasar por simpatizantes de esos partidos para desmovilizar a su electorado y concentrar el voto conservador en el PP.

A pesar de estos nexos, tanto el PP como el consultor Aleix Sanmartín niegan estar detrás de esta guerra sucia que ya está bajo la investigación de la Junta Electoral Central, la autoridad judicial que vigila la limpieza en las elecciones. El PSOE considera que se está incumpliendo la ley y ya pidió que la Fiscalía abra una investigación penal.

Las coincidencias entre esta campaña en España y las que crearon en redes sociales la trama rusa y la empresa Cambridge Analytica —que fueron tan eficaces con el Brexit, la victoria de Trump o las elecciones de Trinidad y Tobago en 2010— son enormes. La duda es si esta vez también funcionarán.

Todas las encuestas en España dan por segura la victoria del presidente en funciones, Pedro Sánchez. Solo hay una gran incógnita: la abstención, especialmente entre los votantes progresistas, porque una parte de ese electorado está decepcionado con sus respectivos partidos por tener que votar de nuevo.

Las del 10 de noviembre son las cuartas elecciones nacionales en España en cuatro años; las segundas en menos de seis meses. En las anteriores, el 28 abril, la izquierda ganó ampliamente en las urnas y Pedro Sánchez fue el más votado. Pero España es una democracia parlamentaria y Sánchez no alcanzó la mayoría absoluta ni tampoco fue capaz de lograr el apoyo de otros partidos para poder formar Gobierno. La falta de un acuerdo entre PSOE y la coalición de izquierdas Unidas Podemos —quienes se culpan entre sí de ese fracaso— es el principal motivo de esta repetición electoral.

Aún no se sabe la eficacia que esta campaña de desinformación por el #yonovoto ha tenido. Tampoco su influencia en las próximas elecciones. Pero solo en internet, sus anuncios alcanzaron ya los 11 millones de impactos. Lo que sí sabemos es un dato preocupante para la izquierda: las peticiones de poder votar por correo cayeron 30% respecto a las elecciones de abril.

La propaganda rusa contra Hillary Clinton funcionó porque sumaba a la desconfianza que la candidata, demasiado cercana al establishment, ya generaba entre una parte de sus potenciales votantes.

En España, la campaña de “no contéis conmigo, #yonovoto” también hurga en una herida abierta: la decepción de muchos votantes de izquierdas por la repetición electoral. Una decepción que, si se convierte en abstención, podría llevar a la derecha española a una victoria en las elecciones del domingo. Un resultado tan inesperado como fue, en Estados Unidos, el triunfo de Donald Trump.

Ignacio Escolar es director de eldiario.es y analista político en radio y televisión.

1 comentario


  1. Exagerar, manipular, desinformar... este artículo es un claro ejemplo de ello y no esa campaña de la que la habla. Una campaña, por cierto, ridícula y desconocida para la mayoría de los votantes. Una campaña que, según el supuesto periodista que firma el artículo, ha inundado de carteles nuestras ciudades. Vivo en una ciudad de medio millón de habitantes y no he visto ni uno solo de ellos.

    En fin... no dejaría de ser una anécdota si no fuera por el hecho de que lo ha publicado el The Washington Post.

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