Las fallas individuales de la economía

Las fallas individuales de la economía
Feodora Chiosea/Getty Images

La economía podría avanzar sustancialmente si relajara una de sus hipótesis más preciadas: el individualismo metodológico, o la idea de que cualquier explicación necesita estar relacionada con individuos que toman decisiones sensatas. Este requerimiento coloca a la disciplina en una enorme desventaja frente a las ciencias naturales, porque impide entender mejor la relación entre lo micro y lo macro.

La física explica todo el comportamiento suponiendo algunas leyes fundamentales a nivel (muy) micro. Los quarks dan lugar a los protones y neutrones que, junto con los electrones, generan átomos, dando lugar a su vez a moléculas y macro-moléculas como el ADN, los genes y las proteínas. Estos producen células, seres multicelulares y ecosistemas completos que viven en un planeta que gira alrededor del sol. En teoría, deberíamos poder explicar todo esto remontándonos a las leyes fundamentales de la física de partículas. En la práctica, esto no sólo es imposible sino también innecesario, lo que facilita el progreso.

Tenemos conocimiento de todos estos niveles porque los científicos los analizaron y los describieron con el mayor detalle posible, permitiendo que otros científicos los explicaran en términos de determinantes de nivel inferior. Cada capa de alguna manera puede estar relacionada con la capa inferior, hasta llegar a los quarks y los electrones.

Si bien retroceder un paso no es fácil, aunque muchas veces factible, ir para adelante, aunque sea un paso, es difícil. Podemos elaborar la secuencia de aminoácidos de una proteína desde el gen que la codifica, pero aun así no podemos establecer qué forma tridimensional adoptará la proteína, lo que es fundamental para determinar su función.

Sin embargo, hay algo que complica aún más las cosas y es un fenómeno conocido como emergencia, por el cual una propiedad del siguiente nivel no existe en el paso previo. Los diamantes y el grafeno tienen propiedades muy diferentes, por ejemplo, pero son químicamente idénticos. Las neuronas dan lugar a la conciencia, pero sólo en el nivel de millones de neuronas conectadas; nunca lo habríamos imaginado si hubiésemos mirado solo al interior de la neurona.

Contrastemos esto con la ciencia económica hoy. El individualismo metodológico requiere que todos los fenómenos en definitiva se expliquen en términos de individuos que toman decisiones para las que tienen fundamentos sólidos. Estudiar las regularidades en los datos agregados –característico de la macroeconomía antes de los años 1970- resulta poco interesante si estos no están cimentados en un comportamiento individual racional.

Como sostiene el economista y premio Nobel Robert Lucas, los gobiernos no podrían confiar en que estas regularidades fueran estables si basaran sus políticas en ellas, porque los individuos responderían a esas medidas de maneras que minarían las regularidades. Los datos podrían sugerir un compromiso entre inflación y desempleo, pero si los gobiernos intentaran “comprar” menos desempleo mediante un poco más de inflación, la gente cambiaría sus expectativas inflacionarias de manera tal que todo el ejercicio resultaría inútil.

La ciencia económica ha desarrollado así modelos con fuertes cimientos micro, centrados en individuos que toman decisiones racionales y responden a incentivos bien entendidos. Para progresar cumpliendo al mismo tiempo con estos requerimientos, los economistas han tenido que simplificar, a menudo hasta el absurdo, el grado de interacción entre el individuo y los resultados agregados que se intentan explicar. Una manera común de hacerlo es suponer que todos los individuos son idénticos -el llamado agente representativo-, o que son heterogéneos de maneras muy sencillas. Pero exigir que todas las explicaciones económicas se basen en comportamientos individuales es como intentar explicar el recalentamiento global partiendo de la física cuántica.

Afortunadamente, este enfoque metodológico se está derrumbando. A nivel micro, la creencia en el supuesto de la racionalidad individual se ha visto afectada por la economía conductual. En una serie de artículos, Xavier Gabaix de Harvard ha demostrado que los principios básicos de micro y macroeconomía cambian mucho si suponemos que la racionalidad de los agentes tiene límites. De la misma manera, el colega de Gabaix en Harvard Joseph Henrich sostiene que la manera en que la gente toma decisiones no es universal, sino que más bien depende de la cultura a la que pertenece.

Más pertinente a mi argumento es la cuestión de pasar de los individuos que toman decisiones al nivel agregado. El difunto y extremadamente talentoso economista de Harvard Emmanuel Farhi, en trabajos conjuntos con David Baqaee de la UCLA, demostró que necesitamos considerar la estructura insumo-producto (no explicada) de la producción para entender las fluctuaciones macroeconómicas: no podemos simplemente obtenerla de agentes representativos individuales.

De la misma manera, Pol Antràs de Harvard (junto con otros autores) recientemente ha estado reconstruyendo la teoría del comercio internacional suponiendo que el mundo está organizado a través de cadenas globales de valor en lugar de mercados estándar. Esta suposición aparentemente menor causa enormes diferencias tanto en la teoría como en términos de implicancias de las políticas comerciales. Apenas estamos empezando a entender lo que esto significa en la práctica, porque, hasta ahora, no nos habíamos preocupado en recopilar los datos inter-firma que requiere este análisis.

Vista desde esta perspectiva, la teoría neoclásica del crecimiento económico parece pintoresca. Su principal aporte, según las palabras del economista y premio Nobel Paul Romer, es demostrar lo difícil que es explicar desde el punto de vista puramente teórico el crecimiento a largo plazo. Desafortunadamente, la teoría neoclásica ha sido prácticamente inútil para cualquier propósito práctico, principalmente porque ignora abiertamente las estructuras meso que existen entre los individuos y los resultados económicos agregados.

Afortunadamente, algunos investigadores han intentado descubrir estas estructuras meso, utilizando big data y ciencia de redes con otras técnicas. Por ejemplo, han identificado estructuras complejas de complementariedades entre habilidades y patrones de afinidad dentro y entre industrias, clases tecnológicas y áreas científicas.

Estos estudios demuestran que las estructuras meso son importantes para la manera en que crecen las ciudades y los países, y en que se desarrollan las tecnologías. Dada la ortodoxia actual, estos artículos han sido impublicables en revistas de economía, porque no pueden demostrar cómo estas estructuras están asociadas a individuos que toman decisiones bajo restricciones. Pero han sido publicados en revistas científicas prestigiosas como Nature y Science, así como en el Journal of Urban Economics y Research Policy. Como resultado de ello, otros investigadores pueden ahora formular preguntas sobre cómo emergen estas estructuras meso, por ejemplo, de decisiones individuales.

En las últimas décadas, la economía ha pasado de definirse a sí misma por las preguntas que formula a definirse a sí misma por los métodos que usa. Al limitar su estrategia al individualismo metodológico, lo que ha hecho es socavar su propio progreso.

Ricardo Hausmann, a former minister of planning of Venezuela and former chief economist at the Inter-American Development Bank, is a professor at Harvard's John F. Kennedy School of Government and Director of the Harvard Growth Lab.

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