Las FAS necesitan un ministro

Los sucesivos presidentes del Gobierno de España de la reciente etapa democrática no se han caracterizado por su sensibilidad en los temas de Defensa y afecto a las Fuerzas Armadas (FAS), o al menos no lo han exteriorizado y, salvo en contadas excepciones, ha resultado difícil entender los nombramientos de sus ministros de Defensa, algunos de los cuales han supeditado sus decisiones a la rentabilidad electoralista o han utilizado el cargo en beneficio propio y muy pocos nos han representado en los organismos internacionales con el prestigio y la eficacia que España y sus FAS merecen.
Siendo en la actualidad las dos mayores preocupaciones de los españoles el paro y la economía es lógico que a ellas dedique su mayor esfuerzo el nuevo Gobierno. Pero también debe atender la llamada de socorro que las FAS lanzan discretamente. Razones hay para que el presidente del Gobierno se interese por nuestras FAS. Primera, porque el «sunami» de la política del señor Rodríguez Zapatero, secundada por sus ministros de Defensa han dejado a las FAS «como unos zorros». Segunda, por la influencia que los programas de adquisiciones y mantenimiento del Ministerio de Defensa tienen en la industria española y, consecuentemente en la creación de empleo. Tercera, porque las FAS siguen conservando unos valores éticos y morales que la sociedad española está olvidando. Cuarta, porque en la escala de confianza de los españoles en las instituciones las FAS ocupan el primer lugar, lo cual cabe interpretarse como un reconocimiento de la seguridad que proporcionan a la sociedad y del servicio que prestan a la Nación.

La grave crisis económica que padecemos obliga a iniciar una etapa de sacrificios a los que las FAS no pueden ser ajenas; y están preparadas para afrontarlos, pues saben mucho de recortes presupuestarios porque los han padecido innecesariamente en situaciones que eran más boyantes que la actual.

Es realista el apartado «Seguridad y defensa de todos» (programa electoral del PP) si el futuro ministro viene con verdadero deseo de cumplir todo lo que en él se promete. Son positivas las medidas que se pretende adoptar, aunque insuficientes. ¿Se conforma el PP con la revisión de la Ley de la Carrera Militar? ¿Acepta que se hayan presentado contra ella 17.000 recursos? ¿Comparte el nuevo modelo de enseñanza militar y el fracaso producido por su aplicación? Pienso que ante tales circunstancias esta Ley requiere una nueva formulación, así como también la necesitan las Reales Ordenanzas para las FAS y la reciente Ley Orgánica de Derechos y Deberes de los miembros de las FAS.

La Unidad Militar de Emergencias (UME) es otro hueso duro de roer. Es opinión contrastada que su creación fue una perversa decisión con la que se pretendía iniciar un proceso de desnaturalización de las FAS. Las misiones de la UME son competencia de la Dirección General de Protección Civil del Ministerio del Interior y tanto sus efectivos como su abultado presupuesto se han detraído de otras Unidades y programas económicos del Ministerio de Defensa. Antes y después de la creación de la UME las Unidades Militares han colaborado y siguen colaborando en cualquier tipo de emergencia cuando se les requiere.

El PP ha manifestado su preocupación por muchos de los aspectos que conciernen a las FAS, pero debe fomentar los valores éticos y morales que tradicionalmente han venido conformando el espíritu militar, e instigar al nuevo ministro de Defensa para que acometa el proyecto de creación e implantación en nuestra sociedad de una conciencia de defensa nacional, de la que carecemos y envidiamos al verla instaurada en otras grandes naciones.

A los delicados temas de personal se une un presupuesto económico endeudado por muchos años, cuya gestión puede llegar a ser angustiosa en algunos momentos debido a la grave crisis económica.

No lo tiene fácil el próximo ministro de Defensa aunque el ministerio sea fácil de «manejar». Por eso, su nombramiento requiere prudencia y meditación, y su primera tarea debe ser desfacer los desaguisados de sus predecesores. Debe hacer gala del espíritu dialogante que ha prometido el señor Rajoy en su campaña electoral para que esta actitud se aplique también en las FAS. Una buena práctica sería escuchar a los expertos profesionales antes de decidir para luego ordenar y mandar, algo que no se ha hecho en los últimos tiempos. Tampoco debe olvidar que la lealtad con sus subordinados debe ser recíproca y entender que cuando los militares dan su parecer piensan en el bien de las FAS y de España sin estar mediatizados por las hipotecas o intereses electorales que condicionan a los políticos.

El PP cuenta con muchas personas que tienen conocimiento y experiencia suficientes para ser un buen ministro de Defensa. ¡Suerte en la elección!

Por José Mena, Teniente General en la Reserva.

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