Las inversiones adecuadas para responder a la crisis de capital humano

A lo largo de sus 75 años, el Banco Mundial ha estado a la vanguardia del desarrollo, ayudando a los países a invertir de manera inteligente en la preparación de sus ciudadanos para el futuro, con especial énfasis en el acceso de los más pobres y vulnerables a infraestructura, salud, educación, recursos, empleos y mercados. En los últimos años ha adoptado políticas e inversiones en áreas críticas para el futuro del planeta, como el combate del cambio climático y hacer que la tecnología sirva a los pobres.

Por donde sea que viaje, Ruanda, Zambia, Indonesia o Bulgaria, mi tierra natal, veo la diferencia que la tecnología puede marcar en la vida de la gente. El impacto es obvio y se refleja en multitud de aspectos, como los sistemas de pago digital o el surgimiento de una economía de miniempleos, con muchas notables historias de éxito.

Pero tal como la tecnología mejora las vidas de millones de seres humanos, también modifica la naturaleza del trabajo. Nuestro Informe sobre el Desarrollo Mundial de 2019 se centró en tratar el modo como la innovación está cambiando o eliminando empleos y generando ámbitos de trabajo completamente nuevos que no existían hace unos pocos años.

Esto plantea algunas preguntas difíciles: ¿Qué empleos va a haber? ¿Cómo sustentará la gente a sus familias? ¿Cómo harán realidad su potencial en un mundo cada vez más complejo?

Contamos con nuevas y potentes herramientas para ayudar a los países en desarrollo a responder a estas preguntas. En las reuniones de la Cumbre Anual del Grupo del Banco Mundial y el FMI, realizadas en Bali en octubre, lanzamos el Índice de Capital Humano. Con una cobertura inicial de 157 países, el índice es una medida resumida del capital humano que un niño nacido hoy puede esperar alcanzar a la edad de 18 años, considerando los riesgos de problemas de salud y educación del lugar donde vive.

El Índice se centra en resultados en tres áreas clave. La primera es la supervivencia: ¿qué probabilidades existen de que un recién nacido sobreviva a la edad de cinco años? Segundo, la salud: ¿sufrirá retrasos del crecimiento antes de esa edad? ¿Crecerá hasta ser un adulto sano, listo para trabajar, con las bases para seguir aprendiendo a lo largo de su vida? Y tercero, la educación: ¿hasta qué grado de escolarización llegará? y, lo que es más importante, ¿cuánto aprenderá?

El Índice de Capital Humano es único porque se centra en indicadores vinculados a la productividad, como la supervivencia infantil, los retrasos del crecimiento, los años de escuela ajustados al aprendizaje y la supervivencia como adulto, trazando una línea directa entre crecimiento económico futuro y la mejora de los resultados de salud y educación. Sobre todo, da una imagen clara para que los gobernantes aprecien cuánto más productivos podrían ser sus trabajadores si disfrutan de salud, están mejor educados y poseen las habilidades necesarias para un mercado laboral en rápido cambio.

Cada país puede tener un puntaje de entre 0 y 1 en el índice, en que 1 significa la mejor frontera posible de educación completa y salud total. En nuestro primer índice, el valor mundial promedio fue de apenas un 0,56. Esto significa que, en el conjunto de los 157 países cubiertos, los niños nacidos hoy crecerán hasta tener más o menos la mitad de su potencial productivo.

Las implicaciones para el crecimiento –y, por tanto, la reducción de la pobreza- son enormes. Si un país tiene un puntaje de 0,50, su PIB futuro por trabajador podría alcanzar el doble de ese índice si llega a 1. A lo largo de medio siglo, eso representa 1,4 puntos porcentuales de crecimiento del PIB por año.

Invertir en las personas es incluso más urgente debido a dos tendencias globales que representan un reto. Primero, el crecimiento global se está ralentizando. Nuestro informe Perspectivas Económicas Mundiales, publicado este mes, se titula adecuadamente Cielos cubiertos. El crecimiento mundial se ha moderado: se espera que en 2019 pase a un 2,9% desde el 3% de 2018, y que en los mercados emergentes y las economías en desarrollo se estanque en un 4,2%, el mismo ritmo que en 2018.

Segundo, también se está reduciendo el ritmo de la reducción de la pobreza. Nuestro informe La pobreza y la prosperidad compartida encontró en que 2015, el año más reciente con datos sólidos, la extrema pobreza alcanzó a un 10%, el nivel más bajo en la historia registrada. Pero los 736 millones de personas que siguen viviendo en la extrema pobreza serán más difíciles de alcanzar. La tasa de pobreza en áreas que sufren fragilidad, violencia y conflictos subió a un 36% en 2015, desde un 34,4% en 2011, y es probable que siga aumentando.

Invertir en capital humano puede ayudar a impulsar un crecimiento económico inclusivo y sostenible, pero eso no les compete solo a los ministros de salud y educación. Es urgente que los jefes de estado, ministros de finanzas, directores ejecutivos e inversionistas hagan de esta una alta prioridad.

Si actuamos ahora, podemos crear un mundo en que todos los niños lleguen bien alimentados a la escuela y bien preparados para aprender; donde crezcan hasta ser adultos saludables, formados y productivos; y en el que tengan una oportunidad de hacer realidad su potencial.

Los niños de hoy se merecen este futuro. Los empleadores del mañana lo necesitarán. Los líderes del mundo tienen el deber de actuar ahora para lograrlo.

Kristalina Georgieva is Chief Executive Officer of the World Bank. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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