Las leyes de atracción de Putin

La agresión encubierta del presidente ruso Vladimir Putin contra Ucrania continúa, así como las sanciones de Occidente contra su país. No solo la economía está en riesgo; el poder suave de Rusia se está agotando y los resultados pueden ser devastadores.

Un país puede obligar a otros a que actúen en beneficio de sus intereses principalmente de tres formas: la coerción, el pago o la atracción. Putin ha intentado la coerción y ha sido objeto de sanciones cada vez más severas. La canciller alemana Angela Merkel, la principal interlocutora europea de Putin, ha estado expresando su insatisfacción con la política rusa hacia Ucrania en términos cada vez más duros. Cualquiera que sea el beneficio a corto plazo de las acciones de Putin en Ucrania, a la larga quedará contrarrestado porque Rusia perderá el acceso a la tecnología occidental que necesita para modernizar su industria y  ampliar la prospección petrolífera en las regiones remotas del Ártico.

Puesto que la economía de Rusia está decayendo, a Putin le es cada vez más difícil utilizar la segunda herramienta del poder: el pago. Ni siquiera el petróleo y el gas, los recursos más valiosos de Rusia, pueden rescatar a la economía, como lo demuestra el reciente acuerdo para suministrar gas a China durante 30 años a precios muy rebajados.

Queda entonces la atracción, una fuente de poder mucho más fuerte de lo que podría esperarse. China, por ejemplo, ha estado tratando de utilizar su poder suave para proyectar una imagen menos amenazadora, con lo que espera socavar e incluso desalentar las coaliciones que han estado surgiendo para contrarrestar su creciente poder económico y político.

El poder suave de un país se basa en tres recursos principales: una cultura atractiva, valores políticos que defiende de forma fiable y una política exterior con autoridad moral. El desafío consiste en combinar estos recursos con los medios del poder duro, como la fuerza militar o económica, de modo que se refuercen mutuamente.

Los Estados Unidos no lograron alcanzar este equilibrio con respecto a la invasión de Irak en 2003. Si bien el poder militar de los Estados Unidos fue suficiente para derrotar sin demora a las fuerzas de Saddam Hussein, su atracción disminuyó en muchos países. De manera similar, aunque el establecimiento de un Instituto Confucio en Manila para difundir la cultura china en Filipinas puede ayudar a cultivar el poder suave de China, su impacto puede verse severamente limitado si al mismo tiempo utiliza su poder duro para presionar a Filipinas en la disputa territorial por el Atolón de Scarborough.

El problema de Rusia es que ya le queda muy poco poder suave con qué maniobrar. En efecto, como señaló en 2009 el analista Sergei Karaganov, la carencia de poder suave de Rusia es exactamente lo que hace que se comporte de modo agresivo, como en la guerra con Georgia del año previo.

Sin lugar a dudas, Rusia disfrutó de un considerable poder suave y su cultura hizo grandes contribuciones al arte, la música y la literatura. Además, en los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética fue muy atractiva para muchos europeos occidentales debido en gran medida a su liderazgo en la lucha contra el fascismo.

Sin embargo, los soviéticos desperdiciaron ese poder suave cuando invadieron Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968. Para 1989 les quedaba muy poco poder suave. El muro de Berlín no cayó ante un bombardeo de artillería de la OTAN, sino ante el impacto de martillos y bulldozers en manos de personas que habían cambiado de opinión sobre la ideología soviética.

Putin está cometiendo ahora el mismo error que sus predecesores soviéticos. A pesar de la declaración que hizo en 2013 en el sentido de que Rusia debería centrarse en el “uso ilustrado” del poder suave, no supo aprovechar el impulso que recibió su país al ser el anfitrión de las Olimpiadas de invierno en Sochi en 2014.

En cambio, cuando las Olimpiadas se estaban llevando a cabo, Putin inició una intervención militar semiencubierta en Ucrania que, junto con su discurso nacionalista ruso ha provocado graves preocupaciones particularmente entre los países ex soviéticos. Esto ha debilitado el objetivo declarado de Putin de establecer una Unión Euroasiática encabezada por Rusia para competir con la Unión Europea.

Pocos extranjeros ven cine ruso y solo una universidad rusa está entre las primeras 100 a nivel mundial, por lo que Rusia tiene pocas opciones para recuperar su atractivo. Por eso, Putin ha decidido recurrir a la propaganda.

El año pasado, Putin reorganizó la agencia de noticias RIA Novosti y despidió al 40% de su personal, incluida su dirección relativamente independiente. El nuevo director de la agencia, Dmitry Kiselyov, anunció en noviembre la creación de “Sputnik,” una red de centros de noticias financiada por el gobierno en 34 países, con un personal de 1,000 empleados que producen contenido para radio, medios sociales y servicios cablegráficos en los idiomas locales.

No obstante, una de las paradojas del poder suave es que la propaganda suele ser contraproducente debido a su falta de credibilidad.  Durante la Guerra Fría, los intercambios culturales abiertos, como el Seminario de Salzburgo que permitió a los jóvenes entablar una comunicación mutua, demostraron que los contactos entre los pueblos son mucho más significativos.

Actualmente, no es el gobierno quien produce la mayor parte del poder suave de los Estados Unidos, sino la sociedad civil, incluidas las universidades, fundaciones y la cultura popular. En efecto, la sociedad civil sin censura y su disposición a criticar a sus líderes políticos permiten al  país preservar su poder suave incluso cuando otras naciones no están de acuerdo con las acciones del gobierno.

De manera similar, en el Reino Unido la BBC conserva su credibilidad porque puede criticar al gobierno que la financia. Con todo, Putin sigue empeñado en restringir el papel de las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil.

Tal vez Putin entiende que el poder duro y el suave se refuerzan mutuamente, pero parece incapaz de aplicar esa comprensión a la política. Como consecuencia, la capacidad de Rusia de atraer a otros, para no hablar de ejercer coerción o pagarles, seguirá disminuyendo.

Joseph S. Nye, a former US assistant secretary of defense and chairman of the US National Intelligence Council, is University Professor at Harvard University and a member of the World Economic Forum Global Agenda Council on the Future of Government. He is the author, most recently, of Presidential Leadership and the Creation of the American Era. Traducción de Kena Nequiz

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