Las mociones de censura no se presentan para ganarlas

La moción de censura es un instrumento de control que existe en los sistemas parlamentarios para exigir la responsabilidad política del Gobierno. En el caso de España, el procedimiento se encuentra recogido en el art. 113 de la Constitución, y a través del mismo el Congreso de los Diputados puede retirar su confianza al presidente del Gobierno y forzar con ello su sustitución.

Hay establecidos una serie de requisitos para limitar que este mecanismo pueda ser empleado de manera indiscriminada por sus señorías como una maniobra para debilitar y desestabilizar al Gobierno. Por eso, una propuesta de moción de censura debe ser presentada, al menos, por una décima parte de los diputados (35), en escrito motivado dirigido a la Mesa del Congreso en el que debe incluirse el nombre de un candidato alternativo.

Además, ninguno de los firmantes puede suscribir otra moción durante el mismo periodo de sesiones, y se requiere para su aprobación el voto favorable de la mayoría absoluta de la Cámara, es decir, el apoyo de 176 diputados. Estas condiciones han logrado limitar su uso, convirtiéndose en un instrumento más simbólico que real, ya que hasta la fecha únicamente ha triunfado una.

La moción de censura de Vox será la quinta a nivel nacional y la cuarta que no fructificará. Primero fue la de Felipe González en 1980 contra Adolfo Suárez. Luego fue Antonio Hernández Mancha quien la utilizó contra el líder socialista en 1987. Treinta años después, en 2017, fue la moción de Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy. Y ya en 2018, Pedro Sánchez de nuevo contra Rajoy, siendo la única que ha prosperado hasta el momento.

Estas mociones se presentan para favorecer la estrategia ideada por la fuerza política que las encabeza

Cabe preguntarse, pues, por qué se presentan mociones de censura si se sabe de antemano que no tendrán éxito. Precisamente, aunque pueda parecer contradictorio, estas mociones no se presentan para ser ganadas, sino para favorecer la estrategia ideada por la fuerza política que las encabeza.

Por ejemplo, la primera moción de censura fue el golpe político más inteligente de Felipe González, ya que le permitió mostrarse como un dirigente capaz, serio y con sentido de Estado. Dos años después venció por mayoría absoluta.

La segunda moción se utilizó para minar la credibilidad del Gobierno socialista e intentar abrir el camino a Alianza Popular, eso sí, no sería hasta nueve años después cuando, con el nombre de Partido Popular, ganó las elecciones de 1996, rompiendo con ello la hegemonía socialista.

La tercera moción de censura anticipó la gran tensión parlamentaria que, fruto de una encrucijada difícil, acabó favoreciendo la cuarta y última, en la que un gran número de partidos se unieron para alcanzar la mayoría absoluta necesaria para desbancar a Rajoy.

La moción de Vox será la que menos respaldo alcance de todas. En principio, obtendrá únicamente el apoyo de sus 52 diputados, ya que ni PP ni Ciudadanos parecen dispuestos a sumarse, y eso que el apoyo del partido de Santiago Abascal está siendo esencial para garantizar la estabilidad de algunos de sus gobiernos autonómicos. No obstante, a Vox tampoco le bastaría con el voto favorable de PP y Cs para alcanzar la mayoría absoluta.

Como imitar la copia solo contribuye a devaluar el original, el PP ha optado por votar 'no'

La estrategia de Vox es clara. En los últimos meses ha visto menguado su protagonismo, sobre todo porque la pandemia parece haber devuelto a escena el bipartidismo contra el que tanto han luchado las nuevas formaciones políticas. El mejor ejemplo de ello es el caso de la Comunidad de Madrid.

Por tanto, con esta moción de censura, los de Abascal intentan recuperar terreno en el tablero político ganando espacio mediático y tratando de presentarse como la verdadera oposición al Gobierno de coalición, frente al PP. La elección de Ignacio Garriga como defensor de la iniciativa está estrechamente relacionada con las próximas elecciones catalanas. Vox quiere aprovechar el momento para proyectar a su candidato en Cataluña.

La estrategia del PSOE es bien distinta: aprovechar la situación para poner de manifiesto la embarazosa situación en que queda el PP, más aún por cuanto una buena parte de los mandatarios y electores del partido de Pablo Casado votarían con los ojos cerrados. El problema es que, si apoyara la iniciativa de Vox, la izquierda se le echaría encima acusándole de hacer seguidismo de la derecha radical.

Como imitar la copia solo contribuye a devaluar el original, el PP parece decidido a votar no y apretar filas para jugar la baza de los Presupuestos Generales del Estado desde su tribuna de líder de la oposición. Al fin y al cabo, esta moción de censura va de eso, del juego de poder entre los partidos del centro-derecha español por hacerse con todo ese espacio político.

Gema Sánchez Medero es profesora de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid.

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