Las mujeres en el imaginario del cine

Hace pocos días se hizo entrega de los premios Emmy. Han sido premiadas varias series televisivas con un enfoque claramente feminista. Entre ellas destaca 'El cuento de la criada', que nos muestra un mundo de ficción que nos remite a una distopía ultrapatriarcal que, por desgracia, podría tener su semilla en un mundo como el nuestro. Los personajes femeninos juegan diferentes roles: en algunos casos siendo cómplices con el sistema –como en la vida real– y en otros mostrando mujeres fuertes, con vocación de liderar su propia vida y comprometerse en una transformación social –también como en la vida real–.

Tiene una gran importancia real y simbólica que esta serie haya sido premiada. La Universidad del Sur de California ha revelado en un estudio publicado este verano que solo un 31% de las mujeres que aparecen en el cine tienen algún diálogo. Las mujeres feministas que trabajan en el mundo del cine lo saben bien. Como también saben que el 79% de los protagonistas son hombres. El cine es un reflejo más de la sociedad machista en la que vivimos, y no solo (aunque también) por el desequilibrio entre el nombre de hombres y mujeres que trabajan en el sector. El llamado Test de Bechdel, a partir de tres sencillos enunciados nos hace pensar sobre cómo es de machista nuestro universo cinematográfico más habitual. Son los siguientes: en la película aparecen como mínimo dos personajes femeninos, estos personajes tienen que hablar la una con la otra en algún momento, y su conversación debe versar sobre algo que no sea un hombre. Esta última regla no está restringida a las relaciones románticas, sino a cualquier conversación que implique a un hombre. La mayoría de películas y series que conforman nuestro imaginario, como 'La guerra de las galaxias', 'Harry Potter' o 'El padrino', no pasan el test.

Más allá de la reivindicación sobre el papel de las mujeres en el cine –como en cualquier otro sector profesional y cultural–, es importante pararnos a reflexionar sobre la importancia del mundo audiovisual en la creación de la identidad, los valores, las construcciones sociales y el conocimiento del mundo de cada uno/a de nosotros/as. El cine ha tendido históricamente a estereotipar a las mujeres relegándolas habitualmente a personajes pasivos, dependientes, solo centrados en el amor romántico y en el cuidado de otras personas. Así, los imaginarios que se construyen sobre qué somos y cómo somos las mujeres han presentado poca diversidad y, por qué no decirlo, poca correspondencia con la realidad. Aun así, la realidad también se nutre a menudo de estos imaginarios cinematográficos, que además legitiman lo que es adecuado o no lo es.

La socialización de género es el proceso por el cual 'aprendemos' a ser mujeres u hombres en un mundo que nos divide en dos categorías. Las películas, los universos de ficción, son fundamentales para la construcción de nuestros referentes, igual que lo son las canciones que escuchamos. Desde la infancia vamos incorporando maneras de comportarnos, de vestirnos, de pensar o de sentir. El hecho de que las mujeres quedemos reducidas a papeles secundarios o instrumentales nos va reforzando en la idea que este es nuestro papel en la vida. También es habitual encontrar en el cine a mujeres peleándose entre ellas, y especialmente peleándose por el amor de un hombre, alimentando así el mito de la insolidaridad entre mujeres, una idea muy extendida sobre la falta de nobleza en los comportamientos femeninos y contrapuesta a la nobleza –vinculada a la violencia física– en los hombres.

Por todo esto es tan importante que se empiecen a prestigiar y extender los referentes femeninos y feministas en el cine. Es muy difícil construir un mundo distinto, donde las relaciones entre hombres y mujeres partan de unas premisas nuevas, si no transformamos estos imaginarios aportando algunos nuevos que reivindiquen esta diversidad y, sobre todo, que pongan en valor y permitan a las mujeres lo que somos y lo que queremos ser. Aspectos como la valentía, el liderazgo personal, la amistad entre mujeres y el amor romántico como un ámbito importante de nuestra vida pero no el único tienen que emerger en las películas y series en igual proporción que aparecen vinculados a los hombres.

'El cuento de la criada', así como otras series premiadas recientemente, no muestran a mujeres 'buenas'. No se trata de esto. Se trata de visibilizar a las mujeres poniéndolas en el centro de la historia y hablando de problemas reales, los nuestros. No como figuras estéticas sino como protagonistas. En este caso, parece que alguna cosa está cambiando. Nos hemos de felicitar.

Gemma Altell, directora técnica de la Fundació SURT.

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